Friday, November 27, 2015

CELEBRACIÓN DEVOTA DE MADRID-COCHABAMBA (CARTOGRAFÍA DEL DESASTRE)

Por Emilio Losada


                                    La luz brota del subsuelo cuando menos se la espera.
Juan Goytisolo

                                               

De los alcoholes y de las viandas, del garito, del restorán y del cinematógrafo iniciático, de Miller a Umbral, de Dylan a Antonio Vega, de la Biblioteca de Alejandría a los libros de viejo del Paseo de Recoletos, estación de término soñada para su lúcida obra por el de Madrid, de las mujeres con las que se comparten cimas y asperezas y de las que amenizan soledades siempre que, como otrora aconteciese al glorioso antisanto boliviano, no se interponga en el trance un irresistible elepé de Neil Young & Crazy Horse, de las infancias que pasan casi sin olerlas y apenas dejan como testimonio los reumáticos huesos de una bicicleta, de la penca muerte, de los pencos muertos al relente o en los nichos, pero sobre todo de la penca vida, toneladas de vida hay en esta joya de libro, primero se vive y luego se escribe, es ley de leyes, nunca es al revés, ya nos lo dejó claro antes de los diecinueve el renacuajo de Charleville, cuánta vida y cuánta alta Literatura hay aquí, con Ele mayúscula, sí, Ele también de Libertad, Ele Libertaria, pura y bruta prosa esta, hermosa y desquiciada, de la que sólo se deja ver muy de vez en cuando a estas alturas del tinglado, Pablo y Claudio, Claudio y Pablo, Madrid-Cochabamba, Cochabamba-Madrid, obra de arte de primer nivel, vaya par de dos, Pablo, el poeta disfrazado de prosista, ya dio el aviso cuando tras enamorarse de y en Marruecos parió aquella maravilla de novela, Los cuadernos del Hafa, ahora en su parte de este libro, precisamente desde Cochabamba, es una larga historia, evoca melancólico sus correrías por aquel irrecuperable Madrid previo a la nefasta irrupción de Álvarez del Manzano y sus putrefactos acólitos, malditos sean por siempre, aunque no se hunde del todo, culebrea por los recovecos y da con el respiradero, en su búsqueda de una señal para la esperanza felizmente la halla en la sonrisa extranjera, se sale en «Razas del extrarradio», menuda oda mil leches, chico, chúpense ésa, víboras perladas de Madrid Norte, y qué decir de Claudio, el mago de la prosa histérica, prosa volcánica, que dice Pablo, es lo mismo, de muy joven incurre Norteamérica, pelea y compadrea a ritmo de rocanrol, marea la perdiz con urgencia beatnik, seduce y cata vicios, devora libros y escribe, afila sus bigotes de irreductible galo y lanza al mundo, entre otros tantos, El exilio voluntario, vaya artefacto, como cada uno de los que aquí nos suelta en formato corto, donde igual abofetea inmisericorde a los políticos que comen flores mientras reparten miserias como rememora perversos alivios a consta de la Deneuve previos a los días de chicha y rosas, Pablo y Claudio, Claudio y Pablo, Lou Reed los cría y ellos se juntan, otra larga historia, pero qué forma de escribir, qué barbaridad, lo hacen con un cuchillo entre los dientes, dejan tan alto el listón que ya es que ni con pértiga, y nada hay que recriminarles, son malos de los buenos, en pleno desastre se toparon con una penúltima botella, es un símil a medias, y para evitarnos posibles disgustos no dejaron que la viésemos ni medio vacía ni medio llena, la hicieron trizas, aunque, eso sí, antes se la bebieron toda.





La edición española de Madrid-Cochabamba (Cartografía del desastre), de Pablo Cerezal y Claudio Ferrufino-Cocqueugniot ha sido editada por Ediciones Lupercalia (www.edicioneslupercalia.com)

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Del blog de Emilio Losada

Imagen: Afiche de la presentación del libro con Pablo Cerezal, Madrid, noviembre 2015

Tuesday, November 24, 2015

Estado Islámico: el brazo armado de la reacción/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

La gran victoria de ISIS, fuera de su destrucción inmediata o a largo plazo, es que ha desestabilizado lo que creímos era la democracia representativa, la participativa. En este sentido como en muchos otros le hace juego al poder, al autoritarismo siempre yacente en cualquier sociedad y la posibilidad de, de nuevo, regir destinos, acción y pensamiento de los habitantes de acuerdo a la conveniencia de sus gobiernos.

