tag:blogger.com,1999:blog-70500561348126274092024-03-14T17:31:35.822-07:00LE COQ EN FERArtículos de ClaudioUnknownnoreply@blogger.comBlogger2236125tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-17756307330503227642024-03-14T08:18:00.000-07:002024-03-14T08:18:44.899-07:00Libros y geografías<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSAzGD6cWV8bJB-cPK2yBwkINshjTPlQpCGaGNRQ0E6SF7apwGpFuNVigQRZFDwVR-u9Bo4eQcDWcgaZ4AIzXpC00SlW_-jMcTmoqQWJGDNTBYx8r1in-V_0BcTfnqtVYyx-icL1YVktaNur9lhluhzKkSeOJInZ4gRkQrPnF7Z3mmhLQdguqUdEwdUc8/s580/0.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="580" data-original-width="435" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSAzGD6cWV8bJB-cPK2yBwkINshjTPlQpCGaGNRQ0E6SF7apwGpFuNVigQRZFDwVR-u9Bo4eQcDWcgaZ4AIzXpC00SlW_-jMcTmoqQWJGDNTBYx8r1in-V_0BcTfnqtVYyx-icL1YVktaNur9lhluhzKkSeOJInZ4gRkQrPnF7Z3mmhLQdguqUdEwdUc8/s320/0.jpg" width="240" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot </span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">'Twas after dread Pultowa's day,<br />
When fortune left the royal Swede -<br />
Around a slaughtered army lay,<br />
No more to combat and to bleed.<br />
The power and glory of the war,<br />
Faithless as their vain votaries, men,<br />
Had passed to the triumphant Czar,<br />
And Moscow’s walls were safe again -<br />
Until a day more dark and drear,<br />
And a more memorable year,<br />
Should give to slaughter and to shame<br />
A mightier host and haughtier name;<br />
A greater wreck, a deeper fall,<br />
A shock to one - a thunderbolt to all.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Así
comienza <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mazeppa</i>, poema de Lord
Byron. Solitario deambula el hetman atado a su caballo. En la gran Polonia se
desvanece un amor. El azar tampoco perdona a los poderosos y la gloria de Rusia
es en día aciago la debacle de Suecia. En Poltava, Pultowa para el inglés,
tierra que no alcanzaron mis ojos a aprehender porque la estepa no tiene fin.
También yo tuve un amor en Poltava. A pesar de que posiblemente la historia,
hasta ahora, le ha concedido cierto sosiego en el desastre de la guerra, los
árboles han perdido toda alegría en aquella ciudad y los extraños y a la vez
divertidos personajes de Gogol han sido engullidos por obuses. Hay nieve sobre
los campos de muerte, nieve sobre los montones de heno y las gigantescas
canastas que hacían de parapetos durante ese combate del setecientos. Pero
Nikolai Gogol no brinda únicamente jocosidad; despertará Viy e inundará Rusia
con su horror.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En los
billetes de hrivnas, moneda ucraniana, están los atamanes Mazepa y <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Khmelnytsky, esencia del pueblo rebelde, muy
pronto invencible. También Iván Franko, poeta, y Shevchenko. Tengo fotos en
Odesa con Franko, Babel y Holovaty, el primero no lejos del Hotel Bristol,
digno lugar para novelas de Joseph Roth. Un delgado volumen del poema de Byron,
en edición mexicana, me espera entre las luciérnagas del Paraná, en pueblo con
nombre de chañar ladeado, o burla o memoria de cuán poderosa suele ser la
naturaleza allí para doblar incluso el hierro. Por su vera caminan caranchos a
manera de dandys. He visto el gran río pero en otro lugar; mi madre nació allí,
oyendo el torrente y el siseo maldito de las yarará cusú. Los zorros tienen
patas como zancos, negras, y sobresalen al pastizal.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">No solo Lord Byron contempla la noche del Paraná sur, también la hermosa
Louise Bryant me hace aguardar por sus escritos de seis meses en la estepa
roja. Escribí sobre ella junto a John Reed, sobre Eugene O'Neill, la ya
temprana abyección de Zinoviev y la casta bolchevique. El tren de Bakú…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Comenzaba mi texto, parte de mi primer libro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Virginianos</i>, de esta manera. Habla Louise: "Supongo que el fin
de la vida nos llega a todos. A mí creo que me llegará pronto, liberándonos, a
mí y a mis amigos, del encierro que me hace vivir en unas curiosas condiciones.
Pero nunca importa demasiado... Debes saber que siempre te mandaré mi amor a
través de las estrellas. Si llegas allí antes que yo, o después, dile a Jack
Reed que lo amo".<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Había leído <i style="mso-bidi-font-style: normal;">México insurgente</i>
en la biblioteca de papá. En la universidad, en edición soviética, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Diez días que estremecieron al mundo</i>.
Cuán confiable es esta traducción, poco, sospecho, pero seguí al Reed libre en
el semidesierto del norte mexicano causándome indefinible emoción. De sus
versos populares recopilados hasta cierta apoteósica entrada de Francisco Villa,
el periodista se nutrió de fuentes que embelesaron a Bierce. Ahora quiero leer
otra vez acerca de su dramático amor con Louise, el sueño y el fin. Siempre
quise ver su lápida en las murallas del Kremlin, supongo que sigue allí; lo haré
cuando la historia haya arrasado con el último zar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Quiero imaginar los trescientos libros que Eliana Suárez como albacea
guarda en su pueblo para mí, debajo del árbol chueco. Está Charles Darwin en
los diarios del Beagle; Gulliver del demasiado inteligente Jonathan Swift;
Rabelais en dos tomos; poemas del avant garde ruso, Maldestam, Jlebnikov,
Tsvetáieva… Tantos otros cuya memoria carga herrumbre de años. Este veinte
veinticuatro supongo, espero, los estaré acomodando en los espacios vacíos de
mis volúmenes asesinados. Algún Schwob, no me acuerdo; sin duda escritores
locales en medio de la marea europeísta. Ensayo y novela, poesía menos pero muy
sólida. Historia por la cual siento mayor pasión que de mujer. Malaparte y
Malatesta, Osvaldo Soriano tal vez, Borges y Drieu. No lo sé ni quiero, mejor
que vengan las carabelas del descubrimiento, aunque Chicho Sánchez Ferlosio
hará lo imposible por distraerlas y me llenen de cuentas de vidrio a cambio de
nada. Con ellas enfrentaré la luz mala que en realidad me servirá para leer.
Bioluminiscencia de los cocuyos del más allá.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Hablábamos con mi sobrino Diego hace unas semanas de la Cuesta de Sama,
en el camino Potosí-Tarija. Pesadilla; las veces que subieron conmigo, la larga
flota o el lento camión, parecía nunca terminar. Si voy en odisea a buscar mis
libros en la pampa húmeda tendré que pasar por allí. Sin embargo, corrieron
cuarenta años desde la última vez y algo habrá mejorado. Me encantaría volver a
ver Embarcación, provincia de Salta, tanto leí en libros del Instituto
Cervantes acerca de la exploración del Bermejo. Las letras serán pretexto para
caminos. Habrá que decidir si ir hacia oriente o bajar al sur rumbo al Tucumán.
Uno y otro guardan intensa belleza. Kazimir Malevich y Sonia Delaunay pintando
palabras mientras cruzo la iglesia de barro de Tinogasta, en la mítica
Catamarca de la que hablaban madre y padre.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Una hormiga cruza el salón y yo pienso en Virginia Woolf. Cuando la
aplasto bajo mi suela de cuero crudo y produzco en ella una manchita
amarillenta recuerdo lecturas sobre la reina Victoria en la perfecta prosa de
Lytton Strachey. He de oler el Paraná, percibir el imperecedero aroma de mi
madre en Gálvez y Rafaela. Mi alias de trabajador ilegal era Horacio Quiroga,
tengo documentos que lo autentifican. Me los entregó un salvadoreño que tenía
las manitas cortas por el cloranfenicol. Para él era un nombre más; para mí, invocación.
Acuarela del río…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Pues así estamos. Con Lord Byron, Louise Bryant y Charles Darwin en el
ocaso, en donde los navíos se ahogaron en ficciones, en botes donde depositaré
los libros y subrepticio cruzaré el contrabando a las tierras del Alto Perú.
Quizá sea menos dramático, más prosaico, como un avión o un tren, aduana,
mirones de aduana, ¡quién sabe! Pero cargo pruritos novelescos e inventaré el
argumento como quepa adecuado. Mejor calzado de botas y de machete, siguiendo a
Pierre Loti, que con un barato maletín regateando impuestos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">12/03/2024<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-67785060526762991062024-03-09T17:55:00.000-08:002024-03-09T17:55:15.754-08:00Poemas de pasado el crepúsculo<p><b><i><span style="font-family: arial;"></span></i></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><i><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinDu0LaGvcBY_2SFCCtTZ-MKfB0GXdl6Cbg9ofsKUPWB3KcbNXf3hgTkPlC2R91wLdFKssuY3swAVfXYD23t06DgUuHL4AJhN2t3a01IWSt0_zuW6C4A4BjvQluk6WmXR-IrknDpVPYcjkOPcShUFXTWOXXcsh93x2CYEoRnxm2zgaHPxOJ0u3bVBqQDQ/s464/Casa%20de%20Bill.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="464" data-original-width="348" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinDu0LaGvcBY_2SFCCtTZ-MKfB0GXdl6Cbg9ofsKUPWB3KcbNXf3hgTkPlC2R91wLdFKssuY3swAVfXYD23t06DgUuHL4AJhN2t3a01IWSt0_zuW6C4A4BjvQluk6WmXR-IrknDpVPYcjkOPcShUFXTWOXXcsh93x2CYEoRnxm2zgaHPxOJ0u3bVBqQDQ/s320/Casa%20de%20Bill.jpg" width="240" /></a></span></i></b></div><b><i><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></i></b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Langston
Hughes viaja por un mundo encantado. No se referiría a la guerra española,
aunque el poeta negro siempre se aproxima a la belleza, tal vez a la sospecha
de ella. Se ha hecho profundo como los ríos, dice, y extraña a su amor en
Alabama mientras los aviones bombardean. Hay, también, luna en Valencia y don
Quijote es tanto España como el cuchillo artero por la espalda.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Las cinco
de la mañana en Poltava. Las cinco en Kharkiv. Un vaso de agua a mi derecha,
tomado a medias. Intento escuchar ecos de la guerra sin éxito. Por ahí, en la
oscuridad, una banda ataca en cumbia. Ladran los perros. Sancho no está para
escucharlos, solo yo ante la ventana con ojos telescopio que observan vida en
las estrellas. Comencé a ver un filme acerca de un lobizón. Lo dejo para más
tarde, con agua en botella esta vez, acompañado de la misma afonía de este
momento. Una mujer se acuesta sobre las sábanas rojas y hace parte del paisaje.
Apenas penetro en ella, juraría que no existe. Pongo dos almohadas grises para
ver si el contraste la hace real y fracaso. No me duele fracasar, no hay penita
pena pero tampoco indiferencia. Camino por la esquina de América y Gabriel René
Moreno, visito la piscina donde he de inscribirme, compro ocho pesos de pan y
como en la calle un sándwich de vacío. Retorno a mis sábanas carmesíes ajenas
de fantasmas ya. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Las cinco
de la tarde en Denver. Imagino mi casa antigua, me hace pensar en el poeta
cuando escribe que se bañó en el Éufrates. Salgo en memoria a mi terraza, con
un libro de Canetti que no abro al fin; me distraigo mirando canes que pasan
llevando de la mano a sus amos. Antes de la pandemia, al amanecer, recién
salido del trabajo, cruzaba en mi auto el parque Cheesman, cementerio de antes
en donde abandonaron tres mil cadáveres que pueblan césped y pinos. Me gustaba
ir por ahí, silencio encima de silencio. Luego bajaba por la calle 9 hasta
llegar a mi callejón a la izquierda. Hay dos parqueos, uno es mío, el del
apartamento 1. Cierro la puerta y miro arriba hacia el balcón cerrado. Siempre
está allí esa mujer, cabeza y parte del busto, sus ojos en mí. No hago caso y
subo las escaleras de la puerta lateral. No se oye nada, es cuasi macabro,
tenebroso. Lo mío está en el primer piso, justo antes de la puerta principal
con delgados vitrales. Cierro con llave y pongo la oreja. Al no haber ruido,
tiro pantalones y zapatos a cualquier lado y me arrojo en cama con camisa y
calcetines. Mi delgada y flexible lámpara queda encendida. La regalé a un
vecino cuando me fui. Intactas botellas de ron y de aguardiente. Peter
Mathiesen y Eduardo Rosenzvaig en el velador. Agua, siempre agua para aliviar
mi desierto. Ligia descansará, lejos, en un cuarto de Daly City, bastante cerca
del océano. Me contaron anoche que murió un hombre que la amaba, mi enemigo, a
quien azoté enfrente del café Carajillo. No llevaré flores a su tumba, por
supuesto, pero me hizo pensar. No quiero jugar senil y afirmar lo efímero de
esto, de todo esto, prefiero dormir recordando la sonrisa de una bella muchacha
italiana que por su edad podría ser mi hija, o mi nieta… Estoy llegando a la
canción de los Beatles en unos días, <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">When I'm Sixty</span>-<span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Four</span></i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">. Por cierto que
no he perdido el cabello y que sigo enviando notas de amor y a ella, a la
italiana, le mandé con el mesero dos jarras de caipirinha con olor a trópico.
Luego se marchó y me dejó una foto que ni haré enmarcar ni veneraré; si
estuviera acostada en mis sábanas rojas la penetraría hasta el principio del
mundo, donde uno suele morir.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Rosenzvaig escribe: “Sabíamos con Umbral que Borges escribía uno de los
mejores castellanos del siglo, pero su ceguera de heroico versallismo nos
desbarataba”. “Borges, el erudito, que nos decía que la erudición es un juego,
una simulación, una chanza a los estúpidos jóvenes que creen en ella”. “Borges
hacía de la ironía un género de vida y del escepticismo un absoluto que
redondeaba en epílogo, por ello nos robaba millones de años y confundía en la
inercia”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Mi primer año en los Estados Unidos como trabajador ilegal ahorré once
mil dólares. Por cinco mil compré a mis padres la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Encyclopaedia Britannica</i> en veintidós tomos forrados de cuero azul
oscuro. La mandaron a Cochabamba desde Washington DC con dedicatoria a Alicia y
Joaquín en el primer volumen. Mi padre la leía en su mesa de comedor día tras
día, año tras año hasta que accidentalmente falleció. Sigue aquí, en casa de mi
hermana Elena que por ser mayor a mí consideró apropiársela. A veces Joaquín
traducía largos textos por el ejercicio de hacerlo. Con sus desvencijados
anteojos se acercaba a las delgadas y suaves páginas que todavía huelen a él. En
el teléfono me comentaba sus descubrimientos: el genocidio circasiano, la
biografía de Leonid Andreyev. De segunda mano venía la ilustración hacia mí,
cuánto le debo. Con la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Británica</i>
rememoro, cómo no, al ciego de Buenos Aires.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Las cinco y media en Poltava. Puedo reconstruir en mente el nacimiento
del sol en el raion de negras tierras. No hace mucho, Ronald Arandia ponía en
la bocina en casa de Elena canciones que acercaban el pretérito. Entre ellas a
Gilbert Bécaud y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Nathalie</i>: “les
plaines d'Ukraine”. ¡Ah! Los campos de Ucrania…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Atrapan prisionero a un moro herido, guerra de España, y Langston Hughes anota
que es “tan oscuro como él”. Salto a las “voces dolorosas del África” de
Agostinho Neto. Las lámparas se han hecho pesadas y descienden hasta hacer de
casa casi refugio antiaéreo. El único obús que tenía, uno del 105, ha caído con
estruendo desde el quinto piso. No tengo defensa ni alternativa. Creo que leeré
a Dickens, algo de infancia no ha de venir mal. Después de almuerzo escuché
música perdida de los judíos de Transilvania y sones del istmo de Tehuantepec.