El Califato no es que sea una aberración de la historia sino su reavivamiento. El horror en la región viene de muy antiguo, uno en el que Occidente también participó con fervor. Ni siquiera cabe echar culpas; se reduce al género humano y a su compresible pero no aceptable visión de presente y de futuro. Cierto que al oeste, en la Europa que hace veinte años veía reanimarse el odio en los Balcanes, parecía haberse superado por medio del entendimiento, la ciencia, la “cultura”, la inteligencia. Pero no hay focos luminosos, menos ahora, en el universo altamente tecnológico y globalizado. Lo que se haga en X repercute en Y, y los intereses económicos, no los humanos, son los que priman a tiempo de deglutir y procesar los acontecimientos. ISIS es detestable pero utilitario. Le cae muy bien a Irán, a China, a Rusia, a Arabia Saudita; le cae de perillas a la derecha racista y xenófoba de Europa y los Estados Unidos. De ahí su triunfo, no el imposible de islamizar a todos pero hacerlos marchar según las consignas reaccionarias de su tesis islámica.

El ataque de Al-Qeda a las torres gemelas fue el punto de ruptura en la sociedad norteamericana. Al simple placer de ir al aeropuerto a recibir familiares o amigos, le siguió una repugnante, “necesaria” según el status quo, histeria policial que convirtió aquel placer en disgusto. Al-Qeda irrumpió en nuestras vidas privadas con resultados desastrosos. A ellos les debo haber perdido mucho de mis libertades individuales, amén de la recesión económica, ausencia de trabajo y más para tanta gente. Viéndolo como inmigrante, hubo un Estados Unidos anterior al 2001 y otro, peor, luego de aquello. Como si el cometa que se veía en el cielo poco antes, trajese de manera medieval el desastre.

Estos suicidas con cinturones cargados de explosivos no representan la rebelión de los pueblos de oriente ni el individualismo reaccionando ante el poder omnímodo. No, todo lo opuesto, son engranajes de un mecanismo macabro que añora el tiempo de amos y esclavos, de división absoluta de géneros, en detrimento de la mujer; de separación de razas y clases. Si hay un enemigo del progreso, de las viejas Libertad, Igualdad, Fraternidad, es este. Aunque sea demasiado tarde porque el daño está hecho. A su desaparición física, parcial porque siempre estuvieron presentes, el fundamentalismo ya habrá logrado su propósito, empujar al mundo hacia la reacción, la ignorancia, la intransigencia y, sobre todo, hacia el fortalecimiento del poder.

No por poco los adora el populismo latinoamericano. Algunos al terrorismo suní, otros, como el Duvalier boliviano, Morales, hacia el chiíta, si es que comprende la diferencia. Nada mejor que el discurso horrendo del Estado Islámico para los nuevos profetas, noveles dioses del dominio absoluto. ISIS encarna su anhelo de gloria y eternidad.

Vasto su alcance. Los congresales norteamericanos debaten el asunto refugiados con verbo insensato. La policía me mira no porque tenga barba sino por ser el Otro. Gracias al califa y sus sangrientos secuaces. Que hay que eliminarlos en número e impiadosamente (solución temporal), claro, porque no hay peor enemigo del futuro. Pero el mal ya está y tomará décadas remediarlo, o, como van las cosas, tirará por el lado contrario y nos pondrán el bozal.
23/11/15