Miré fotos de Marina en malla, cuánta belleza, y dormí. Soñé que no soñaba y
quedé vacío. Trago de agua, trago de sombra. Escucho pasos en la habitación:
son los míos. Atento, trato de concentrar el sonido de pies descalzos por la
madera. Froto algo de mentisan para dolores de alma y acaricio la piedra
alumbre que me regaló un brujo en Cholula. Más que eso, nada, escribir un verso
sin lírica, algún texto vacío. Las ocho cincuenta y nueve de la noche en
Cochabamba; ayer me deslumbraba una sonrisa y al oído me contaban cosas tristes
que no me hicieron llorar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Termino citando de nuevo a Rozenzvaig: “Nada se parece más a la pérdida
de la infancia como una dictadura”. Hablaba del<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> Z</i> de Costa-Gavras. Años 70. Camino al cine que creo estaba en la
calle Sucre. He de ver <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Investigación de
un ciudadano sobre toda sospecha</i>, de Elio Petri, con Gian Maria Volonté y
Florinda Bolkan. Hay pasos en el dormitorio. Han dejado de ser míos, hora del
hombre-lobo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">09/03/2024<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Fotografía: Claudio Ferrufino-Coqueugniot/Casa de Bill</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-78442596787066033902024-03-06T05:47:00.000-08:002024-03-06T05:47:59.393-08:00Viajes al pasado<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhogpbT75J29SDCKoUMi08gvxOKlmaUNPyl_anV5VzhL8Dcnjkx9TQ4xyYhT9rfg72wixgMKLzmTz-QeAJCQHhfOCZpw6m-pAYJoko7aXlKQwL8zmog0z6HjlYW9AxQ3wP3F4C-T6MWylIvRgNFkmeVMCWt9QIQ-ZWNUR-Bp2C37_S75NPhWH2xjeRPhrI/s580/Algarrobo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="580" data-original-width="435" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhogpbT75J29SDCKoUMi08gvxOKlmaUNPyl_anV5VzhL8Dcnjkx9TQ4xyYhT9rfg72wixgMKLzmTz-QeAJCQHhfOCZpw6m-pAYJoko7aXlKQwL8zmog0z6HjlYW9AxQ3wP3F4C-T6MWylIvRgNFkmeVMCWt9QIQ-ZWNUR-Bp2C37_S75NPhWH2xjeRPhrI/s320/Algarrobo.jpg" width="240" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal">Edgardo
Cozarinsky cuenta del famoso cuadro de Caspar David Friedrich, un hombre ante
la bruma, en alguna mansión escondida de Budapest. Su cuento se teje alrededor
de la historia de la pintura, una anciana condesa, la pertenencia de semejante
pieza al conjuro centroeuropeo, a ninguna otra geografía. Pienso en el Prater
de Viena. El viento frío penetra por la ventana con esquirlas de lluvia. Desde
hace unos días, luego de leer el texto de una escritora rumana, pienso en
Stefan Zweig, en cómo y cuánto lo leía en la biblioteca de casa: <i>24 horas en la vida de una mujer</i>…
Editorial Tor, de tapa coloreada y delgadísima. Unto mantequilla sobre pan
francés. Negro humo del café.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La casa se
ha llenado de silencios. No he tocado ni almohadas ni fundas, todo está como lo
dejaron. Tengo cierto escrúpulo de destruirlo, de ponerme a limpiar y permitir
perfume de aire fresco entre las paredes, quitar polvo de lámparas y apagar el
disco de boleros de caballería que he ido tocando en el ocio libre. Esto se
refleja en reembranzas de lo que escuché, las bandas que oí en el crepúsculo de
pueblos. Enterramientos de domingo, crespones de papel en púrpura y ébano, músicos
desorejados y ebrios que arrecian con el trombón, cornetas del fin del mundo,
tambores inquisidores y bombos de antesala del destino.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Desde su
balcón solariego, mi abuelo, subprefecto de Punata, veía pasar la banda
borracha, alegre beodez que no coincidía con la penuria de los sones. Se
acercaban, pasaban y desaparecían rumbo al campo dicho santo. Cruces pintadas a
cal, que azules solo para la élite, inclinadas, deshechas, caídas. Flores
nuevas para muerto nuevo. Viejo será apenas se marche el público y los
desenterradores desvestirán al sujeto o aprovecharán el cuerpo de la difunta
antes de medianoche. Luego palazos sonoros, arena y cascajo, el o la difunto
difunta pelados con un resfrío que no podrá matarlos estando como ya están.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Hacia ese
mundo encaró el domingo desde las nueve de la mañana, informándome de las vías
modernas superpuestas sobre los durmientes del otrora tren al valle. Viajé allí,
por Tin Tin y Vila Vila, en el techo, agachando la cabeza en un par de túneles
de no larga extensión. Viajó mi padre niño de la mano de su primo Gualberto
Villarroel, Ferrufino era, crío del cura Quintín. Desde su casa en la hoy
confitería Dumbo, sobre la avenida Heroínas, visitaba a los abuelos en la calle
Lanza, casa de tres patios, al lado de las monjas y el diario <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ángelus</i> ¡de rodillas, de rodillas! Hogar
que contaba con un peculiar fantasma pianista a quien infructuosamente combatió
mi padre con corto sable de oficial paraguayo obtenido por un pariente en el
Chaco. El piano siguió tocando y el cuchillo cercenó macetas y flores de
cartucho. Melancólico, un árbol de floripondio observaba hasta dormirse de
nuevo al ritmo de teclas hermosas y malditas de quien nunca fue.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El cadete
Gualberto Villarroel, de etiqueta militar, recogía al pequeño Joaquín y viajaba
de la mano con él en ese tren del valle. Lo entregaba a su tío Armando
Ferrufino Camacho e iba a visitar a su madre en Muela, después Villa Rivero,
que en mi memoria aparece con los compadres Montaño, ambrosía al pie del ordeño,
más deliciosos y en extremo grandes duraznos de partir de San Benito y los
mejores de Ulincate.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Pobre
Gualberto, lo ahorcaron más tarde, de ese poste de luz que muestro a Emily y
Aly, mientras el otro pariente, ahorcado a su vez, mira desde el alto pedestal
de palomas cagonas hacia el mamotreto de la “gran casa del pueblo”. ¿Copiaron
el pomposo nombre de los guaraníes o de los iroqueses? Dejamos a nuestros
queridos colgados para subir al en verdad impresionante teleférico. Aly me dice
que La Paz le recuerda Lisboa, Emily sufre con el gentío de trescientos
atolondrados camino de El Alto en la línea morada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El alto
valle, el Valle Alto. Tierra que nos liga a la Cochabamba rural de manera estrecha.
Desde los ya fallecidos álamos reales que el abuelo plantó en el camino de Punata
a Arani hasta los adustos ojos de Manuel Ignacio, héroe, a otros más suaves
pero muy característicos. El mayor Celiz, de la Fuerza Aérea, de visita en
casa, afirmaba el común parentesco con René Barrientos Ortuño; de boca en boca entre
los viejos corría la leyenda del Ferrufino apuntando la charpa al macizo pecho
del tirano Melgarejo. Charpas somos, algunos incluso llevan el mote como apodo
personal. Los charpas y los otros, será, supongo, signo de distinción. Tarata y
Huayculi.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sugiero a
Elena que conduzca no por el asfaltado entre Cliza y Tarata sino que tome el
empedrado que atravesará el misterioso algarrobal de Tiataco. Este está en un
sitio de las Naciones Unidas marcado en el mapa con otros alrededor del mundo
como lugar notable. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Corría un
“rápido” de color rojo entre los espinales de allí, cincuenta y cinco años
atrás. Pertenecía al tío Jaime, el que a pie escapó de Curahuara de Carangas a
Chile durante el período de los campos de prisioneros en el auge del MNR.
Loayza Beltrán lo cuenta en el libro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Campos
de concentración en Bolivia</i>; también cómo su hermano Rómulo Ferrufino Ustáriz
se arrastraba por los helados pisos de la cárcel inutilizado por el ferviente
látigo movimientista que castigaba su osadía de haberse cargado a dos policías
durante una insurrección falangista en Cochabamba. Brisa del altiplano que
construye figuras volantes. El frío duele más que el fuego. He pasado por
Curahuara y pensado en los parientes, visto las magníficas pinturas de la
iglesia, calentado las manos enguantadas con la fogata encendida debajo del
tanque de diesel para descongelarlo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El tío
Rómulo, el mayor, hijo de Cecilio, era muy serio. Tres de los hermanos vivían
al lado de lo que sería la Universidad Mayor de San Simón. Poco salía él cuando
íbamos al campo en familia. “Rápidos” se llamaban las grandes vagonetas que
utilizaba el transporte interprovincial. El tío Armando tenía una negra, y
Jaime la roja con la que cruzamos Tiataco y donde por primera vez en mi vida
veía ese paisaje entre dantesco y épico. Nunca lo olvidé. Elena, encara por
este camino hacia Tiataco, luego curvarás hasta Arbieto y saldremos a la
carretera que bordea la Angostura. Chevrolet “sapitos” de los años 50, tal vez
Studebakers y Dodges al lado. Esos llevaban carga y gente. Eran altos; no
encuentro ninguna foto en la red que los identifique. Me queda el recuerdo.
Iban a Quillacollo, a Vinto y Capinota; a Tiraque y Pojo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Niños
alrededor del baile, nosotros. Tango y cueca, taquirari. Rómulo y Jaime se han
quitado los sacos y danzan. Metidos en el pantalón, en la espalda, cargan
revólveres de ocho tiros. En el amanecer de la fiesta salen al patio y echan
balazos al aire. Mi padre con la Beretta calibre 32 que heredó mi hermano.
Salvador Lobo, tío, contralor, lleva pistola pequeña. Canguro Antezana, dos, y
mientras gira apaga una a una las estrellas con cada disparo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">A las dos
de la tarde el sol no perdona. Pero debajo de los algarrobos la sombra cobija
cactos. Algunos parecen muy antiguos. Creo que al menos esto se preserva en el
país. La plaza cuenta con una espantosa iglesia de ínfulas modernas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Caminamos
por los ceibos que bordean la vertiente de Juturi. En la plaza de Anzaldo, de
sombrero y anteojos negros como jamás uso, digo a mis hermanos que es quizá en
mi novela <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El señor don Rómulo</i>, casi
al principio, que menciono a un pariente que vivía aquí, en una de las casas
alrededor, y que tenía tres calaveras en su velador de hombres que había
matado. Necesitaría compañía el señor, callada presencia, allá él.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Este viaje
al pasado semeja casi un paseo por la muerte. No podía ser de otra manera en tierra
belicosa, donde amedallados y no amedallados se mataban con fruición. Igual sus
descendientes. Papá con un Winchester y el tío Jaime con pistola ametralladora
haciendo guardia en la casa del abuelo en Cliza porque un par de veces los
Jordán les habían arrojado dinamita al techo. Yo que no tengo armas de fuego
bien sé que a pesar de eso el asesino anda agazapado. Si saldrá o no saldrá es
el acertijo. Por ahora escucho calmado música provenzal y me acaricio las
piernas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Cuento las
ulupicas, verdes y rojas, que compré en Anzaldo igual a un rosario. Una tras
otra en su menudez letal. Desconozco su preparación pero he de aprender, vicios
del capsicum.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Domingo que
fue algo que nunca cedió, que permanece como argamasa de hierro aunque
alrededor hayan caído en ruinas los artefactos de la memoria. Recolecto
piedrecillas de color, tomo fotografías. La próxima avanzaremos al todavía
fabuloso río Caine. Plantaciones de papaya como flores anaranjadas. Negros
buitres antes de comenzar la subida al Potosí.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Apenas he
comenzado a caminar. Multitud de sombras me sigue como a diputado nacional.
Exigen que escriba sus nombres que si impresos están los justifican. Caso
contrario se hundirán en la tristeza, aciago lodo del adiós.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">05/03/2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Fotografía: Claudio Ferrufino-Coqueugniot, 2024. Algarrobos en Tiataco</span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-68388307176754858982024-02-22T08:20:00.000-08:002024-02-22T08:20:57.535-08:00El retorno de las hijas<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlYf11oMWP_L7hYmRYb81JDsQ7o4RWkUC7vopaExbxBvjB3urkjTK1MkVs0ARq_mzF-JsLPTLBO0hWH_jwIK_yuQRkKj0RyLADSf5d1NW9ZhP42IiWDJQVprLOzLPFlfckkMYoX_rBjHlBMSUuRcFM5-EggUtBNWHwBmERyeftlM2jRLMPKvD7CDvfUXw/s580/Chicas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="580" data-original-width="435" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlYf11oMWP_L7hYmRYb81JDsQ7o4RWkUC7vopaExbxBvjB3urkjTK1MkVs0ARq_mzF-JsLPTLBO0hWH_jwIK_yuQRkKj0RyLADSf5d1NW9ZhP42IiWDJQVprLOzLPFlfckkMYoX_rBjHlBMSUuRcFM5-EggUtBNWHwBmERyeftlM2jRLMPKvD7CDvfUXw/s320/Chicas.jpg" width="240" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Enriquecedora
llegada de las hijas. El reloj de muñeca se ha detenido. Pila que no cambiaré
hasta que pasen dos semanas. No necesito noticias del tiempo. Todo fluye ahora:
el viento, la luz, la lluvia.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Abro las dos
últimas maletas de mi regreso, las que trajeron ellas. Dire Straits y Mozart: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tänze und Menuette</i>; <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tristes trópicos</i> de Claude Lévi-Strauss; <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Bellacos y paladines</i> de Augusto Guzmán. Poco a poco va
alimentándose la biblioteca, que fue inmensa en su tiempo y resistió más que la
de Alejandría a pesar de las pérdidas. Me sentaré en el silencio de la esquina,
sobre el sofá negro, a abrir páginas enmohecidas o secas. Voy alistando un
grupo, comenzaré con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La comedia de
Charleroi</i>. Recuerdo mi viaje a Amiens, visitas en la Picardía francesa. El
tren atravesaba el bosque de <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Compiègne,
detrás de la catedral de Amiens creí estaba Pedro el Ermitaño, la inundación debió
ser similar en Flandes: casas hundidas, bucolismo de agua sucia, gris, gris
como no podía ser distinto un cielo que alimentó a Robespierre en Arras. Hervé
retornará de Lille a recogerme; Silvia Jemio seguirá conversando sobre la
Máslova de Tolstoi. Luego el modesto lecho que provee la anarquía, largas
estadías en parques, almuerzo en la Sorbona, delirios en el Luxemburgo. Un
vuelo al Canadá con un afiche de Modigliani que conserva mi hermana Delia en
Chicago después de casi cuarenta años.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Las hijas. El recuerdo. Washington DC y Denver. Hospitales, certificados
y llantos. Una diferente de otra. Hoy se sientan a conversar conmigo acerca del
populismo latinoamericano, de proyectos y temores fundados. Solo ayer jugaba al
jai alai con ellas en el patio de la avenida Peoria, les preparaba guisos de
fideo con carne, nadábamos en la piscina mientras las alarmas anunciaban
tornado y que había que salir del agua. Ni salimos ni tornado hubo, solo un
tinglado voló como ángel aluminio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Me llama alguien de La Paz, voz de mujer. Preguntan quién era ella, hacen
un tour de la casa, sugieren mesas pequeñas para los dormitorios. Las ordenaré
pronto para el año en que vuelvan. No me he puesto a cocinar, apenas a hervir
un par de chorizos de calentar y preparar emparedados de queso de chancho o
mortadela con escabeche. Se ha transformado la vida, les comento, ya no es
llegar a la calle Clarkson y tener que preparar platos para la semana. Emily me
pide alguna pasta; Aly rellenos de papa. Las vagonetas corren hacia Mizque, a
la casa de Elena en Yunguillas. Muestro lugares con supuesta historia,
recorremos en verbo imágenes de la vida de los hermanos Ferrufino Camacho, mi
abuelo Armando, el rubio Rómulo, Cecilio el mayor y José con traje militar
francés, favorito del presidente Salamanca, odiado por la mersa de oficiales.
Cerámica blanca de Mizque, caritas achinadas como las de Omereque en barro
marrón. Un río que fue soberbio y que lleva llantas viejas de camiones hoy, y
tiene botellas rotas en el fondo. Dicen de las parabas de frente roja, comentan
y no se ven. Se las habrán comido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Extraigo de una de las maletas varias figurillas de calaveras. De origen
peruano. Perú ha hecho una industria de la muerte en miniatura emulando a
México. Calavera sentada frente a computador; calavera Elvis; calavera director
de orquesta. Está bien pero se ve la diferencia. Perú no tuvo a José Guadalupe
Posada; México no a Martín Chambi. Si somos lo mismo, hablamos el idioma del
amo y nos venimos matando entre nosotros desde antes de Adán. No cambiamos ni
cambiaremos. Oscuro amén.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Anoche, cuando ellas dormían, puse a tocar Hervé Vilard. Infancia y
juventud. Se agitan los espectros queridos. Si salgo siempre les dejo música.
Ayer fue bhangra del Punjab; hoy creo que Los cantores del valle, disco que
teníamos a mano para las fiestas de tíos y primos, con la tina llena de cien
cervezas y dos barras de hielo que fabricaban cerca del Cero, en la avenida
Barrientos. Hoy todo eso está superpoblado. Hay puentes aéreos sobre muladares
y cabras. Apenas reconozco el estadio del barrio petrolero. Encima de la tapada
Serpiente Negra se detienen los taxis para los choferes beber vasos de
hirviente leche de burra, ordeñada ahí mismo, a la vera, mientras otros
bocinean desesperados por la trancadera de viciosos. Pensamiento mítico, primitivo,
con cuánta verdad lo desconozco.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Mientras conversamos el martes por la noche, vaciamos una botella de
tannat. Vino fuerte, parece malbec, dice Aly, con catorce grados de alcohol.
Aromático. Para el trayecto de Mizque, la fogata a la intemperie de las
luciérnagas, alistan un syrah tarijeño. Hay cascabeles en las estribaciones de
los cerros del Infiernillo, con lomos de figuras romboides como tejidos
andinos. Víboras similares, más pequeñas, habitaban detrás del calvario de
Urkupiña; por ahí se descendía a una laguna y se subía al otro cerro, a los silos
de Cotapachi. No lo veo desde mil novecientos noventa. No habrá ni silos ni
lago ni víboras. Evo 2025 y viva la virgen.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Muchacha borra esa fecha del duraznero, escucho. El crepúsculo de
carnaval cae en globos de agua sobre la casa de Trojes. Los vecinos festejan
con lloriqueos charros, de a ratos truena una banda. La Poopó tocó un par de
horas frente a mi edificio. Humeaban fricasés y vírgenes y Cristos temblaban en
pedestales de yeso ante los bombos decorados. Un tamborilero a cada costado,
magistrales platilleros hacen mejores fintas que Ronaldinho Gaúcho. Estruendo
de guerra mientras adustos aymaras no mueven el semblante. Magnífica música,
pueden guardarse el rito y los santos. Que agradecer el comercio y la coca
deben, es claro, allá ellos y sus cuitas, que suene la banda.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Lloraban Emily y Aly en el amanecer de Denver. El padre dejaba atrás más
de treinta años conjuntos. La vida tomaba un giro esperado. Se secaron lágrimas
en la atmósfera y llegó la modorra. Desperté en casa que ya no era la mía aunque
me alojase allí. Desde el quinto piso no seré prosaico diciendo que contemplo
mi existencia, pero observo el barrio, escucho a los perros y cuento multitud
de macetas de la vecina abajo. Me he rodeado de pequeñas cosas que me ligan al
pasado. Añoro tal vez pies descalzos de mujer. ¿Vendrán no vendrán? A saberlo.
No parto a Uzbekistán todavía porque me lo impide la espalda. Pero digo a mis
hijas de Bujara y los pasadizos montañosos con flautas y árboles de
albaricoque.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Sol de desierto. Por hoy me conformo con lluvia que desciende del Tunari,
mixturada de nubes y memorias de retama que ya no existen en las estribaciones
de este Ande multifacético y en exceso poblado. Dejo en el tocadiscos para mis
fantasmas el bellísimo clarinete de Sidney Bechet y cierro la puerta.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">22/02/2024</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-32199605066073919112024-02-16T12:38:00.000-08:002024-02-16T12:38:00.376-08:00Adams Morgan/CUADERNOS DE NORTEAMÉRICA<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHfzHT4qbDZ6yra2nVi3sYtKL7RjoLzul3-C7UcvfGOKNiV5EUJROxp4pkTBPsHTp82c3kYFjF63aBLtOyIZgLHb1oZAyUSKufYAl-NLxWh0GUsWNB2YOBIqLOxdKwFbg8yaIMvB2d0Yef62VsAtWleWLyqWYVa4Ni77mY2E0o_x1HIVqp6P4QAvS84sI/s580/Adams%20Morgan.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="580" data-original-width="406" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHfzHT4qbDZ6yra2nVi3sYtKL7RjoLzul3-C7UcvfGOKNiV5EUJROxp4pkTBPsHTp82c3kYFjF63aBLtOyIZgLHb1oZAyUSKufYAl-NLxWh0GUsWNB2YOBIqLOxdKwFbg8yaIMvB2d0Yef62VsAtWleWLyqWYVa4Ni77mY2E0o_x1HIVqp6P4QAvS84sI/s320/Adams%20Morgan.jpg" width="224" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Este “cuaderno”
fue escrito por mi esposa Jenny.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Calles
húmedas, subiendo la colina por la Columbia Road, cerca de Mt. Pleasant Street,
donde pelean salvadoreños y policías. Vacías cervezas en las veredas y gringos
maoístas gritando entre filas de gente rabiosa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Ahora solo
ruidos de autobús y automóviles. Los vendedores de la calle improvisan paraguas
con plástico azul. Olor a salsa, mangos podridos. Negros durmiendo enfrente de
la Casa de Jesús. Pateo una sucia paloma que se me acerca. Luego pongo 25
centavos en la mano de un viejo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Anochece.
Dakota abre sus puertas con espectáculos de láser y minifaldas. Una rubia se
detiene en la esquina de la 15 y Columbia a escuchar congas y tambores de
negros musulmanes. Les da un dólar y continúa hacia su pequeño apartamento
donde la espera un gato gordo, ajado, celoso.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Washington
DC.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">1990<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen:
Dibujo de Jenny Gubrud, 1990<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-36103369139460818832024-02-15T15:34:00.000-08:002024-02-15T15:34:22.081-08:00Arlington/CUADERNOS DE NORTEAMÉRICA<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlIOOK7iUklPhYSLHjrJ8hszg3eb1QydSXI7JnHUESCbk9hTXkKZSHhOM1s3LFG8diPAruSu7r8i6-i8Jj4twXTwXRQO8xUSd9z8iOxN1WFO62qr_TVwzZmxx9zmq7BoGyk3drBAkfpo7H8PB4jMNi5VFxI49Gwckd7kMg7qzLxmDs0VbQhnUz88gZW9k/s825/Clarendon.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="550" data-original-width="825" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlIOOK7iUklPhYSLHjrJ8hszg3eb1QydSXI7JnHUESCbk9hTXkKZSHhOM1s3LFG8diPAruSu7r8i6-i8Jj4twXTwXRQO8xUSd9z8iOxN1WFO62qr_TVwzZmxx9zmq7BoGyk3drBAkfpo7H8PB4jMNi5VFxI49Gwckd7kMg7qzLxmDs0VbQhnUz88gZW9k/s320/Clarendon.jpg" width="320" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Mis barrios
mansos, de ayer y futuro. Nieve cae; se ocultan los mapaches.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Voy por las
calles, los árboles, la escuela Jefferson sin niños. En la esquina, el bar; la
mesera confunde los senos con los grandes vasos de cerveza, empañados sus
anteojos en el vaho del chop.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Roy
Orbison, que no está vivo, canta <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Pretty
Woman</i>. La tarde trae alcohol y veteranos de Vietnam. De ellos, un médico,
John Bakker, que paga mujeres para bailar la noche. Primer Arlington.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El segundo
era más suave, tenía balcón, hija, esposa. Ciudad de caminar por el bosque, de
bolsos para compras. Nadaba un pato cabeza verde en el agua cercada; ahí sigo
yo, mirándolo, todavía melancólico de no encontrarlo a diario.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">1990 </span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-31692708560352613422024-02-09T04:42:00.000-08:002024-02-09T06:47:05.799-08:00Adoquines de Varsovia<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoCMOrRpxNzQIM2PI9TPxM47VcLr3dJdVjzNvvr-7avlTOhXnH4LWKWxQT4C8-pe_x1-GqQwQdbZ9j4hI0PmTD23dkNjXmyHkB6K3rZOxPW5xHrIbA5LXDvfEtFcsuxbw5XCL2FU4OxDsQW6rRGKpuwDJdpWo4enn2gcqqCiBNv1A-YJggz3DZjYQQxUE/s252/images.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="252" data-original-width="200" height="252" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoCMOrRpxNzQIM2PI9TPxM47VcLr3dJdVjzNvvr-7avlTOhXnH4LWKWxQT4C8-pe_x1-GqQwQdbZ9j4hI0PmTD23dkNjXmyHkB6K3rZOxPW5xHrIbA5LXDvfEtFcsuxbw5XCL2FU4OxDsQW6rRGKpuwDJdpWo4enn2gcqqCiBNv1A-YJggz3DZjYQQxUE/s1600/images.jpg" width="200" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p><i><b><span style="font-family: arial;"> </span></b></i></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO">Dejo en
cama la fiebre, el virus, la mácula y el trueno y me siento a escribir. </span>De
fondo, George Harrison y Paul Simon cantan <i>Homeward
Bound</i>.</p><p class="MsoNormal"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Los ulanos
marchan por las calles de Varsovia para enfrentar al Ejército Rojo. He mirado
el filme <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La batalla de Varsovia, 1920</i>,
de Jerzy Hoffman, con Daniel Olbrychski en el papel de Józef Piłsudski. Tremendo
actor. Fue Tugay Bey, <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Andrzej</span> Kmita
y tantos otros personajes del mayor cine polaco. Participó de aquella joya
cinematográfica que fue <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La tierra
prometida</i> (Andrzej Wajda, 1975), basada en la gran novela de <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Władysław Stanisław Reymont, Premio Nóbel de
Literatura en 1924, en una Łódź gris e industrial que desde entonces se me ha
tornado en obsesión, algo como no moriré sin haber visto Łódź, que me recordó,
además, una lectura de mi temprana juventud, cuando Ilia Ehrenburg en sus
memorias contaba del poeta Julian Tuwim, que había nacido allí, y que amaba
aquellos orines y charcos de su ciudad. Viajar de una referencia a otra, así
uno construye los muros propios, la cueva, la celda, el nicho donde esconder tesoros.
Pablo Neruda conduce a Ehrenburg, este a Tuwim, Tuwim a Łódź, sus calles a
Reymont, en indestructible cadena de eslabones, del hierro al diamante. A Bruno
Schulz, Zuzanna Ginczanka, Wislawa Szymborska<b>, </b>Olga Nawoja Tokarczuk…<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Volviendo a Jerzy Hoffman. Esta cinta no alcanza la maestría de su
trilogía histórica inspirada en la obra de Sienkiewicz. Esencia polaca de la
libertad, fronteras cambiantes y centenarias, mezcla de culturas, razas y
tragedias compartidas. Épica del triunfo como de la derrota. En los Lagos
Masurianos fueron vencidos los caballeros teutónicos en 1410 por una coalición
polaco-lituana. En 1914, rusos y alemanes combatían de nuevo en el lugar. Cada
ápice de tierra de la región siempre estuvo bañado en sangre. La belleza de
Volinia, la de Galitzia, esconden inenarrable horror.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Alguna vez escribí sobre la guerra polaco-soviética del 20. Si mal no
recuerdo está descrita en la novela <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Así
se templó el acero</i>, de Nikolái Alekséievich Ostrovski, quien la terminó a
pesar de su casi total invalidez y ceguera. Ostrovski, al igual que Isaak
Bábel, perteneció al Primer Ejército de Caballería, el de Budionny, que
combatió en ella. Libros muy distintos los suyos. Ostrovski, desde su lecho,
dictó páginas de realismo socialista, de proletariado y revolución. Bábel, de
las figuras de Pan Apolek en una iglesia perdida en los bosques. Se ha olvidado
ya a uno mientras el otro persiste. Seguramente en la Rusia de Putin se
continúa editando al bravo novelista discapacitado; de Bábel se hacen hoy
ediciones completas en varias lenguas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Ludendorff pensaba talar el bosque de Białowieża para alimentar su
maquinaria de guerra. Hoy persiste, antiguo, bordeando Rusia Blanca,
esperándonos a Natalia Aleksandrovna y a mí desde que descendimos de aquel
tranvía en Vinnytsya, cuando los sueños eran seis años más jóvenes y los
fracasos se convertían en victorias. Espectros de Hermann von François y
Alexandr Samsonov, un libro que compré en la esquina de la Ayacucho y
General Achá. Sigo considerando a Solzhenitsin como uno de mis grandes autores
y a las miles de páginas de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La rueda roja</i>
una <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Biblia</i> moderna. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Todo me lleva a Polonia. La disfruté en el libro de James Michener y en
cincuenta años de lectura. A pesar de eso sigue desconocida. Sus vértices son
muy profundos en la historia de la vida y jamás alcanzaré siquiera a vislumbrar
sus inicios. Como lo demás: Colombia en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La
vorágine</i>, en Mutis y Roberto Burgos Cantor; Argentina en Borges y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Don Segundo Sombra</i>; Hungría en Mauricio
Jokay; Francia en Hugo y De Vigny. ¿Dónde compramos más tiempo? Se acaba más
rápido que la gasolina. Las filas de autos en el surtidor de la esquina se
hacen largas. Se quiere cumplir con horarios y obligaciones. Sentado en la
plazuela circular, sin automóvil ni trabajo, me veo tan ajeno ya. Subo los
escalones que no del paraíso y me refugio en Anaïs Nin y Hermann Hesse. De
este, la memoria de mi amigo Oscar Vallejo a quien mataron a patadas en el
Colegio Militar. Me había regalado <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Demian</i>
en cierta aburrida clase de sicología. Es lo que más recuerdo de Hesse, un
primer amor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Bakunin y Herzen escribían y complotaban desde Londres por el triunfo de
la rebelión polaca de 1863 contra el Imperio Ruso. Incluso Mikhail
Alexandrovich intentó llegar para unirse al alzamiento. Chopin en algún filme
tocaba al piano la Polonesa Heroica. Visité su tumba en Père Lachaise. Ignacy
Jan Paderewski, Mickiewicz, María Walewska, Jan Matejko, arte y belleza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Trotaban los caballos de los ulanos sobre los adoquines de Varsovia y yo
me he puesto a volar por otros cielos. Íntimamente sé lo que quiero narrar y me
valgo de subterfugios para ello. Bábel hablaba que lo que importaba era el
estilo y no el argumento. Alguien como él podía decir lo que quisiera; o no
decirlo, maestro mudo en que se convirtió para sobrevivir.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">He hecho planes futuros; no se puede hacer planes pretéritos. Tambalea el
porvenir ante los vientos, la lluvia cae de perfil, golpea ventanas, vidrios
con resonancia de órgano. Pero, fuera de eso, silencio, absoluto, afasia de
tiempos modernos, cómo no caer en solipsismos cuando sombra alrededor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Abro la puerta de entrada. Boca oscura, el departamento como nave
espacial perdida en las estrellas, de zafado rumbo y comida estrecha. A pesar
de eso no escribo ciencia-ficción. En una década quizá, sabiendo que esa época
es improbable o no existe. Me sumerjo en el agua del cretácico de monstruos
reptantes. Ayer hablaba del hombre de las cavernas y de cuánta alimentación se
necesita para no morir, otra zamba.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Disfruto del cine histórico, de la similar literatura también. Me alegro
haber traído conmigo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rumbo a Tartaria</i>,
de Robert Kaplan. Me ayuda a ajustar mis itinerarios ilusionados, no ilusorios.
He estado averiguando cuánto costaría vivir en Uzbekistán y es bien poco. Mi
jubilación alcanzaría con largueza unos meses allí. Al igual que Łódź, hay lugares
que pertenecen a mi sueño: montañas de Tian Shan, desierto rojo de Kyzylkum,
comer plov, pilaf, tan parecido a mi arroz con pollo. Bujara, Samarkanda, Tashkent.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Estaba en las lustrosas, por lo usadas, losas del piso de la capital
eslava. He saltado un universo para hallarme en un bazar descarnando con la
mano huesos de cordero. En Denver entraba a un restaurante de la avenida Colfax
donde hacían magníficos pierogis. Entonces, y siempre, pensaba en Polonia. En
esta encrucijada un camino lleva a Brest, el otro a Lublín y un tercero a
Varsovia. No estoy allá ahora para decidir. ¿Pesará la frontera movediza, las
señoriales calzadas o Isaac Bashevis Singer? Opto por la tristeza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Non omnis moriar, mis magníficas posesiones<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">– manteles como prados, armarios como castillos inexpugnables,<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">hectáreas de sábanas, ropa bellamente tejida,<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">y vestidos, vestidos de colores muy vivos – me sobrevivirán.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">No dejo herederos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Que tus manos hurguen entre mis objetos judíos<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Chominowa, de Lvov, esposa de un delator,<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">madre de un “volksdeutscher”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Tal vez estas cosas sean de utilidad para ti y los tuyos,<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">pues, queridos, no dejo nombre ni canción.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Os recuerdo, como vosotros os acordabais de mí<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">cuando venían los de la Schupo. Recordadles quién era yo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Así pues, amigos míos, alzad vuestras copas,<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">celebrad mi funeral y vuestras riquezas:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">alfombras y tapices, fuentes y candelabros.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Bebed durante toda la noche y al amanecer<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">que empiece la búsqueda de piedras preciosas y oro<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">en divanes, colchones, mantas y cobertores.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">¡Oh, cuánto provecho sacarán de ello!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Matas de crin de caballo, manojos de hierba de mar,<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">nubes de cojines y almohadas rajados<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">que mi sangre recompondrá, convirtiendo sus brazos en alas,<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">transformando en ángeles esos seres alados. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 72pt; text-indent: 36pt;"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">ZUZANNA
GINCZANKA<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">08/02/2024<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Imagen: Zuzanna Ginczanka, nacida Zuzanna Polina Gincburg, asesinada por
los nazis en 1944<b><o:p></o:p></b></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-36807415931220939612024-02-05T03:11:00.000-08:002024-02-05T03:11:59.124-08:00Zorro come hombre<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQjYduxg02j1plx83dMNEF-FPtLWSkW9jBZgz__-7stAiN19riEuzHVP6wJFHUC4hGySsEO9i2k9PTh4MDyn91ESPsvQoT-MwxKIbSp14Qn_zUgkHJ3URib8mCyyaL-ZpVHGyVLvsF-bWivPKkMQBFAfGgb4vX_ox6ZA69pscQ5kvTIkcgtTQT9gnSrbo/s800/Paudiss,_Christopher_%E2%80%94_Wolf,_Fuchs_und_Schaf_%E2%80%94_1666.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="534" data-original-width="800" height="214" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQjYduxg02j1plx83dMNEF-FPtLWSkW9jBZgz__-7stAiN19riEuzHVP6wJFHUC4hGySsEO9i2k9PTh4MDyn91ESPsvQoT-MwxKIbSp14Qn_zUgkHJ3URib8mCyyaL-ZpVHGyVLvsF-bWivPKkMQBFAfGgb4vX_ox6ZA69pscQ5kvTIkcgtTQT9gnSrbo/s320/Paudiss,_Christopher_%E2%80%94_Wolf,_Fuchs_und_Schaf_%E2%80%94_1666.jpg" width="320" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p><p class="MsoNormal">Fotos de
Kherson destruida. Calles y edificios que me recuerdan Odesa. Mi amiga Natalia,
en Denver, me contaba acerca de su ciudad. Conversábamos sobre la gran rebelión
cosaca de 1648 y de si el Quersoneso griego era la razón porque esta ciudad
llevaba ese nombre o era que los griegos se referían al Quersoneso tracio, más
cercano. Mientras los aqueos combatían cerca de las naves en Troya, otros
cultivaban esa tierra mítica para alimentar los ejércitos. Casi no cabe indagar
mucho; la mitología se aviva con el misterio, y da lo mismo para la
imaginación/ilusión que hablemos de los tracios, hábiles domadores de caballos
o de los confines de la tierra a orillas de donde habitaban los escitas.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Dicen que
en la Isla de la serpiente está enterrado Aquiles. ¿Viajarían tanto los argivos
desde Ilión hasta allí para que Neoptólemo degollase a la hermosa Políxena
sobre el túmulo de su padre? Otra vez, no importa. Es, de todos modos, hoy, un
islote de valientes como lo fue el príncipe de los mirmidones. Casi enfrente se
abre la boca del Danubio que nos lleva a Izmail, a Panaït Istrati, a los
recovecos de Claudio Magris por el río-leyenda. ¿Qué otra cosa necesitamos para
el asombro?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">He pasado
la tarde disfrutando del libro de relatos de Edgardo Cozarinsky <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La novia de Odesa</i>. La contratapa reza en
parte: “Los personajes de este libro, juguetes de sus pasiones tanto como de la
Historia, conocen destinos errantes, novelescos. Entre Viena y Buenos Aires,
Lisboa y Budapest, Odessa y Gualeguay, estos cuentos traman una red de
encuentros y evasiones. En su carácter cosmopolita palpitan temas recurrentes:
el contrapunto entre identidad nacional y personal, la ubicuidad de exiliados,
nómades y apátridas. La nostalgia –por el pasado, por una patria imaginada o
real, por el amor o la causa perdidos– puede transformarse en lucidez
desencantada, en una entrega a los sentimientos más ambiguos, aun en cierta ira
difícil de controlar”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Profunda
nostalgia ashkenazi. Leer a Cozarinsky no ha hecho más que avivarla. He mirado
convertido en personaje del texto desde lo alto del bulevar Primorsky. Cuando
el año dos mil dieciocho era joven, cachondo y explosivo. La mente ha volado
hasta Murmansk y el mar helado, cien años antes de mis pasos ucranios. Cúmulo
de imágenes y sensaciones, aprehender el universo en escasos grupos de
palabras, moldear la forma a partir de una idea metafísica, inventar en
silencio la multitud del ruido, recrear un mundo en otro, alternar ambos lados
del espejo sabiendo desde entonces que no existe el reflejo sino un cuadro de
Magritte. El domingo todavía se arrastra en sus postrimerías, se niega a morir
a las nueve post meridiem. Un espumoso jugo de ciruela púrpura me acompaña,
infaltable ladrido de perros. Hay uno, desconocido, que aúlla con tristeza
prometeica. Lo acompaño observando desde mi ventana la tibia noche
cochabambina, con algo de silueta montañosa a lo lejos porque esta oscuridad
falta de ser tan negra como debiera. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El guindo
caballo persa, afgano quizá, de mi escritorio me recuerda de manera permanente
la historia de vanidad y engaño que significó el de madera en las playas de
Asia Menor. Cuán vano llega a ser el desastre.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">He eludido
hablar de la guerra por un momento. Edificios arrasados en bucólicas calles de
Kherson, lo aberrante de bombardear el sosiego. Anoche me introducía en el
fascinante mundo de los leopardos. Quería saber sobre aquellos del Caspio que
había visto en video alguna vez. De allí pasé a Java, Sri Lanka, al Amur e
Indochina, hasta llegar al elusivo y casi extinto leopardo de Arabia, en Omán.