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 24/11/2015

Tuesday, November 17, 2015

Las fichas del dominó rojo/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

“Rojo” es darles a estos individuos un epíteto que jamás merecieron. Por eso, seguro, se inventó aquello de “rojo-rojito” de la muy entrecomillada revolución bolivariana de Venezuela. Recuerdo las páginas de José María Gironella (Guerra Civil Española), en múltiples gruesos tomos. Adentro había rojillos, según los tildaban los requetés, pero entre ellos también gente que sabía por qué luchaba y por qué moría. Esta es otra especie: comerciantes venidos a revolucionarios, divas a estadistas, elucubradores y parlanchines a teóricos. En la cima, sima en realidad, el otrora comandante Hugo Chávez que si algo grande fue, fue gran ladrón. Quiso dejar un legado de gloria; quedaron familiares ricos y abyectos, putillas y mercenarios del vicio. Emulaba –creía- a Bolívar, pero el zambo de Sabaneta (le dicen), quedó corto en aspiraciones y trunco en vida, a pesar de que derramó tantas lágrimas de miedo que le quitó el nombre al poderoso río Magdalena. Magdaleno Chávez entró en lo desconocido con las manos cubriéndole mínimos y asustadizos cojones.

Anoche discutían, por así decirlo, Macri y Scioli por la presidencia argentina. Macri, conservador, no necesitó de luz alguna para abofetear como quiso al otro, que mal pudo venderse al “pueblo” aunque reclamaba para sí la defensa de los trabajadores. ¿Scioli un rojo? Rojillo, rojito, rosado como la casa de gobierno, como la ávida vulva de la reina Cristina, hábil en secuestro de bienes y en artes amatorias (susurran las lenguas). Lo triste es que quiso darse a esta década de infamia aura revolucionaria. Repasemos… ¿Evo Morales socialista? Matón de la policía militar, quizá, y lengüilargo como se hace menester para aquellos que necesitan encaramarse por encima de su destino sin remilgo ni decencia. Mucho anti-imperialismo, discurso y salivazo, pero basta observarlo en las calles de Nueva York, en París hoy sombrío, para darse cuenta que al tipo lo que le interesa es el poder, lo que le gusta, el oro, y lo que quisiera ser es tan blanco y tan gringo como Marilyn. Happy Birthday, Mr. President! Pucha, le falta algo…

Agentes encubiertos, fascinante y peligrosísima profesión, embaucaron a parientes de la “primera combatiente de la revolución”, la venezolana Cilia Flores, amante por largo tiempo y hoy esposa del que usa inmensos calzones, aka, el calzonudo: Maduro, para comprarles casi una tonelada de cocaína. Los pendejos (jóvenes) llevaban documentos diplomáticos. En la televisión venezolana del exilio un exagente de la DEA aclaraba que en el país sudamericano conseguirlos era más sencillo que obtener una tarjeta de tienda mayorista en los EUA. Prosiguió que los narcos al principio alegaron inmunidad diplomática, pero que al ver que no les servía de nada, cantaron que el cargamento no era suyo sino de Diosdado Cabello y de otro jerarca bolivariano. Ya están en Nueva York; los amenazan con cadena perpetua para presionarles la voz. Pero, siendo parientes de gente tan encumbrada, uno se pregunta a quién tendrán que denunciar. La respuesta está en el viento y por ello tambalean las coronas.

La relación de este drogo asunto con Bolivia es obvia. Desde Chimoré se provee con largueza. Tomamos por tontos a los gringos, pero sus investigaciones son largas y minuciosas. A veces duran ocho meses como con estos palurdos, pero otras, años. Nadie está libre de sospecha y los más vulnerables son los vanidosos. No hay que aumentar…

Cae Argentina el domingo. Si se viene una debacle derechista, la culpa es de la falsa izquierda y a ella hay que cobrar con castigo. Cae Venezuela, tal vez con sangre después del 6 de diciembre. Ojalá que no, pero si viene, que venga en torrente de ángel exterminador. Los Castro… uno es puta vieja y el otro puta menos vieja, pero siguen, como siempre, vendiendo sus carnes al mejor postor. Están acabados; no cuentan. Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Brasil… las fichas comienzan a desparramarse. Lloren, que lo que se viene es canela.
16/11/15


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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 17/11/2015