En las imágenes producidas por las cámaras instaladas en el campo aparecieron
diversos animales, la increíble hiena rayada que conocí en afán filatélico en
una estampilla sobre naturaleza de Israel; también un magnífico erizo y
pequeños zorros de largas orejas y grande peluda cola. Finalmente, un leopardo.
Hermoso.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En 1975, el
tío Manuel Guibert, que si no estoy equivocado era judío odesita, en Buenos
Aires, me llevó al zoológico a ver su afamada pantera negra. De si era jaguar o
leopardo no podría ya decirlo. Era para mí más importante que la Torre de los
ingleses. Luego de eso, perecer no hubiera resultado tan dramático. Estaba en
la capital para exámenes médicos de un extraño mal que me aquejaba y que por
meses no habían podido saber qué era en Bolivia. Con mi primo Horacio, médico,
caminamos entre los charcos de Pompeya hacia desvencijados hospitales con
excelentes profesionales. Tiempo de represión. Como paciente he vivido mucho
más largo que todos los que me trataron. Células del ERP pululaban por allí y
por allí venteaba la muerte. “Pompeya y más allá la inundación…”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Veo un
terrible reporte acerca de las bajas rusas en el frente oriental de la guerra
de Ucrania. Es tal la cantidad de cuerpos insepultos que unos no se arriesgan a
limpiar el campo por miedo a perder la vida y a otros no les interesa. El
hombre siempre ha sido materia desechable para Rusia. A quién le interesa que
las esposas de los mobiks se manifiesten con rosas rojas en Moscú. Un furibundo
fascista de la televisión estatal les pregunta en pantalla: sus maridos son
héroes y ¿ustedes, qué son? No se puede cuestionar al líder supremo, no hasta
que lo ejecuten como a los <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Ceauşescu.
Rosas rojas para tu tumba, quizá cantaba el bolero.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Pero eso es materia común. La imagen de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Matadero Cinco</i> (George Roy Hill, 1972), basada en un libro de Kurt
Vonnegut, del cuerpo ya plano de un soldado fallecido por el que pasan por
encima los tanques resulta pan diario. En esta guerra se han visto orcos, que
tal vez fueron hombres, partidos por la mitad volándose los sesos. Compañeros
muertos amontonados reemplazando bolsas de arena. La muerte llega de arriba y toma
fotos de desesperados ojos antes del fin. Peor que el grito de Munch en un
interminable puente de horror.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">En tales campos hay vida salvaje. Los animales eluden la matanza
escondiéndose de día, aunque a decir verdad nadie duerme y la iluminación de
las detonaciones llena el horizonte de luz artificial. En medio de esos
claroscuros se han visto grupos de zorros alimentándose de rusos muertos. Salen
de sus orificios y retornan con carne en demasía para las crías. Sería una
sátira macabra burlarse pero tampoco asoma piedad. No hay sentimientos
contradictorios, al fin todo se resume en la odisea humana elemental: ellos y
nosotros; ellos o nosotros. Y que los zorros sobrevivan mientras la peor
especie se destruye.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">04/02/2024<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Imagen: </span><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Christoph Paudiß</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">, 1666</span><span style="mso-bidi-font-weight: bold;"><a href="https://en.wikipedia.org/wiki/en:Christopher_Paudi%C3%9F" title="w:en:Christopher Paudiß"></a></span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-19611914670683922672024-02-01T06:29:00.000-08:002024-02-01T06:29:01.175-08:00Abrir un libro cinco años después<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimaCOaylkYNFmGjYagHCpVJ7LyV7EquJz1uTLp4K0PxM9_bkjHgu2y7KdHF-RwlNuHX_lGW1DIV-h3QqilZ2bDUUsZ_JeIz5pcn94vb5QVBjBC_E0jB8nP81X3F9K0F5un_vX6Iu7Y0gM-SQ3p5AXYbqX97QEnJzUgUfe1VgT203CcX9YYKIcLc46Lb4E/s580/Libro%20abierto.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="580" data-original-width="435" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimaCOaylkYNFmGjYagHCpVJ7LyV7EquJz1uTLp4K0PxM9_bkjHgu2y7KdHF-RwlNuHX_lGW1DIV-h3QqilZ2bDUUsZ_JeIz5pcn94vb5QVBjBC_E0jB8nP81X3F9K0F5un_vX6Iu7Y0gM-SQ3p5AXYbqX97QEnJzUgUfe1VgT203CcX9YYKIcLc46Lb4E/s320/Libro%20abierto.jpg" width="240" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">He
levantado un libro que abrí por última vez en un viaje en bus entre Odesa y
Kharkiv, inolvidables 18 horas. Luego lo cerré, entré a mi hotel del quinto
piso cerca de la universidad de Jarkov; después vino Kiev y tanta vida. Ahora
lo he reabierto en las páginas que dejé: recuerdos de Konstantin Paustovski
sobre Isaak Bábel.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Voy
acomodando los volúmenes que recupero y otros textos importantes. Acabo de
poner en el cuarto compartimiento un árbol genealógico de muchas páginas sobre <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Les Coqueugniot</i>, armado por mi primo
Robert en Francia. En la última página estamos los bolivianos, mis hermanos y
yo, descendientes de esta antigua rama en el fondo de la historia. La primera
entrada es de 1614 en Allerey (<span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Côte</span>-<span style="mso-bidi-font-weight: bold;">d'Or), Borgoña-Franco Condado, del matrimonio
de un Jehan Coqueunnot, y la segunda relacionada a una tal Simonne Coqueugnot en
1615. Mucha vida sangre y lodo pasados, seguro. Apellido proveniente al parecer
de “coq de village”, gallo de pueblo, “celui qui parle fort, qui est
orgueilleux, voire vaniteux même un peut sot, qui sait parler aux filles”.
Bueno, uno de los tantos orígenes de una planta que sin duda fue maleza tanto
como roble. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">La noche trae voz de mis hijas. Ambas llevan mi apellido compuesto. La
ley norteamericana permite tener arbitrio sobre cómo quieres llamarte. Cambiar
de nombre no es raro ni complicado. Imagino que en la burocracia plurinacional
algo así llevaría tres décadas y doscientas firmas y cuatro mil errores. No
culpemos a unos que todos hemos crecido así: comunales y masistas y la laya de
representantes de nada, doctores, voceros, esperpentos, molinas, molinos… A
lavarlos con aguarrás.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Me tienta el vicio del divino marqués de enterrar para la posteridad a
sus jueces y calumnistas cediéndoles posiciones de oprobio en sus páginas. Pero
me aguanto; no aguantaré cuando vea a algunos enfrente y querrán
altoperuanamente estrechar manos. No, que los años de estibador sirvan para
algo, para sacarles la vil cabezota de un recto bien dado a la nariz. Sonido de
huesos de pollo quebrándose en boca de mastín, pómulos como globos
aerostáticos, labios a la manera de los kayapós del Brasil, a otros mayores del
Sudán. Violencia a ritmo de cumbia, que piedad no hay para perros.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Sacadas las ansias asesinas (un poco) observando a los arribistas de
siempre, que de lameculos de Morales tornáronse en detractores, retorno a
aquellos caminos por distintos raiones y oblasts de la Ucrania que mencionaba
Gilbert Bécaud. La Plaza Roja está vacía… Aquello de la tierra negra no era un
mito, terrones color de ébano sobre todo mientras más se acercaba la frontera
rusa. Observaba los tejados de las casitas, los colores en que estaban
pintadas, aquel bucolismo aparente pronto a romperse. Estaba emocionado, no
solo por quien me esperaba sino porque habíase hecho realidad el sueño niño de
recorrer sus caminos. Imaginaba Premujino y Trostyanets, al muy ruso Bakunin y
al ucraniano de origen, Tchaikovski, cuya casa en este último pueblo fue
destruida en marzo del 2022 por la invasión putina y marcadas sus ruinas con la
ominosa Z de los orcos. Entonces no lo pensaba aunque ya le había dicho a
Victoria que su hijo crecería para morir en las trincheras contra Rusia si no
salía de allí. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Pero los árboles de Kharkiv olían a otoño en el país de los sueños. El
abrigo gris de mi pareja flotaba por los costados cuando de la mano caminamos
los pasadizos del parque Gorky. Entonces dejé de leer, archivé el libro que
tengo a mano hoy en el bolsillo lateral de mi maleta. No era ya tiempo de
literatura, había conseguido lo imposible, materializar decenas de lecturas en
una mujer que caminaba erguida sobre botines negros, cuyas caderas en el
laberinto de espejos se multiplicaban para enloquecer.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">¿Dónde está Rusia?, pregunté. Me señalaron Belgorod que es en realidad
Bilhorod y ucraniana, como el Kubán y varias regiones que hoy ocupa Vladimiro y
que eventualmente tendrán que ser devueltas a la Gran Ucrania que saldrá de
todo esto. El conquistador conquistado, Gengis Khan de barro, diminuto y
cobarde, el que asestó el golpe final a su país, emperador de opereta, juzgado
y ahorcado como payaso de feria. A cuartearlo y dar rienda suelta al festín
medieval de sus miembros esparcidos por la tierra que martirizó. Y a toda su
cohorte lo mismo, llamas y púas del fin del mundo. Para ellos eternidad de
infierno; al elegante Peskov, vocero, el mismo castigo que los polacos dieron
al hijo mayor de Tarás Bulba. Allá, sobre la mesa de tormento, podrá aullar con
elegancia por el tiempo que quiera y jamás diré que paz en su tumba sino sal,
que no crezca ni hierba encima del túmulo de los cabrones.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Parece que en más de cinco años este libro no terminado se llenó de
romances y oscuros renglones de odio. La belleza suele ser ambigua. Dejemos al
verdugo y descendamos del taxi en un parquecito donde me hubiera gustado leer a
Herzen. ¿Por qué a él? Porque sus memorias, como las de Ehrenburg, son gran
literatura y porque estaba feliz con la mano blanca tuya que había dejado el
guante para entrecruzar mis dedos. Con el traductor del teléfono quise decirte
cuán bella te vi de espaldas y lo inolvidable de tus pantalones que escondían
semejantes tesoros. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">En la villa rural del gran músico que Moscú nunca reconocerá como
ucraniano, nieto de combatiente cosaco zaporogo, creo que en la región de Sumy,
no ha quedado nada que valga la pena de verse. Tabla rasa. Tenía que viajar a
Sumy, incluso guardaba anotada la calle en las afueras del centro urbano.
Cientos de cohetes siguen cayendo sobre objetivos ridículos por inexistentes. Trostyanets
debió ser un precioso villorrio donde solía descansar el genio de Tchaikosvki,
cuyo real apellido era Chaika (gaviota). Los orcos atacan la vida, lo bello,
montan sobre espeluznantes híbridos de lobo, bien visualizados por Peter
Jackson. Los campos del este de Ucrania gozan de abono a patadas, sobre la
podredumbre insepulta crecerán girasoles, siembran sus semillas las
viejecillas, las depositan en orificios de bala, en bolsillos de repulsivos
violadores cuyo castigo fue el jamás retorno. Están prisioneros hasta el fin
del mundo. Falta la cabeza del porquero en cuyos ojos desesperados y luego
vacíos insertarán a punzón flores de crisantemo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">31/01/2024<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-7726255204408849922024-01-30T06:04:00.000-08:002024-01-30T06:04:10.195-08:00Poética de los frijoles<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghdNzRNYG73cYCLDzUdHswh94CY6wX2kgt2o0unyTix5ck8VfNa6iSet4q7Tjuqh6MSu8k9UiTqpZExxvC0I-1OqLkMJFsb3tO02l_uv3BibzvLHm6muChVIFawHAr0D9GHNdEf6_dd0wN3RlTSDcNXVPkun-1yJ60LfzbNNND2L1pOp19x9_qQ-irgkY/s400/1d122bbc-7780-43b1-ad7a-f142cd756841.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="300" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghdNzRNYG73cYCLDzUdHswh94CY6wX2kgt2o0unyTix5ck8VfNa6iSet4q7Tjuqh6MSu8k9UiTqpZExxvC0I-1OqLkMJFsb3tO02l_uv3BibzvLHm6muChVIFawHAr0D9GHNdEf6_dd0wN3RlTSDcNXVPkun-1yJ60LfzbNNND2L1pOp19x9_qQ-irgkY/s320/1d122bbc-7780-43b1-ad7a-f142cd756841.jpg" width="240" /></a></div><br /><i><b><span style="font-family: arial;">Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal">Dice la
población negra de San Basilio de Palenque, Colombia, que si no se come arroz
de día, de noche se sueña con muertos. Mito semejante habrá con el frijol, en
esa tríada caribeña que son arroz, frijol y ron.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">“Catálogo de frijoles
criollos rojo seda de Las Segovias”. Nicaragua. Un título con alma de poema.