Tuesday, November 10, 2015

Fin de Evo Morales ¿y después qué?/MIRANDO DE ABAJO

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Morales tiene la vanidad de Pablo Escobar pero no tiene su poder de fuego, o los cojones para emplearlo. Bolivia no es Colombia, por supuesto, y ese es punto válido de diversas interpretaciones. En Bolivia ni los asesinos se toman en serio. Siempre hay una almohadilla, un cojín, que frena el choque y que, a pesar de cualquier tragedia, no le quita a la vida esa sensación de juego de traviesos. A los sociólogos vendrá la labor de explicar por qué. Existe; hasta en los abominables linchamientos que relata Roberto Navia en Tribus de la Inquisición queda un espacio de epifanía para los linchadores, el momento en que las calaveras de las víctimas, para peor guardadas en la comisaría local, son objeto de devoción. De lo que fueran, criminales prejuzgados sin posibilidad de inocencia, pasan a ser santitos a los que los asesinos les piden dádivas y socorros. En suma, no pasó nada, todo está bien, el horror ha dado espacio a un vaho de bondad y luz de santería…

Extraña introducción para un tema político como la eternidad gobernante de Evo Morales o su caída estrepitosa (no tan estrepitosa en Bolivia, por lo dicho, exceptuando quizá la muerte de Gualberto Villarroel el 46). Sin embargo hay relación. Si se observa al detalle cómo se maneja el poder en este país veremos que nunca se ha despojado de esa sonrisita que asoma ante la travesura. Antes que presidente, Evo Morales es niño caprichoso que hace de todo y esconde la mano, que llora y que sufre de ataques cuasi epilépticos hasta conseguir lo ansiado. Antes que presidente es futbolista, el amigo de la pichanga que pospone decisiones vitales para echarse un jueguito. Que él siempre sea  capitán, goleador, “rodilleador”, no importa. Lo que prima está en el ambiente de fiesta.

Evo el trompetista, antes que el estadista. Excepto, lógico, cuando lo disfrazan de puta medieval para darle los doctorados honoris causa supongo que a cambio de un suculento fajo de billetes. Veleidades de ricos…

Linerita me hace dudar. Habrá leído a los clásicos marxistas pero no aprendió,  y poco se asoma a Marx cuando rebuzna que las mujeres tienen que casarse antes de tener hijos, con un discurso acerca de “pruebitas de amor” que refleja esa idiosincrasia “traviesa” del boliviano, que no es capaz de decir nada “en serio” mientras, al mismo tiempo, veja  el derecho femenino y  considera  al espectador como deficiente mental al que hay que referirse en términos infantiles. A qué jugamos, señor, a marxista confeso (que tampoco es garantía de nada) o a monaguillo que besa las manos del prelado. No hay mejor tuerto en país de ciegos que el susodicho, y el Otro…

Estamos blindados como tanque alemán, dicen, y su Eminencia plurinacional se pasea por tierras bárbaras de Alemania impecable y vestidito con aburrido traje hibridado entre indígena y gran señor. Pero el pastel de América del Sur va deshaciéndose para los socialistas de cuño en culo que gobernaron una década. Tendrá su efecto en Bolivia, a pesar de que se regale tierras vírgenes y tierras indias al hambriento vampiro del petróleo y se sacrifique el futuro a los demonios de coca-cocaína que mandan la plurinación.

De ahí, de esa influencia del desmoronamiento de sus compinches, sale este último viaje del Monseñor Morales, a quien aplaudieron en Berlín tontos alemanes que olvidan que la soberbia del “indito” presidente tiene implicaciones hitlerianas. El viaje proviene del temor a perder las gangas para sí y para repartir migajas entre míseros acólitos y facinerosos de toda laya. Ofrecer Bolivia, como sea, para mantenerse en la silla.

Se puede salvar un tiempo pero el fin vendrá. Ya hay que comenzar a preguntarse (Carlos Mesa ya lo hizo y se prepara) qué viene después. No puede otra vez ser el reemplazo de dos rateros por otros. Libres del cáncer, hay pasos a seguir para prevenirlo de nuevo.