Aunque caribeños no podríamos llamarlos ya que estos tres departamentos
productores del rojo seda, Nueva Segovia, Estelí y Madriz, tiran hacia el
Pacífico, en las tierras altas. Vale de todos modos.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Recuerdo una
canción tradicional, durante la época revolucionaria: “Nicaragua tiene un
rinconcito/que en el mapa se ve un terroncito/chiquitito como un maní (…) y con
orgullo se llama Estelí”. Acompañados de botellas de vino queríamos tiempo
atrás escuchar el tableteo de las ametralladoras sandinistas. Se oían bien,
casi un arrullo. Ya no quedan tiburones en el gran lago de Nicaragua; tampoco
revolución. El tableteo es de máquinas tragaperras. Pero el frijol sigue vivo,
sino intacto, luego de centurias de cultivo, aprendizaje, conocimiento y
maestría. La modernidad no goza del pretérito y sin clasificar estas variedades
nativas, darles una denominación de origen, preservar su genética, el mundo las
borrará como polvo. De ahí el catálogo, entre otros centroamericanos, manejado
por su coordinador ejecutivo, Dr. Armando Ferrufino Coqueugniot, alegría de
hermano.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Cultivan el
frijol rojo campesinos mestizos. Armando asegura haber oído de indios lencas
que también lo hacen en las alturas. Esa sola mención implica el rescate de una
cantidad inimaginable de historia ya que los lencas han sido relegados a
Honduras y El Salvador y reducidos grandemente por España en su número. El
asesinato de la activista Berta Cáceres, indígena lenca, los sacó hace poco del
olvido.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Sigo con los
nombres, qué si no la palabra conforma el poema. Los rojos seda van entre
“rojitos”, chiles y nombres propios: Rojo Zamorano, Chile Bejuco, Chile Matón,
Ligero, Charanga, Vaina chata, Gallito, Grande, López, Gringo, Tico, Waspareño,
Cuarentano, Cuarenteño, etc. Las fotos muestran frijoles que para el ignorante
son lo mismo, mientras que el científico sabe de sus diferencias moleculares,
morfo agronómicas y utiliza mucha ciencia ajena a los literatos y mágica en su
descubrimiento y percepción de lo invisible.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Me interesó
primero el aspecto humano, los cultivos agrícolas en zonas de conflicto
centenarias. Pero no quedó allí, porque el detalle de lo que es un frijol, lo
que implica en la cultura regional y nacional, la calidad alimenticia para una
población carente de tantas cosas, la calidad de sus caldos, sean ralos o
espesos según rezan las características de una u otra variedad, y más: tiempo
de crecimiento, forma de la planta, curvatura de la vaina, número de semillas
por vaina, longitud, tiempo de cocción, color de grano, precio comercial,
categoría de uso, resistencia a pestes, tolerancia a sequías, un muy amplio
espectro.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">“Catálogo de
frijoles criollos de Ipala”, Guatemala. Frijoles negros que también se escapan
a la específica denominación caribeña que sin embargo mantenemos. Tierras altas
centro sur del país, donde los productores, y población en general cargan
pistolones en la cintura. Pregunto si se debe al narco y dicen que no, aunque
el fenómeno ya ha permeado también la región. Existe una tradición de guerra
entre estos camperos y mestizos que solo hablan español, a diferencia de sus
compatriotas nativos hacia el trópico del norte. Muy antigua, por cierto,
incluso prehispánica en la masacre permanente que el istmo americano aguantó.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Departamento de
Chiquimula. Acá el frijol y su cultivo hermano, el maíz, son base de la dieta
local. Se considera el frijol de Ipala como el mejor y se quejan los ipaltecos
de que se vende frijol de menor calidad aprovechando el nombre. De ahí, otra
vez, la importancia de estudiarlos y clasificarlos.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Tanto para el
frijol rojo seda de Nicaragua como para el negro de Ipala, Guatemala, se ha
abierto una ventana de supervivencia, una que se ha denominado el “mercado
nostálgico”, que no es otro que la multitud que emigró a los Estados Unidos
sobre todo y que recuerda su tierra donde mejor se la puede recordar: en el
sabor. Este mercado melancólico garantiza en cierta manera la preservación y
comercio de los frijoles antiguos, e incluso su mejora, al ser el cliente un
centroamericano que ha pasado de la más tremenda pobreza a alguna soltura
económica, incluso bonanza, que le permite sofisticarse en sus hábitos y
exigencias de calidad dentro de la tradición.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">En Guatemala
están también los nombres, hábito y comida de literatos famélicos como yo:
Rabia del gato, Arbolito, Surín seda negra, Vaina morada pata de sope (¿Rey
zope, zopilote? ¿O sope-tortilla?)), Patón de sope, Cordelín, Chapín, Patudo,
Chivolo, Liberal grande. Para diseccionar en sus orígenes y fascinarse con lo
imposible.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">De Goethe y
Hölderlin saltamos a los frijoles. Interminables, inesperados, caminos de la
belleza.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">12/04/16<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Publicado
en PUÑO Y LETRA (Chuquisaca), 18/04/2016<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Publicado
en EL ORO DE LAS ESTRELLAS EXTINGUIDAS (Volumen 15, OBRA COMPLETA, Editorial
3600, 2018)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> Fotografía: Armando Ferrufino Coqueugniot</o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-76925587735648294802024-01-28T15:51:00.000-08:002024-01-28T15:51:51.648-08:00Imaginando fronteras<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDSHfTbpsI8GY2WpDErGhGbTNVqLAKZYOpZ0ezwGubfKMPD51BDLLbhOYhZWzQPwm7r-su2ERzJkNOqHVgOeGk9vO6-U9cp1xPJceNoIyxeIAFigwU9Wp9xY0UAF5_GOO5JSf_Kw8grpuywGaOxXNtfZsgmPh7h8Ecl_BvCjGJyOXLWcxXPuw1Jsv54YQ/s580/Tanner.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="580" data-original-width="573" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDSHfTbpsI8GY2WpDErGhGbTNVqLAKZYOpZ0ezwGubfKMPD51BDLLbhOYhZWzQPwm7r-su2ERzJkNOqHVgOeGk9vO6-U9cp1xPJceNoIyxeIAFigwU9Wp9xY0UAF5_GOO5JSf_Kw8grpuywGaOxXNtfZsgmPh7h8Ecl_BvCjGJyOXLWcxXPuw1Jsv54YQ/s320/Tanner.jpg" width="316" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Me presto de Alvaro Cunqueiro, modificándolo,
un título para este texto. Él imagina geografías; yo también, aunque hablo de mapas
y límites de países concretos pero tan desconocidos que lo real se torna en
ellos fantasía y duda.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Hay sobre la mesa siete mapas de Bolivia. El
más antiguo data de 1840, publicado por Monin/Benard, en París. Otro, 1845,
viene de Londres, de Orr & Co. Un tercero es de W.R. McPhun, 1863, y
también londinense. Hachette, de París, imprimió el cuarto, 1885, mientras que
Cram, de los Estados Unidos, hizo el de 1905. Entre los viejos, el más moderno
del que dispongo es de los editores Stielers, de Gotha, Alemania, 1913. El
último, contraparte esencial, es un atlas moderno.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Mientras leemos historia nos saturamos de
nombres y quizá, con suerte, de análisis que expliquen de algún modo, en su
contexto, las conductas erráticas de los individuos que enhebran los tiempos de
las naciones. Pero, ahora que dispongo de una pequeña colección de impresos
antiguos del país, me doy cuenta que hay otras cosas, que no había pensado en
la magnitud de los cambios que se suceden en las demarcaciones fronterizas, una
dinámica que a momentos parece irracional, que puede ser con mucho ficticia,
ideada o inventada a raíz de simples referencias y cuyo detalle suele cambiar
la extensión de territorios en miles de kilómetros cuadrados.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Sabemos de guerras, de su impronta en la
definición de límites. Europa es explicativa al respecto; está el ejemplo de
Polonia, o la Ucrania que de 1648 a hoy ha recorrido sus bordes lejos y cerca
de Kiev innumerables veces. Me atraen estos mapas de Bolivia -país nuevo,
continente joven- cuyas líneas demarcatorias son, en buena parte de los casos,
oníricas por ser un territorio inhóspito y escasamente explorado. Los hitos
divisorios, si hubo alguno, son casi fantasiosos;<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>dudo mucho que halláramos uno -o que pusieran
uno entonces- en las cercanías donde el río Cuyaba (Cuiabá) y el Taquari
(Tacuarí) se juntan en un extremo que toca la frontera boliviana con el
Paraguay de 1840, según Monin/Benard.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Hablando de este mapa de 1840, Bolivia aparece
dueña del sur del Perú, con Arequipa y lindando en el norte con San Juan, no
muy lejos de Nazca. En leve diagonal continúa hacia el este rozando Tinta, de
larga historia, agarrando incluso parte de la región cuzqueña para adentrarse
en los llanos orientales cuyo límite sería la laguna Rogaguado (Rogagua)
cediendo al Perú norteño lo que vendrían a ser el departamento de Pando, la
región del Madidi y parte del Beni, limitándose el país algo arriba de la unión
del Mamoré con el Iténez.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Reviso libros de historia nacional y no
encuentro que Arequipa perteneciese a Bolivia alguna vez. Un año dudoso.
¿Retrata el mapa francés la Confederación Perú-Boliviana que perecería en
Yungay? Andrés de Santa Cruz había dividido en dos al Perú y la capital del
Perú sureño, Sicuani, se ubicaría dentro de lo que Monin/Benard consideran
Bolivia. Ya en el mapa de Orr, cinco años después, el país se retira hasta la
mitad del lago Titicaca; todavía perviven dos Perú. Sin embargo los límites al
norte se han extendido hasta el Abuná y siguiendo el curso del río Purús. Ambos
mapas, del 40 y del 45, llevan la frontera del sur hasta algo pasada Tarija
mientras que en la región de la costa del Pacífico señala Monin los bordes del
Salado (1840) y Orr un espacio desde las márgenes del río Loa hasta más allá
del Salado, a un lugar, posiblemente puerto, de nombre Parado. En Monin/Benard
el litoral limita con La Plata (Argentina) apenas terminado el desierto de
Atacama; Orr mueve esa frontera hacia el este añadiendo el macizo andino, hoy
Chile y Argentina. El Chaco, en ambos, muestra un corte horizontal, aproximadamente
a la altura del futuro Fortín Estigarribia, propiedades de Bolivia y Paraguay
(Monin). En 1845 la región debajo de la línea pertenece a La Plata, tal vez por
los cambios ocurridos en Paraguay luego de la muerte del doctor Francia (1840),
y de los conflictos de su sucesor, Carlos Antonio López, con el gobierno de
Juan Manuel de Rosas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Los límites más difusos sin duda fueron con el
Brasil, ávido vecino a quien el dictador paraguayo Francia veía con ojos
visionarios como el mayor peligro. Difícil detallar cada trazo de estos mapas
pintados a mano, joyas que conseguí, extrañamente pero no raro, fuera de
Bolivia, en Canadá, Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y ¡las
Bahamas! En incansable búsqueda de dejar a mis hijas memorias ancestrales.
Retornemos a Brasil que, excepto en el mapa de 1863 (McPhun), es dueño del
inmenso Acre, que despertaría con su tesoro de caucho febriles sueños y
empresas surreales como las de Nicolás Suárez y Fitzcarraldo (recuérdese Werner
Herzog), tozudo irlandés iluminado que mencionan de paso Mesa y Gisbert en su
Historia de Bolivia. McPhun concede allí gran superficie a Bolivia, vacía,
carente de nombres, señalando con ello su abandono.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Líneas de colores juegan sobre el papel el
destino de las naciones. Tan ajenas al drama humano que las obliga a modificar
sus direcciones. Una Bolivia que se mueve a izquierda o derecha, arriba y
abajo, sin punto fijo. Uno, el vértice que forman los rápidos del Madera, al
norte de Guayaramerín, semeja ser constante, mientras que la frontera que
desciende por el Mamoré y el Guaporé se<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>modifica. A veces el cambio aparenta no ser mayor como en Monin, Orr y
Hachette que ponen los límites nacionales a unos 100 kilómetros al oeste de las
lagunas Uberaba, Gaiba y Mandioré –presente frontera- y que, sin embargo,
sumando los números resulta significativo. El mapa de Cram de 1905 incluye
estas aguas como parte de Bolivia aunque reduce los límites del norte a las
riberas del Madre de Dios, bastante por debajo de lo que hoy es Pando, de
seguro por el conflicto del Acre.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">En el mapa de Hachette, 1885, están marcadas
las separaciones del armisticio entre Chile y Perú-Bolivia, divididas por
regiones. Antofagasta y Mejillones ya rezan "Chile", así como Atacama
en el interior: asunto decidido. Donde se ubican Cobija y Tocopilla dice
"au Chili pendant l'armistice", igual que Tarapacá y Pisagua. La zona
de Tacna lleva una rara anotación: "au Chili jusqu'au 28 Mars 1894",
en espera de reparación y devoluciones supongo. Perú es dueño hoy de Tacna y
Chile se quedó con Arica. En el mismo mapa, Bolivia conserva la parte oriental
del departamento del Litoral, alargándose bastante más al sur del Trópico de
Capricornio, sobrepasando las latitudes de Jujuy y Salta en una tierra desierta
que como única referencia tiene al volcán Llullaillaco. En el norte hay una
pronunciada entrada hacia el oeste en zona peruana ocupando el ahora Parque
Manu y un importante pedazo del trópico del Madre de Dios o Amaru-mayu,
pertenecientes ya a "Le Beni" y no como en mapas anteriores a Santa
Cruz de la Sierra. En Hachette, Bolivia deja de ser en principio un país
montañoso y se extiende en llanos y monte que auguran un inminente progreso. Se
incluyen las llanuras de Apolobamba, de Mojos, de Guarayos, de Chiquitos,
espacios geográficos donde por primera vez se anotan las etnias aborígenes que
los pueblan;<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>allí los Guarayos, a
diferencia de hoy, habitan -junto a los Totonamas y Chunchos- la cuenca del río
Beni, pero se extienden en un despliegue de territorio impresionante hasta los
bordes de Chiquitos. Cerca del lago Rogaguado, Hachette ubica el nombre
genérico de "Salvajes" (en español). Hay multitud de tribus que
posiblemente han desaparecido: Crutrias, Patitis, Penoquiquias, Morotocas,
Guaycurus, conviviendo con otras sobrevivientes como los Siriones (sirionós),
Yuracares -por encima del Chimoré hasta Santa Cruz- y Chiriguanos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Cram, en 1905, siguiendo el ejemplo de los
geógrafos franceses, continúa con detalles etnográficos señalando en las aún
posesiones bolivianas sobre el Manu (Perú) grupos aborígenes como los Machiri y
Ucarayna, al lado de los Guarayos en tierras faltas de asentamientos urbanos.
Al este muestra la población de San Javier dentro del territorio nacional,
mientras que en Orr de 1845 formaba parte del Brasil. El famoso Pantanal lleva
en Cram el nombre de pantanos de Xaruyes;<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>es extenso el territorio de los Otuquis en la confluencia de varios ríos
del interior de Santa Cruz de la Sierra. Los bañados del Izozog son en Cram y
Hachette "laguna Izozog", "laguna grande" en Orr,
inexistentes en Monin/Benard y simplemente extensión del Parapetí en el mapa de
Gotha, 1913 (Stielers), que también detalla grupos aborígenes con nombres poco
escuchados: Guanas, Tumanahas, Nachtenes, Samucos, Huancanahuas, Trumonas,
Tacanas, e infinidad más.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Decidido el conflicto con Chile, ya
"arreglados" entre gobiernos los problemas de demarcación, queda el
asunto del Chaco, posterior a cualquiera de estos mapas. Repito que hasta 1913,
de acuerdo a los documentos gráficos, existía una suerte de división del
territorio entre Bolivia y Paraguay, incluso con Argentina con anterioridad. No
es hasta fines de la década de 1920 que se comienza, en la filatelia boliviana
y en los mapas contemporáneos, a mostrar el Gran Chaco en su totalidad, hasta
las márgenes del Paraguay, como Bolivia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Hablamos, se dijo en principio, de
separaciones arbitrarias en el sentido de ausencia de datos suficientes para
precisar las fronteras;<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>error que costó
a unos y benefició a otros. Nada se puede hacer sino entender esta dinámica que
más que geográfica es política y que debiera ayudar a eliminar la
intransigencia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">Como recuerdo personal guardo la belleza del
pueblo de Bermejo, en el extremo sur: Bermejo en Bolivia, Agua Blanca
(Argentina) al otro lado del río. Esta arista que penetra como aguja en tierras
de Salta no se incluye como Bolivia en ninguno de los mapas entre 1840 y
1913;<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>sí en 1975 cuando la
visité...<span style="mso-spacerun: yes;">
</span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">28/06/2005 </span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><br />
_____</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Publicado en PUÑO
Y LETRA (Correo del Sur/Sucre), junio 2005<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Incluido en
GEOGRAFÍA DE MIS PASOS (Volumen 10 OBRA COMPLETA, Editorial 3600), de pronta
aparición<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Imagen: Tanner
Universal Atlas, 1836</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-80196106846598254722024-01-27T04:59:00.000-08:002024-01-27T05:37:07.941-08:00La bella Rumania y sueños otros<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSLHdz0qSHMPdldRXncsb914FiDdW1mFFaxXYU_jxF0U2dsbQ6W5aH3B-DxXtliDoSsArmjYKZqq0RzoZnjYGTB0wrrdgD1sb6Am17-4P-c-jGKSU4PZ85k3NpASs_zrjTVncaiYgFuPQ-aXJuz_LOcKlUKYyWe-hx-6sWneU1p0TrvywSlnymD5_JU74/s1663/Chapter_7_1.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1663" data-original-width="1100" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSLHdz0qSHMPdldRXncsb914FiDdW1mFFaxXYU_jxF0U2dsbQ6W5aH3B-DxXtliDoSsArmjYKZqq0RzoZnjYGTB0wrrdgD1sb6Am17-4P-c-jGKSU4PZ85k3NpASs_zrjTVncaiYgFuPQ-aXJuz_LOcKlUKYyWe-hx-6sWneU1p0TrvywSlnymD5_JU74/s320/Chapter_7_1.jpg" width="212" /></a></div><br /><i><b><span style="font-family: arial;">Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Una hermosa
mujer de Rumania comenta sobre la muerte. De la muerte, el degüello suicida,
nos viene la gran literatura de Panaït Istrati, parte nacida y nutrida en y por
ese Oriente violento y colorido, vital y apasionado, de sus haiducs y los
sombríos bosques plagados de leyenda y horror. Montague Summers, extraño
sacerdote inglés, erudito, afirmaba que los vampiros venían de Hungría pero son
profusos los rumanos en su obra. De hombres lobo y enloquecidos voivodas, del
misterio que amé en los relatos de Andrei Codrescu sobre su tierra. Si muerte
hay, Rumania la conoce. Valaquia valiente y sangrienta Transilvania. Moldavia,
la olvidada Dobrujda donde tártaros se mimetizaban con hojas de árboles. Rural
y fastuosa en vida, Besarabia.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La empusa,
demonio hembra griego, dormía con los hombres succionándoles la vida. La no
muerte, tanto como su opuesta, han habitado el alma eslava desde siempre.
Todavía, entre ficción e historia, el significativo drama de los perecidos en
el conflicto bosnio. Fuera de la trágica realidad subyacía la oscura,
horrorosa, de los muertos que se levantarían de las fosas o del campo a la
intemperie. No era momento para los labriegos de perseguir con púas afiladas a
sospechosos de vampirismo. La muerte simplemente excedió en número el miedo y
procreó una casta fantasma, todavía despierta por las noches, que nadie podrá
borrar. No dudo que hasta en la moderna Croacia, en la Eslovenia de frescas
muchachas, se dude de si en las sombras aguardan los muertos vivos para cobrar
su ración de sangre. Imaginen Ucrania y los cientos de miles caídos. Se esconderán,
solos o en grupo, en pastizales de los Campos Salvajes, encima de Mariupol, en juncos
de sierpes enroscadoras de los grandes ríos, en el Danubio hasta donde habrán
flotado cuerpos para despertar con ojos llameantes rodeados de silencio. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">¿Por qué
escribir de esto? Leía libros que voy rescatando de un ocultamiento largo y forzado,
redescubriendo sensaciones y miedos. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Kyra
Kyralina</i> me regaló Francine. Nada mejor que una inglesa para entregar este
libro. Mientras contaba de las sórdidas calles de Leeds, de algún viaje al gris
Manchester, mientras con lentitud quitaba los negros portaligas que aguantaban
sus medias a lunares. O a veces no, cuando decía yo, implorando en mi alma
pervertida, no, no te los quites, déjalos ahí y también los tacones altos. Si
debe el oro pesar para las amantes rusas, la magia para las inglesas, esos ensoñados
ojos de los prerrafaelitas no mienten. Así eras tú. Así Isadora aunque fuese
californiana, Natasha Richardson… Viene entonces de ayer, tanto y mucho; justo
enfrente de nosotros, en la calle Ecuador, el pintor Ronald Martínez fabricaba
mujeres canastas. Luego del fuego nos acostábamos a leer en inglés a Sheridan
Le Fanu. Miraba ese sutil latir de pezones, como si hubiesen escondido un
péndulo debajo de un montículo. The Kinks, en cassette, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">A Well Respected Man</i>. Y bailabas ligera sin peso encima el lado
salvaje de Lou Reed, a la vez que te ensoñabas con la lírica suave de The Style
Council. Pronto tendré sesenta y cuatro (<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">When I'm Sixty</span>-<span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Four</span></i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">). La última vez
que escuché <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Long Hot Summer</i> tenía
veinte y nueve. El balcón interno de la casa en la Venezuela estaba fresco. De
allí salió tu avión. De ahí volé, quise cóndor y fui fallido obús. Pasó el humo
supersónico por sobre mi cabeza y no tuve más que llorar. En esta casa en que
guarezco todo nos amamos infinitos. Agua de caldera que calentaba la fría de la
tina. Espuma barata y vino blanco de Bulgaria. Sonreías leyendo Penthouse
cuando devoraba tus hombros; Blondie cantaba. Luego se esfumó. Desde el quinto
piso no puedo ver bailar tus piernas, para cuando desciendo ha amanecido y
apenas queda el tictac de tus tacos. No me dejaste ni medias negras ni el brassière
que compraste en Poitiers.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">He salido a aprovisionarme al centro contrabandista. Productos
argentinos. Ravioles de ricota y espinaca, alfajores de chocolate, pasta de
dientes, jabón de tocador. Carne de arándano que no hay membrillo, queso azul,
antes roquefort. Contemplo cómo se aleja la avenida Juan de la Rosa. Detrás de
mí estaba el río de Sarco, delante la lama y los eucaliptos. Agito la cabeza
que no quiero que ayer sea hoy porque entonces no tendré otra opción que
colgarme de las ruedas de tu avión, igual a los tristes fugados de Afganistán.
Instante supremo el de la desesperación, íntimo, poderoso, fatal.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Me despierta la torre de Targoviste. Retorno a mi lectura de Codrescu,
esta vez crónicas de América (Estados Unidos). Él y su acompañante detienen el
auto ante un anuncio de aprenda a disparar armas de guerra. Debía ser Arizona,
desierto. Una beldad gringa los instruye en el manejo de rifles de asalto. Diez
dólares la hora con solera mojada, quince mostrando las tetas. Eligen las
tetas, dadivosas; tiemblan con los disparos, sudan. Pezones grandes, marrones y
toscos. Distintos los tuyos, péndulo enterrado, breves y rosa. Tú no disparas,
eres maestra de inglés con cursos en Cambridge, a pesar de no haber leído a Thomas
De Quincey en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Del asesinato considerado como
una de las bellas artes</i>, edición mexicana la mía, nave de locos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Me dicen que al sur se extiende Valaquia hasta el mar de Edirne. Sorbo
licor de ciruelas y pienso en ti. Trabajaste para el Foreign Office, espía en
Cuba y en Hispania, luego te diluyes como limón en vodka.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Daniela Billus llegó de Budapest con la lluvia y con capote de soldado. Me besó. Traía
un libro de una escritora rumana suponiendo que yo podría leerlo sin dificultad.
No fue así, resultó muy complicado a pesar de las semejanzas. Lo conservo en
alguna caja en Denver con sus fotos y su aroma encerrado en botellita de
perfume. Siento haber olvidado el nombre de la autora. Daniela se casó con
Rotterdam y Rotterdam tenía a alguien. Otra vez, como siempre, quedé con un
libro de versos y mayor ignorancia. “Varón, pa quererte mucho”…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Luego ingresé en el cine histórico. Inolvidable <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La última cruzada</i> (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mihai Viteazul</i>),
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mircea</i>, sobre un rey valaco, abuelo
del Empalador. Mucho más, contemporáneo, antisoviético, contestatario. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Celan, Cioran, Herta Müller…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">“Varón, pa desearte el bien”…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">26/01/2024<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Imagen: Retrato del poeta Ilarie Voronca por Victor Brauner</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-59435169536458287862024-01-25T15:46:00.000-08:002024-01-25T15:46:01.915-08:00Viaje alrededor<p></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5CtYz7MSXfCXPKmKj2sbK2JnFa738xDQ-qVf21CKVNJPsE4wY_fiYP94oyskKU1-cnJrBIY5nK10I0xiGV9UVoq9E2CDTisPZ0eVKIZF8AjKaskPS_PvDj-IY-lta5hy73kIbFZDw29YHNdkHrFVBVQm0FVdaeOA76xaHBr1V6pT0QC5JwDrjFZ9rwnE/s625/0.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="625" data-original-width="498" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5CtYz7MSXfCXPKmKj2sbK2JnFa738xDQ-qVf21CKVNJPsE4wY_fiYP94oyskKU1-cnJrBIY5nK10I0xiGV9UVoq9E2CDTisPZ0eVKIZF8AjKaskPS_PvDj-IY-lta5hy73kIbFZDw29YHNdkHrFVBVQm0FVdaeOA76xaHBr1V6pT0QC5JwDrjFZ9rwnE/s320/0.jpg" width="255" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Otro texto
perdido. Corte de luz y mejores sueños para aquellas palabras. Había anotado un
nombre por mucho olvidado y no está. Una lámpara de nácar me cayó en la cabeza
y me mandó a buscar memorias en la escalinata de Eisenstein, abrazado por
Anastasia. La Moldavanka, la pequeña iglesia ortodoxa a la vuelta del hotel, el
restaurante Kazán. El parque de la ciudad, un kiosko sobre la Preobrazhenskaya
donde vendían cerdo y pollo asado envueltos en papel madera, para meterlos en
el bolsillo y tomar los atestados tranvías amarillos de Odesa. Frente a la
catedral el conductor tiene que parar en medio del cruce de avenidas, descender
y a mano mover una palanca para cambiar el rumbo de las vías. ¿Cómo estarás
Odesa bombardeada? Me pregunto si siguen sirviendo almejas con hirviente queso
derretido encima.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Preguntas. ¿Por
qué el monumento al atamán Holovaty es con mucho mayor al modesto busto de Khmelnytsky
siendo que la plaza central de Kiev lo tiene ecuestre con bastón de mando? Me
falta mucho por aprender. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">No dormí.
Las horas se sucedieron casi con asfixia. A las tres me puse a mirar una
película rusa (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Amanat</i>/Anton Sivers,
Rauf Kubayev, 2022) sita en Daguestán 1839, en medio de la eterna guerra del
Cáucaso. Como siempre, muy bien hecha, colorida, impecable en el vestuario de
época. La estrenaron en mayo del 22, apenas comenzada la invasión de Ucrania.
Sintomático, el imperio ruso… Un supuesto paseo del poderoso entre poderosos
ejército y medio millón de muertos. Pensé en Lermontov, también en Pushkin. El
joven Tolstoi de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los cosacos</i>, el de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Hadji Murat</i>; hasta vino en mente la
novela de Franz Werfel <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los 40 días del
Musa Dagh</i>, Armenia, el genocidio. Recordé imágenes de cine del conflicto de
Chechenia. Sables y dagas curvas, casacas circasianas. El fabuloso mundo de
Shklovski y sus azeris, asirios, kurdos, pueblos montañeses, persas. Complicado
universo como el de sus alfombras donde uno suele perderse en la narrativa de
los hilos, en lo compacto del tejido y las tramas invisibles que juntan, aúnan
todo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Llovía
todavía a las cinco. Viento que levantas la cortina y la ahondas cual vela
cóncava de los bajeles cartagineses, de los griegos que desembarcaban vino en
la Cólquida dorada. Murallas de la fortaleza de Akkerman, orillas pastosas del
Dniester. Veo alejarse tantas olas con las que había soñado al jubilarme. Me ha
atrapado el tedio de los platitos, la minucia cochabambina del placer atroz.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Encerrado
en casa por dos días. Desde el quinto piso veo al ron buscándome, preguntando
al público vecindario si existo todavía. Me entretengo con la febril
imaginación de mi amigo, el poeta Nevado Andeslis y su homenaje al cristalino Silala,
en las alturas del fin del mundo. Distraído con el maestro <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Juan D'Arienzo instrumental, de una de las
polvorientas cajas que me quedan por abrir. Encuentro una foto de carnet del
tío Jorge Ferrufino, mi certificado de bachillerato ¡1977!, boleros de Leo
Marini.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">He encontrado la sangre otra vez y me he sorprendido. Quién supiera del
trabajo de las sombras. Llegó mientras miraba una foto enviada por Milana:
Veliky Novgorod, Bucarest, Francia, vaya trayecto huyendo del genocidio. He
hallado de nuevo la sangre y no eran ni las dos de la tarde. Tango <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rodríguez Peña</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La viruta</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Al caer el nácar roto del techo se ha clavado según garfios en la piel futuro.
No leo en coca sino en viento. Combada la vela el edificio navega por sobre la
antigua acequia del Phujru, hacia las canchas Gutiérrez, el hipódromo, cruza la
Blanco Galindo, la inexistente torre de Goyeneche, se enfanga en La Chimba y el
barro azul de La Maica. Sigue por Itocta donde campesinos que murieron hace
cincuenta años preparan ambrosía debajo del molle.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Se fue mi maestra Gaby Vallejo; no la veía hace mucho. “En Orihuela, su
pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, a quien tanto quería”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Apareció la sangre y demando si es significado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Anaqueles vacíos que nunca se llenarán. Odres de piel de buey. Desfilan
ante mí mujeres, la Santa Compaña que miré a medianoche mientras descansaba
debajo de un camión al pie de la cuesta de Yocalla. Corría un arroyo cristal de
dulce sonido. Al amanecer subiríamos con el verde camión Leyland rumbo a
Tarija. Ellas ufanas mas tenebrosas. No me descubrieron porque dormía detrás de
las ruedas pares. Se diría que cantaban o eran aullidos de perra ante las
puertas infiernas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Aparece un video triple sobre Pedro Primero el Grande, con actuación de
Maximilian Schell; otro doble del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Napoleón</i>
de Abel Gance. Me resisto a deshacerme de ellos así sean lastre ya. Al fin no
treparé al globo aerostático de la feria en Nuevo México porque la fanfarria
tuvo su tiempo y carga su pasado. Pedro I, si todo me revierte a Poltava,
quiéralo o no. Anoche, en el inicio de una película ucraniana sobre 1918, el
primer voluntario para combatir a los rojos da su nombre, estudiante de
profesión, lugar de origen: Poltava. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Alterno páginas e imágenes y jamás ausente la música. Para combatir la
sangre pongo a tocar calypso. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Me he rodeado de pinturas, cuadros, pintores fantasmas. De la ausencia de
mis hijas me he envuelto. El ron toca a mi puerta y no le abro. Hoy no estoy para
ti, amante, labios de caña azúcar negra a orillas del Esequibo por donde pasó desapercibida
la guerra. Cayena, horror del Surinam. El Gran Almirante miró desde la borda y
aseguró ver el Edén. Corrían hombres desnudos de piel tostada. O monos sin
cabello. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Dejo correr la ducha sin caer en su embrujo. La apago, he humedecido la
piel de los fallecidos para hacerla rosada, rozagante y que al menos por hoy
noche, dancen al ritmo de la marimba. Marimbas durante cada almuerzo en
Cholula, orquesta de ellas en ambiente de chile y nixtamal. Xela. Debajo de la
pirámide escondida, dicen que la mayor de México, he olvidado a propósito
varios recuerdos. No regresaré a buscarlos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">25/01/2024</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p><br /><p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-84045131733231872932024-01-22T18:51:00.000-08:002024-01-22T18:53:55.716-08:00Visiones de enero<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXDo5DqYR_ltEytfkC1-iXZv13l2Q0ZaV39826e6zrHPEi_AA99tGrMy4eWCr5NlH7lDfenxiDOo7jjXvN6lkEZBSXzRSNtIirG5lUztI6Ppyul6Za2ncSoZy36ubBAiWV_S77qnjShKg59jKQFXtGrW-pO_5m4DHci6l6LMH50XXWzh9iu9vheXCgn1s/s1155/Tamara.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1155" data-original-width="770" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXDo5DqYR_ltEytfkC1-iXZv13l2Q0ZaV39826e6zrHPEi_AA99tGrMy4eWCr5NlH7lDfenxiDOo7jjXvN6lkEZBSXzRSNtIirG5lUztI6Ppyul6Za2ncSoZy36ubBAiWV_S77qnjShKg59jKQFXtGrW-pO_5m4DHci6l6LMH50XXWzh9iu9vheXCgn1s/s320/Tamara.jpg" width="213" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Deambulé
buscando anticuchos como si necesitara a Cristo. No los encontré. Seguí los
pasos de la juventud borracha, los rincones del hambre y nada quedaba.
Finalmente, en una esquina, una vendedora con hijo, sola en medio de un manchón
de polvo, cocía corazones machacados y removía el ají de maní. Me senté sobre
un balde volcado a manera de asiento y vi pasar automóviles oliendo el picante.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Había visto
mujer tan hermosa horas antes que me entretuve imaginando tontas canciones de
amor, al estilo McCartney. Madura, nariz alargada como prefiero, ajado un poco
el nacimiento del seno. Brazos justo antes de que les venga lo feble y
cuelguen. Diría la belleza antes de morir que es sin duda la mayor, la sensual,
la erótica, la sexual, la última. Imaginé esta Cochabamba urbe pero todavía
oscura y apresuré la vuelta a casa, a las lámparas Tiffany sumadas a los
grandes muertos. Pensé, sé bien por qué, en Tamara de Lempicka. Me senté a
escribir versos alegres y me detuvo inmensa pereza, el cabello sobre la funda
roja, el vaso de agua, zapatos sin ton ni son. Dejé para mañana, hoy, intentar
recuperar los sentidos de entonces. No esfuerzo mucho la mente para recordarla.
La miré tanto y de cada ángulo que bien tenía para hacer con ella un filme. Tu
boca entreabierta que semeja perecer y gime. La elegancia de tus pies de uñas
pintadas. Perfume, seguro, tenue, apenas por encima de tu magnífico sudor.
Cuello que hubiera deseado Charlot, el guillotinador. Llevas calzas verdes,
supongo, como el Don Gil de Tirso, breves, a diferencia, mínimas y bordadas,
casi venidas de las manos de beatas que venden sus trabajos en el vestíbulo de
Santa Clara.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En el
trayecto de retorno usé varios bancos para observar y descansar. Se ha multiplicado
todo, cierto, pero viene a ser lo mismo. Lugares de comer, no podían faltar
aquí, por doquier; aromas de bazaar y especias. Tánger sin magia. Más Hong Kong
de gente olivácea; tal vez Samara. Azahar, cedrón, comino y paico.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Si
estuvieras. Puedes no darme tu nombre que de hoy a mañana nos esfumamos y ni
rastro habrá de anillos de humo. Casi un sueño lamerte el sudor de las axilas,
palpar el infinito. Ven, siéntate en la noche de los anticuchos, sorbe el
picante amarillo, nadie ni Cristo nos ve y está suelto el pecado. Déjame tocarte
las vértebras salientes que puedo contemplar, quitarte del cuello oro y
religión, abrir el secreto que deja tu espalda desnuda, pecosa y jugosa. Gotas
de calor se deslizan por la ruta de la seda; allí van mis caravanas, con
mosquetes de pólvora seca y dagas curvas. Me ofrezco a ser pescado que muera en
tu atarraya. Pero el ruidoso silencio destruye el campo de Eros y sigo vivo,
caminando José Quintín Mendoza abajo, pasando por la casa de un amigo suicida.
Si estuvieras. Tal vez cedería al día nublándolo de cortinas para hacer noche
tu presencia. Llegarías a casa, buenas noches esposo, hijos, ajena al vicio que
acecha. Mala noche sería la nuestra de tan buena. Sócrates bebiendo con
filosofía la cicuta.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Largo
intervalo del ron.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Ceibos y
eucaliptos de Pihusi, polvo sin tiempo. Modorra de alcohol caribeño. Entrada de
Apote, caminos de infancia y padres relucientes, el Volkswagen verde claro. Las
fruteras ofrecen chirimoya y achachairú, ha desaparecido el ciruelo blanco. Tu
carne lívida tanto la fruta es, de oscuras brillosas semillas, negras
tormalinas de entrepierna. Largo, excesivo ron. El ventilador trae aire en
dirección a mis pies descalzos. Caí muerto sobre la cama al entrante amanecer.
Quizá un día no despierte y si no lo hago jamás recordaré que soñé contigo.