09/11/15

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 10/11/2015

Tuesday, November 3, 2015

La carga de las acémilas/MIRANDO DE ABAJO


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Burro, borrico, asno, mula. Se asocia a estos animales con torpeza y estupidez. Cuán cierto sea ello en el reino animal, no lo sé, pero las acémilas humanas que gobiernan América Latina por un lado lo demuestran en aseveraciones ridículas, ni siquiera surreales, y por otro desenmascaran al resto como los verdaderos idiotas. Mientras ellos se enriquecen a niveles insospechados, los críticos escupen y anotan exabruptos sin peso específico. Muy burros no habían sido, o sí; tarados pero vivos.

Cuando el nefasto Garcilinera se pone a opinar, ajusto unos versos de Quevedo, porque el pollino en cuestión es magistral en su tontería, afamado y vanidoso, y merece el mejor sarcasmo y el peor esputo. Dice, por ejemplo, ante escolares ávidos -en un país falto de esperanza- de escuchar cualquier cosa que dore la píldora, que los bolivianos somos los que “habíamos tenido” más “arbolitos” que nadie por cabeza en el mundo. Contaría en su docta verborrea con los árboles que él y su mesías personal, el Otro, planean cortar para entregárselos, con tierras e indios incluidos, al vicio del capital. No puede separar de su acomplejado rictus un paternalismo que caracteriza a los faltos de carácter, a los histéricos. Entonces alecciona a los niños y otros gérmenes de la tierra nuestra como si se estuviese dirigiendo a retardados. El público aplaude…

Él y el Otro viajan ahora al corazón del imperio con venal solicitud. ¿No se les hacía acaso agua la boca criticando a los Estado Unidos? Creo no olvidar que el cacique dictaba normas hasta hace poco de cómo deshacerse del capitalismo, siendo él mismo un gamonal. Lo imagino sonriente, tratando de congraciarse con los gringos ricos, jugando el papel del indiecito pobre, del indiecito lelo. En Bolivia se venera el poder, por eso somos el país militarista que nunca ganó una guerra. Ni contar con la victoria de Otto Felipe Braun, mariscal de Montenegro, alemán que en la batalla del mismo nombre, cargó con una veintena de cadáveres argentinos. Victoria germana de escasa numeración y andina grandilocuencia.

Al respecto de Estados Unidos, el viceinca enmaraña al populoso ignorantado con relatos de cómo el calvo Lenin se inclinó ante empresarios norteamericanos para recibir dinero que aplacase el hambre y redujera riesgos al golpe bolchevique. En condiciones inconcebibles de ventaja para el capitalismo, por supuesto, a costa de enajenar tierra rusa y ni hablar de la supuesta dignidad revolucionaria. García lo cuenta como si al solo nombre de Lenin tuvieran que caer murallas. Hay un dejo de monaguillo en eso, de adolescente aferrado al incienso y los cirios, de beata milagrosa. Si él lo dijo, era verdad… A quién le importa ya Lenin luego del estrepitoso fracaso de la izquierda borrega. Menos en el reino de la mentira.

Bolivia no llega a ser el campo de pruebas de una tendencia política como se quiere hacer creer, una experiencia ideológica y una gran lección humana.  Bolivia es el mare tenebrarum de los cuarenta ladrones, el narco estado que por ahora campea ante las narices delicadas de Barack Obama. El tiempo es menos fiel que mujer atormentada, y no tiene, como tendría esta, nada que perder.

Basta de lenines, stalines, maoínes, robespierrots o cualquier pretexto que utiliza como retórica el ambivalente estado plurinacional. Pueril palabrerío de comerciantes indigestos, de señores del gran poder con insignificancia futura (recuérdese al bufón Hugo Chávez, que ya ni muerto sirve). Concierto de balantes mamíferos; goyescas imágenes de burros cargando burros, de acémilas llenas de oro que desaparecen en todavía insondables pasadizos de fortuna.

Afirman que se quedan hasta el 2035 por el momento. Apuesto diez balas a que no.
02/11/15

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 03/11/2015

Imagen: Caricatura por TROND (El Día)