Pero ahora, alerta, miro tu fotografía con chaqueta de terno. Por la
construcción detrás supongo París pero pudo ser Praga. En cuál de ellas he de
amarte no sé, tu espalda rasgada por rugosa corteza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">O sobre el
polvo siempre igual de este campo rural que se llamó Pandoja donde tuve mujeres
dádivas cuanto febriles. Alfalfa sobre los puntiagudos pechos de G. E que
desviste sus delgadas piernas germánicas. F sentada sobre un peñasco en vestido
blanco y abierto el sexo atravesado por ventiscas de eucalipto. Has de ser, tú,
mi extremaunción; sí, tú, la de ayer.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">20/01/2024<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen:
Tamara de Lempicka </span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-21457114344048509762024-01-18T05:18:00.000-08:002024-01-18T05:18:02.157-08:00Campos de frutillas<p><b><i><span style="font-family: arial;"></span></i></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><i><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijQ5SyawCX1OQJABWj9FToqlYG0qCMHn0q71ITVQyziQnqAocdn0K9RaSD9JDYgj4hOyZU3uC_NnVDm1MABcg9GT0jPIQnJxT4DBYfWF_x2GaUuTLsFCtPVx7CeUR4sT8RsWPVNCyjbGnqLWeeTIk8IVDNqBK0tvwzOiW6jFfGbD4lIWBVF3bB3J4LxVY/s1280/20230708_SRP054.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="1280" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijQ5SyawCX1OQJABWj9FToqlYG0qCMHn0q71ITVQyziQnqAocdn0K9RaSD9JDYgj4hOyZU3uC_NnVDm1MABcg9GT0jPIQnJxT4DBYfWF_x2GaUuTLsFCtPVx7CeUR4sT8RsWPVNCyjbGnqLWeeTIk8IVDNqBK0tvwzOiW6jFfGbD4lIWBVF3bB3J4LxVY/s320/20230708_SRP054.webp" width="320" /></a></span></i></b></div><b><i><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></i></b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO">Strawberry Fields Forever</span></i><span lang="ES-BO">. Pingajos de sangre en los restos
de pastos congelados de la estepa. Resalta el rojo sobre el blanco, incluso el
rojo negro que no es Stendhal sino coágulo. Ninguna gloria en la mierda esta;
no hay épica ni romance. Los pollos que cuelgan en los rieles del matadero con cuellos
abiertos no despiertan poesía alguna. Llanura de fresas que no se convertirán
en deliciosos pies de fruta del hemisferio norte. Ni las muchachas pondrán
frutillas con crema entre las tetas para el onomástico cabrón de los mediocres.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">I read the news today, oh boy. <span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Para Gloria el éxtasis, el viento que corría
por su cuerpo albo en los pasadizos secos de Iquircollo. Le traía retamas y la
piel olía a ellas, amarilla piel de oro, pétalos de metal maravilloso en
contraste con su pelo. All you need is love, decía la brisa y sonreía la retama
incluso al morir cortada a mano de manera brutal teniendo el tallo duro. Pero
incluso ella, diosa bella palpable, sucumbió a la tara de los revolucionarios
de opereta, de esos que lloran como en el teatro, en un falso contrapunto entre
Lully y Molière. Pobre de ti, Gomorra; ay de ti, Sodoma.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Pero Gloria
no está entre los frutos caídos de la Ucrania carmesí. Es solo una gustosa
distracción mientras aguardo por la noche, a veces silenciosa, a ratos ladrido
de perro. Pedía ella a mi padre que no escribiese más de mis recuerdos. Jamás
me he confesado y no tengo penitencias que cumplir y digo y escribo lo que me
venga en gana, duela eso a amores y a enemigos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Observo
desde un montículo de Huliaipole por rastros de humo. Humo blanco no significa
que habemos papa sino que los cadáveres y el aceite ya se consumieron y que
tanques y tanquistas se van al cielo de los desnutridos, al paraíso del hambre
desde donde observarán a sus familias devorarse entre sí debajo de la
fotografía de un semidesnudo Putin. Carezco de piedad y duele no ser Cerbero
para mancillarlos aún más, arrojar sus extremidades al agua infecta, al lago de
los mitos o las elucubraciones de Tolkien. Dioses nórdicos enloquecidos, Loki
decorado de arlequín; Baba Yaga, la bruja de Emerson Lake & Palmer
convertida en dron con racimos explosivos de uva apurpurada. Fiesta de la
vendimia donde las reinas no son tetudas campesinas con ramos de flor en los
cabellos. Vendimia de degollados, a quienes se ha cortado el talón para que no
puedan escapar, a la manera de los pampas del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Martín Fierro</i> en otra llanura que también fue decorada con
intestinos de serpentina y banda militar tocando aires de carnaval.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Bajo
persianas en la cocina y caigo en cuenta de extraños nimbos pintados de oscuro.
Sobre los edificios todavía sin luces se mueven con lentitud. Sigo con la vista
los pequeños cactus que asoman por la ventana. Amenaza lluvia pero no. Voy al
noticiero independiente, no al New York Times que pareciera querer una victoria
rusa. Noticias entre tendales de muertos, carros de asalto que arden,
kadyrovitas mojados como cerdos salvajes, no tan valientes como les gusta
mostrarse en Tik Tok, mobiks desventrados, recién salidos del horno,
marraquetas al carbón. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Aviones
desaparecen engullidos por el mar de Azov. Karma maldito que flota impasible
hacia el puente de Kerch. Cuando el concreto se hunda en el estrecho será el
fin de Rusia. Buryatos y bashkires están preparados para la independencia.
Manchuria volverá a China y el último zar, el enano hijo de putina, habrá
conseguido deshacer para siempre lo que sus admirados construyeron a fuego.
Hombre de la mafia, creyóse el Grande, imaginó tener en Siberia esclavizadas para
siempre las chaquetas amarillas de Ucrania, igual a las azules suecas que
construían Tobolsk en el siglo dieciocho. Pobre, no le alcanzó la estatura, la
cojera que no supo disimular. Nació mediocre y morirá en el palo; chancho a la
cruz ofrecen los cocineros camino de Trojes, pacú a la parrilla, filetes de
paiche. Bastardo que no alcanza ni a pescado ni a puerco, putino fue y tal
morirá, sin festejos rimbombantes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">He
derramado gotas de goma de pegar en la superficie de mi escritorio nuevo. Nada
puede alcanzar perfección. La saliva no alcanza para extirpar la mácula, ni el
aguajabón. Lo hice tratando de arreglar pequeños detalles en mis camiones de
colección en miniatura con los cuales jugaba mi sobrina nieta Renata. Eso no le
hubiese permitido ni a Dios. En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los
cipreses creen en Dios</i>, José María Gironella retrata a un anarquista que
protege a una familia burguesa: a esta casa no entra ni Dios… Pues a mis colecciones
tampoco.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En los
últimos mil años la divinidad no visitó ni por accidente los llanos de Ucrania,
ni las estribaciones montañosas donde se ocultaron de la Horda y donde hubo
guerrilla, de buena y mala memoria contra Stalin, a favor y en oposición a
Alemania. Terrible tiempo de asesinato. Pero Jan Matejko retrataba a <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Khmelnitski y a Tugay Bey contemplando una
aparición divina en Lviv, ni para decir que no hubo devoción por el permanente
ausente.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Estoy en Santa Sofía y me pregunto si el bastón de mando del hetman
señala hacia Polonia. No ubico los puntos cardinales en esta urbe. Gran
explanada y la iglesia magnífica en su azul claro. Caminando por la ancha
avenida llego hasta mi barrio, huelo los árboles del parque, huelo el pan dulce
en el kiosko de la esquina. Luego penetro en mi caverna soviética. Como siempre
el vecino encerrado escucha rock clásico. No he de verlo jamás, ni cuando salgo
hacia Boryspil, el aeropuerto, rumbo a Londres. Recuerdo de las ventanillas del
avión otro país. Si fuera ahora encontraría los forever strawberry fields, los
campos de grosella, de granada roja y cuarteada, de sangre la mazamorra que
produce el kvass. Color de carne de membrillo. Al oeste el Tunari se pinta
naranja, tenue reflejo de lo que es hoy el fin del mundo. Duermes, Irina, en tu
lecho de espinas sin pétalo. Haría escalinatas para ti con cráneos de orcos
cubiertos de terciopelo, todos parejos, medidas circunferencias para que no
tropieces. Desciende por la escalinata macabra e inventa un<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>pretexto para que por ti llegue yo a ser más
cruel.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">15/01/2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">_____</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Imagen: GETTY IMAGES</span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-33763256978135108712024-01-15T05:17:00.000-08:002024-01-15T05:17:39.245-08:00Pax Putina<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMKpYi8a2a7wuzH0HBLb7L0lOtE_ChGoK44-wFaEKXZer1lOe_cuvX9B7n_zXdDj9LXjifw73rw7dObpx5W79pPpjF1DvjRfaFTmMSdyxLLv38CUgw0htQJD8KeI1Bmn_GBdsdPySvtDR9BmrLj3ScyeoW38TT72OZcspxws0wuQ9JBzRNxf6nTQZj7RY/s800/Berestechko.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="553" data-original-width="800" height="221" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMKpYi8a2a7wuzH0HBLb7L0lOtE_ChGoK44-wFaEKXZer1lOe_cuvX9B7n_zXdDj9LXjifw73rw7dObpx5W79pPpjF1DvjRfaFTmMSdyxLLv38CUgw0htQJD8KeI1Bmn_GBdsdPySvtDR9BmrLj3ScyeoW38TT72OZcspxws0wuQ9JBzRNxf6nTQZj7RY/s320/Berestechko.jpg" width="320" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Guerra que
matas el amor. Pax Putina, de crimen y espanto. La noche se cierne sobre las
blancas cortinas. Morir cada noche como una luna exhausta, decía Evtushenko;
morir de amor canta Miguel Bosé. De calzones celestes y calcetines grises me he
puesto a escribir al lado de un vaso casero de jugo de tamarindo. Suena alguna
moto, aúlla el perro de siempre alrededor de dónde. En Avdiivka, incendiados
tanques florecen como crisantemos y cadáveres rusos yacen dispersos,
maltratadas semillas. Quiero decir que matar al enemigo es acto amante y vuelvo
al principio del texto y sé que navego en fatídica contradicción.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Honda pena,
el oblast poltavo, tierra negra de luto feraz, despierta, duerme y habita entre
alarmas de misiles. Un lago esconde la casa del poeta que escribe en árboles y
plantas de agua. Si vale la pena escribir, lo dudo, ha llegado el tiempo de
matar sin concesiones. Que el pueblo y la inocencia, que las madres y esposas, no
interesan. Luego vendrá la reflexión, si viene. Uno pierde la juventud en
minucias hipócritas. Será la edad, el cansancio, pero los números ya no
cuentan, que diez mil, veinte mil da lo mismo. No, lo mismo no, que el número
debe estar del otro lado. Hemos vivido desde el génesis en exterminio, pues que
suceda. Poco ha de quedar de todos modos, quizá escondidos en cuevas persistan
los sin rostro frescos de Capadocia. El ciego Homero tenía razón, veía en su
sombra lo que otros ni sospechaban. Ilión es la trágica imagen impactada hacia
el futuro. Lógica malsana, destructiva, caníbal, lógica que nos rige y que si
no obedecemos nos acaba. Los niños de Mariupol y los de Gaza no eran niños, si
no, según decía en arte gráfico Fontanarrosa, guerrilleros enanos. El rosarino
lo plasmó en una de sus magníficas series: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Boogie,
el aceitoso</i>. Era Vietnam y los norteamericanos llegan a un poblado que
arrasan. Un soldado comenta: pero, si son niños. Boogie responde, cigarrillo en
la comisura del labio inferior: No hay niños en Vietnam, boy, son guerrilleros
enanos. Lógica imposible de detener.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Abres los
ojos azules. Tu azul mira el azul del cielo y aseguran que es color de
felicidad. Late dentro de tu pecho angustia. Lucha por obtener un repollo, pan
de cada día. Creo en Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Debiera decir: matador de vida, creador de muerte. Creo en ti, todopoderoso
asesino. Y sin embargo las mujeres de Chernihiv calzan crucifijos antes que
medias; las de Sumy juntan el cabello rubio y acomodan el collar del que cuelga
el martirizado. Qué otra cosa es esa si no adoración de la muerte. Para colmo
los amigos llenan cada día las redes sociales con bendiciones y amén. ¿Tornaron
en locos? ¿De dónde viene tal indecencia? Mentirse uno, mentir al resto. Que
Dios es amor catapulta el son de los obuses. No me bendigan tanto que no vine a
perdonar. En bala o en palabra pondré el sello del infierno en la frente de
quien se me oponga, ellos no son el nombre de dios ni del diablo son; la
realidad tiende a falsamente catalogar lo que siempre ha sido obvio. Nunca ha
existido el bien. En sus cansados ojos se asomaba la pena, decía Esenin, tal
vez escribiéndole a Isadora Duncan, mostrándole que las delicias del amor
terminan con el tormento. Golpes de caja de negros peruanos, oé, oé.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sugiero
aparecerme como un espía tártaro a bordes de la Besarabia, de la Carpacia
hermosa o la tibia turca. Rehúsas porque con ello vendrá el fin de la vida,
dices. En Rostov y Krasnodar milicias alistan palas plegables que cortan con
facilidad un rostro en dos. Obsolescencias de una guerra nueva, de cañoneros
volantines y ojos de cristal. Un soldado ruso se arrodilla ante un dron para
que no lo elimine. Cierto que hay ojos humanos detrás de las cámaras. Volviendo
a Homero, estas máquinas magníficas y desalmadas son los otrora Minerva y
Apolo, uno en cada bando para afirmar sus deseos. Los ojos de arriba, el rayo
que baja del cielo, lo inesperado e invisible. Tanto como nacer y fenecer.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Termina el
domingo que de ausencias fue construyéndose hora a hora. Laboriosa imagen de
desasosiego. El sol ardía en Tiquipaya y barrocos platos de picante de lengua llenaban
las mesas. Oscuros y diría dudosos patos parecían querer volar antes de que
desdentadas partisanas del hambre les hincaran las encías. Pueblo que traga y
caga, repetía sin cesar mi padre. El polvo sigue llenando rincones, perros sin
dueño aguardan por sobras para pelearlas con venezolanos exiliados, la ficción
de la droga apuntala febles estructuras de patria. De a ratos pongo las pupilas
sobre la pantalla y cuento los fallecidos que se lleva el Dnieper. La vecina en
la mesa contigua sorbe huesos brillosos de grasa. Un guitarrero aúlla aquella
canción de si vas para Chile. Le regalan monedas de cincuenta centavos mientras
la gula exacerba los intestinos de comensales más interesados en devorar que en
música. Otra vez, pupilas sobre el celular: Trump se cagó de nuevo en los
pantalones y le asoman otro gigantesco pañal. Elegía del absurdo que debiese
ser endecha. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Tristeza en
el oblast poltavo, no habrá cartas esta noche, cigüeñas no podrán volar entre cilindros
supersónicos. Recurro a Olga Nawoja Tokarczuk, deseo viajar con ella, ser
tumbado por cualquier viento aseverando lo débil de nuestras raíces. Beber con
Cendrars sin fin sabiendo que no hay dinero para pagar. Actividad del puerto,
el Támesis lodoso del Dickens antiguo, Robert Graves y su herencia germánica.
Cieza de León y el asombro. Tristeza en la tierra poltava, antiguos urinarios
cubiertos de maleza cerca de la parada de bus. Manchones de bosque, correos
electrónicos no cifrados con desnudos que llegan de Kiev. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Que ¿cuándo
terminará la guerra? "El hombre sólo será libre cuando el último rey
sea ahorcado con las tripas del último sacerdote". Iluminado Diderot.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">14/01/2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen: Batalla de Berestechko, 1651. Iván Bohun, de rojo, a caballo</span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-56057399409239234142024-01-09T04:24:00.000-08:002024-01-09T04:24:52.040-08:00Digresiones mirando un video tuyo<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqQ4AG0GdOIutnOaAvHHYRPTZQgOpbNsqzdTkVXnO_nJpPQJE57IFXNiTnrpT1dF6PE5Kd1S3YEErSpSjegj3E901o75F9HZ5A8N5-aNC0vkw-nGhSCq1ZCI64asnfkmZhNJaQxsR_r2ugKMtHRl5eXKhrwkxcHnK_ufvf4SwsDODMuGXtP3K153JrxaQ/s999/the_madness_of_ajax_image_768.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="610" data-original-width="999" height="195" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqQ4AG0GdOIutnOaAvHHYRPTZQgOpbNsqzdTkVXnO_nJpPQJE57IFXNiTnrpT1dF6PE5Kd1S3YEErSpSjegj3E901o75F9HZ5A8N5-aNC0vkw-nGhSCq1ZCI64asnfkmZhNJaQxsR_r2ugKMtHRl5eXKhrwkxcHnK_ufvf4SwsDODMuGXtP3K153JrxaQ/s320/the_madness_of_ajax_image_768.webp" width="320" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Grappa y
tequila reposado. Kristina Balkina camina por una playa que fue, malla de dos
piezas, negras, tatuajes en costado, muslos atrás, brazos. La mujer tatuada,
falta Ray Bradbury. Vivir en tu piel los misterios, religión del vicio, misa
con hostias carnosas, carnívoros labios de perro infiel. Odesa se incendia, ya
ni tiene a Catalina, terrible emperatriz rodeada de eunucos decorados,
entorchados y libreas de lacayos ilustrados. Misiles de ojos rasgados
sobrevuelan los conventillos de Froim Grach, Creedence menciona a New Orleans,
ciudad donde una mujer de tetas al aire devora un hot dog enfrente de un
policía de traje azul. Parque Audubon. Espero a Caroline que no llega, pone una
críptica nota acerca de un bar. Mi cama semeja cortijo de muertos. Misiles
norcoreanos quieren ganar la guerra putina, la lagartija no puede sola. La
Balkina camina sobre los desechos de Vladimiro, le aplasta el frágil cráneo con
hermosos pies desnudos. Ni polvo era el cabrón sino algo como esputo. Bella desnuda
sobre el remedo de hombre; Giordano Bruno sentado sobre la fea y tibia calva de
Bergoglio.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Hago
limonada de limones sutiles. Ácida porque lo tenue no vale, no ahora, no hoy.
Que la boca se amargue. Anoche vi a un cobarde después de veinte años. Quise
romperle la sonrisa pero saludó. Cortesía obliga y no me fabriqué un collar con
sus maltrechos dientes. A ratos me asaltan impulsos cafres, caribes con ansias
de parrillada de gente sacrificada. El festín que haría con diputados y
revolucionistas, congresos como inmensos campos de barbacoa. Furia de
Caupolicán. Juan Carlos Onetti pone sus pies en los soportes metálicos de la
barra. Entristece, se llena de crepúsculo aunque ya son las nueve y escupitajos
de lluvia se pegan a las ventanas. El Arcángel conversa por teléfono con amigos
locales. Hablando en caló, en jerga narco de Tamaulipas, que la chingada, las
morras y la pinta, nombre pintoresco de la penitenciaría. Recuerdo: “Oh, calle
de Lecumberri, ya se acabó tu alegría, por allí pasó Madero rumbo a la
penitenciaría”. La pinta… La Niña y la Santa María. México en lecturas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Dime, Kristina
Balkina, qué significa esa concha de mar impresa en tu hombro derecho. Sirena
fuiste cuando todavía existía el mar de Azov. ¿O es en Trebisonda, Crimea?
Todavía aroma el café de Mariupol, huele más que todos los muertos, mejor que
ellos. El mundo virtual tendrá mucho por reconstruir de lo físico; lo otro se
perdió para siempre. Los niños tienen que crecer con sabor a sangre. Ojos de
girasol y dientes de vampiro. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Debía
escribir una carta pero en la sección de documentos del ordenador encuentro
textos y videos cubiertos de años, ni siquiera de polvo lo que les daría cierto
romance. No es que sea meticulosa cuestión fría ni disección de extremidades
pero no hay el placer de desempolvar secretos. Estos tienen una descripción, un
número, extensión de palabras y fecha de creación. La máquina piensa por mí
pero no goza con tus glúteos tan regulares, como frutos de hespérides que ya
jamás robaré. Esta cuestión de lo efímero va acentuándose, cuando desaparece la
acción que de minotauro hice en Creta, de toro o saltador de toros, en palacios
pintados de rojo y negro imaginación, de cuando devoraba sílfides y ovillos de
lana burda para hacer frazadas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Protesilao
desembarca primero y primero muere. Quién le exige ser cojudo, pobre héroe que
apenas disfrutará un instante de su joven viuda por gracia y limosna de los
dioses. Luego olvido. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Limón
sutil. Nombre hermoso. Poética botánica, como la que escribe Gsús Bonilla.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">No puedo
postergar mucho más para enviar la carta a los campos donde perecieron los
suecos, tierra negra, bosquecillos dispersos en manchas en los raiones del
este. Pero la Balkina remueve arena con los dedos de los pies y sabe mover
caderas. No viene de la Martinica, más bien del hielo, no del curtido ron
oscuro sino de la leche. La noche de los solitarios carece de reloj, ni
péndulos ni clepsidras, una recta entre dos puntos: ayer y mañana. Caminas tú
sobre la Historia. Parodias a Heródoto y tu cuerpo pesa más que las perdidas
ciudades del Magno. Vi, dice el de Halicarnaso, o dice Borges por él, eso y
más. Me intriga saber que hay debajo del Takamaklan pero me distraigo cuando
apoyas tu espalda en un árbol y sueltas los cabellos de tal forma que se borran
de mi mente todos los poetas ciegos y solo arde un deseo que de sol no tiene
nada y mucho de inferno. Tu nariz fina y alargada como adarga de lansquenete,
igual de letal. Crimen que cometes con ella, aguja que no deja rastro cuando
hiere el plexo, apenas un punto rojillo coagulado, parece picadura de mosquito.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Decirte,
decirte, quizá estés otra vez escondida en el metropolitano de Kiev aunque me
parece recordar que huiste al sur. En vano porque bombardean Odesa. Cochabamba
sería una opción para ti pero terminarías encarcelada por infarto popular.
Prefiero mantenerte aquí, en el ordenador HP de quince años de edad. Quieta y
muda permaneces hasta que activo el play. Entonces el tiempo se ha detenido,
ilusión que mata peor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El rubio
general Custer dispara sus revólveres de plata tratando de preservar su
presente. Hasta que un brujo cornudo de bisonte piel y hueso se le aproxima por
detrás y lo corta. Imagino que las squaws sacaron puñales de pedernal y le
comieron el todavía caliente corazón. Eso duran historia y vanidad, un cierre
de párpados. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Me aferro a
ejemplos, digresiones, para explicar que te contemplo casi desvestida, en la
inmemoria o memoria de la nada, horas que no fueron, un sueño de Lewis Carroll.
Me alegra verte, haces de mí serpentina, lo asocio con la llegada del carnaval
en el sur semidesértico. Suenan bombos y sonajas. Me arrojo sobre un largo
espino de mistol y termino esta vida con épica aquea del mayor de los Ayaces. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">08/01/2024<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><br /></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen: La muerte de Ayax Telamonio</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-82712804724669147372024-01-07T04:38:00.000-08:002024-01-07T18:58:57.227-08:00Baila, desconocida<p><b><i><span style="font-family: arial;"></span></i></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><i><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjexjU3-vbDof97ivnxTcaF5912mHl3CilqRfIjarCHiOFFS6VfVgBb-Q2U-1OdbC_MxCOKyzDer7TWJYtMq50QY0-GRLrJSOe2_e_npMuTzd7t8GRiu9Y3kLZ638azla6DA7Nz-KkYil053k3OWNgbTQur1QZppSQrR8008dKmg2QRTdWSQXtVf8Hvshg/s299/images.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="299" height="168" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjexjU3-vbDof97ivnxTcaF5912mHl3CilqRfIjarCHiOFFS6VfVgBb-Q2U-1OdbC_MxCOKyzDer7TWJYtMq50QY0-GRLrJSOe2_e_npMuTzd7t8GRiu9Y3kLZ638azla6DA7Nz-KkYil053k3OWNgbTQur1QZppSQrR8008dKmg2QRTdWSQXtVf8Hvshg/s1600/images.jpg" width="299" /></a></span></i></b></div><b><i><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></i></b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span>Te daría
treinta años de mi vida pero ya no los tengo.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Quiero
llevarte a mi pueblo a vivir, quiero morirme a tu lado, cantan en la noche
cochabambina. Y tú giras ajena a que te estoy mirando, casando, matrimoniando,
asesinando. Marcelina dame alcohol. ¿Eres tú Marcelina? ¿O de la noche fantasma
naces y quieres burlarte de mí? <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Sprichst
du Deutsch? No eres alemana, a lo sumo española que es lo mismo. Pero esos
giros no son ni germánicos ni checos. Medievales, sí, como fiesta de santos
reyes. Me siento, no descanso, con la izquierda bebo vino, cerveza con la
derecha; siempre he sido alquimista. La carne joven danza, nada más lindo que
el vientre encima de la cintura. Acomodo el exceso de canas en los costados, no
he ido al peluquero. Fui pero el maestro andaba en disquisiciones con un inválido
buey que me cansé y abandoné.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">¿Que si quiero llevarte a mi pueblo a vivir? Quiero pero no tengo. En
1976, bajando Caraparí, cruzamos el Bermejo con madre y hermana. Luna de
Tartagal, por supuesto, y de Embarcación, Güemes, Orán, Estación Perico. Marrón
llanura de pesares suyos que hice míos. Dime, tú que bailas, quién eres. O
Luzbel te ha enviado para engañarme que es carnaval y salte como kusiyo. Me he
parado a mirarte, danzas con neandertales con ínfulas de poetas. Giras. Y
giras. Y tus piernas se abrirán según flores negras para servirte en desayuno.
Y yo, que me he enamorado de ti, sin nunca saber tu nombre ni verte, ni una ni
dos ni de nuevo. Te pediría tu nombre pero soy hombre callado. Dejaría un
tendal de muertos para acercarme a ti pero me convertí en decente, Dios no tuvo
nada que ver, ni Klimt ni Playboy. Chasqueas los dedos imitando castañuelas. La
noche tuerce los pies en chacarera. He llegado a mi cuarto solo. Beckmann toca
un corno y parece que Sacco y Vanzetti están tomados de las manos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Quiero llevarte a mi pueblo a vivir, quiero morirme a tu lado, porque mi
rancho, mi perro y mi buey ya quieren verme casao, voz de Arturo Sobenes. Leo
carta de mi amor. En su misiva gritan rusos desventrados, barcos se hunden y
las minas marítimas parecen flores de tuna. La leo y la deseo pero no te quito
de mí, tú la otra. ¿Quién eres, perdiendo la vida con bueyes aptos para el
arado? Mi esposa cultiva nabos en lo poco libre que dejó la guerra. La amo y la
extraño, pero esta noche estoy dispuesto a ceder los cinco años que me quedan
¿seis, diez y seis? por ti, porque bailes y gires con tu blusa floreada, porque
hoy, sobre toda la vida, te quiero.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Romántico alfeñique. Debí avasallar con sangre la tierra alrededor. Tuya
la victoria y la muerte tuya que vida es. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">No decido nada, apenas puedo lavarme los dientes, pareces española pero
ruedas como del sur. Sal echarán en tu vientre y semilla. Y yo contaré mis años
en ábaco de cinco nudos, sabiendo que treinta no puedo ofrecerte, ni quince ni
diez. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">06/01/2024</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-33767103464981503832023-12-30T04:35:00.000-08:002023-12-30T04:36:22.775-08:00Año aciago año mohíno<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhuPtb47awHyJEB486iFwu9Uw0iI2GbIBDm_5OttJMPlR88OQ9i7Y8XMGqA7-KDM4pDZ1S2b7S4cKQZUGFe5nhhnI4kR01gaOsD9jqLkHFHtJijAPRyB8O4Ty5ptFTl90V468faNsH4kEwGIFbY2hpsyEWHvOmKStU53G8dy08STy19QHTp39a_b59H-o/s512/Rembrandt_-_The_Philosopher_in_Meditation.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="425" data-original-width="512" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhuPtb47awHyJEB486iFwu9Uw0iI2GbIBDm_5OttJMPlR88OQ9i7Y8XMGqA7-KDM4pDZ1S2b7S4cKQZUGFe5nhhnI4kR01gaOsD9jqLkHFHtJijAPRyB8O4Ty5ptFTl90V468faNsH4kEwGIFbY2hpsyEWHvOmKStU53G8dy08STy19QHTp39a_b59H-o/s320/Rembrandt_-_The_Philosopher_in_Meditation.jpg" width="320" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Altemar
Dutra y tristísimas canciones. Último viernes, últimos sábado y domingo, ese
prurito trágico del fin. La pobre espiritualidad de los beatos me atiborra de
bendiciones que ni pido o quiero.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Anoche
volvía de Trojes. Habíamos hablado de Berna, de Ixiamas, de un pueblito llamado
Florida a orillas del parque Noel Kempff Mercado, de <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">São Paulo, Campo Grande. Avatares de la vida. Caídas, sobre todo, unas
que hieren, otras que discapacitan. Las que matan. De Corumbá a São Paulo; de
ahí a Suiza. Era en los años ochenta y me tomaron una foto en la frontera, a
orillas del río Paraguay. Los niños se bañaban en pozas llenas de pirañas.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">En Florida de Bolivia, no la de Ponce de León, las veredas son de
concreto y las calles de pasto. Podría ser el paraíso. Lo es, en realidad, para
cierta élite delincuente de sombrío tráfico. Corumbá tenía su belleza peculiar.
El gran río al fin de las escalinatas. Mujeres negras de colorido traje, casi
un souvenir. Pescado frito, galletas de chocolate. Meticuloso el tren por sobre
los pantanos, gritos de parabas que quizá son caimanes embaucando víctimas.
Llegué allí en un vagón que pendulaba de lado a lado porque las vías se habían
hundido en tierra suave. Roboré y cuánto más. Lo recuerdo. Cervezas bebidas y
botellas vacías arrojadas al monte. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Berna majestuosa y fría. Inmensos policías con ametralladoras. A ratos
pienso en cómo planeé ir después a Basilea, a Ginebra a ponerle una piedra al ignoto judío
Borges; por Acevedo, digo, tal vez, quizá no sé. Tiempo de proyectos y sueños,
del lago de Constanza y de la conjunción del Mosa y el Mosela si es que existe
porque creo que la inventé. La imaginé en Lucerna. Bebí, en París, helados,
vinos del Rin y del Mosela. Y cerveza alsaciana. Todavía hoy repaso ese
trayecto que nos llevaría, a ti y a mí, desde Poltava a Kiev, a Budapest, a
Varsovia, Zürich o Munich hasta París, al Marais o Malakoff, no importa.
Refleja otro viaje de la capital francesa a Estrasburgo y Singen. Hoy los
actores arrastran piernas de fallida vejez. La juventud se retiró como espuma
de las Kronenbourg en la Gare du Nord, cuando la ciudad se hizo tristeza para
homenajear a César Vallejo. No me moriría en París, yo, ni “anclao” estaría,
con guitarra criolla, para emular a Gardel. Me fui a llorar a los interminables
bosques canadienses en ruta a Chicoutimi, pero me dije que lo hacía por la
fuerte cebolla de la sopa francesa con un centímetro de queso arriba. Alces
cruzaban la carretera como monstruosos fantasmas. Qué iba a lamentarme más si
ante mí se abrían las puertas del infierno. Cruzaban bramando alces diluidos en
la tormenta, tan claros están en mi mente como ayer. Mugen roncos ahora y no
abro la puerta porque temo que se filtre el invierno y ya no abandone. La lámpara
de mi escritorio tiembla; desde que dejamos Montréal y nos internamos en la
selva no para de nevar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Monte de Ixiamas. El Trío Oriental canta: “Buenaventura, provincia de La
Paz”. “Un panorama que tiene mucha fama”. No podía faltar en la conversación si
cerquita está: Rurre. Paradójico salto hacia Europa. Navego en el pico de larga
canoa la inundación del año 2006. Otra vez, ¿cuándo la tristeza puede ser mayor
que la inmensidad? Nunca. Río Mamoré.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Me presté de Boris Pilniak el primer título de su gran novela de la
revolución. Leo en la red: enterrado en el campo de fusilamiento de Communarka.
¿Él y cuántos? Deseo volver a leerlo. Ya hay un libro ruso en mi mesa de noche,
junto a una biografía de Tolstoi y Goethe por Thomas Mann. Debiera tener el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Año aciago</i> aquí en Cochabamba pero está
perdido, el vicio lo secuestró como a buena parte de mi biblioteca. Creo que
hace años lo volví a comprar en Denver augurando lo peor. El tiempo dirá,
cuando a cuentagotas vaya abriendo tantas cajas que dejé atrás. Grandes libros
de arte de Taschen. Me deshice de la mayoría de aquellos en inglés, no por
canibalismo colonial sino porque tenía que decidir. Siempre podré comprar más,
a no ser que un misil del interminable terror moscovita anule el deseo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">He decidido que este texto cierra otro libro de compilaciones. Cubre el
año 23, parte del 22. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ars simia naturae</i>
retrata el estrés del gran cambio, el spleen, los partes diarios de guerra. Lo
quiero como a todo lo que escribí, por malo o mediocre que resultase. Intuí de
nuevo la poesía en varias de sus páginas. No escribo poemas por treinta años al
menos, los leo muy pocos, tengo mi media docena de nombres favoritos pero igual
lo hice, ensayé jugar con imágenes y hacer del verbo plastilina azul. Vi a mi
sobrina nieta Renata forjar en sus manos inverosímiles figuras y decidí que
valía la pena intentar en texto la flexibilidad de la forma. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Decía que retornaba a mi departamento desde la otrora rural Trojes. No
lejos de donde se ubicaba el malhadado Bombohuasi me detuve a comer un
trancapecho. El nombre dice todo de esta bomba de carbohidratos que sabe
deliciosa como un purgatorio. Pan, papa, arroz, huevo frito, apanado frito,
abundante locoto picado. Nada mejor, esto es Cochabamba, la demasía, el plato
surreal. A la vez que bucolismo, inercia, aire tieso, ni brisa ni viento, como
contaban los marinos de aquel silencio en el Mar de los Sargazos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Hablábamos. La noche olía a barato ron colombiano. Pedro contaba de su
Tarbes, en el Alto Pirineo. Conté de mi experiencia breve en Figueras con la
Guardia Civil. Como ya dije, continuamos con el Pantanal, aviones van y vuelan.
Champaña rosado en primera clase entre Asunción y Madrid. Te he comprado un
tipoy azul que nunca voy a verte usar. Eras madura pero joven. Hoy vestido tal
vendría como esperpento. Niños se bañaban con pirañas que después paraban en el
asador. Ajusté un claro cinturón de cuero crudo. No podía no reflexionar acerca
del doctor Francia. Mi madre nos leía del tambor de Tacuarí y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tabaré</i> de Juan Zorrilla de San Martín.
La epopeya guaraní en el crepúsculo de las vinchucas. Alto cielorraso con
sábanas y no con yeso.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Penumbra. Llueve. Aires de Henry Purcell.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Discurren el Mosela y el Paraguay, el Paraná y el Vorskla. Génesis sobre
las aguas. También asesinato. El vino y tu blanco pecho digno de orfebres
gitanos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">29/12/2023</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">_____</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Imagen: Rembrandt van Rijn</span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-80866678879031529772023-12-24T03:52:00.000-08:002023-12-24T03:52:57.043-08:00El olor de las ciruelas<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYrF51NpP4A08WKtqzaQqwpIPtyoUlhkOZb7nXhmD6ZLL66Hc9J7Un47H5mIAwtExGR2xoN0BT34_FYmAI5P4QEpryvgRdoANGykz__uDUja_8ebPjUZV0Jr2lfkduNYa3hxnFRMuJbrsv-B_2Q-ARjPBBC3lhhEHBoW6u47cVFtVX583_KOlp2H5lWKI/s1500/Albert%20Kechyan.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1057" data-original-width="1500" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYrF51NpP4A08WKtqzaQqwpIPtyoUlhkOZb7nXhmD6ZLL66Hc9J7Un47H5mIAwtExGR2xoN0BT34_FYmAI5P4QEpryvgRdoANGykz__uDUja_8ebPjUZV0Jr2lfkduNYa3hxnFRMuJbrsv-B_2Q-ARjPBBC3lhhEHBoW6u47cVFtVX583_KOlp2H5lWKI/s320/Albert%20Kechyan.jpg" width="320" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot </span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La casa huele
a ellas. Hiervo ciruelas blancas para hacer refresco, a la usanza de mi abuela
Neptalí y mi madre Alicia. Espumoso, color ámbar. Añejo árbol que estaba en la
puerta de la casita de los tíos que con el tiempo quedó detrás de una
construcción mayor. De ahí venía la cosecha. Claro que cuando la abuela murió y
crecieron los abismos las cosas tuvieron que cambiar. En el patio trasero del
hogar nuestro en la calle José Quintín Mendoza se plantó un ciruelo rojo que daba
dulces morados frutos. De resina a sangre los tonos, aunque similares ambos en
el sabor y el aire corría por las habitaciones durante el hervor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Lo hago de
noche a propósito, para mezclarlo con mi sueño, para en este quinto piso aéreo
caminar de nuevo las grandes baldosas de azul y rojo rodeando el arbolito. Lo
consigo, duermo profundo y despierto en paz. No sé la hora pero penetra límpido
el cielo por entre las cortinas. Desayuno mi ración de guerra, recorro las noticias
y festejo soldados rusos destruidos. Hablo con Gogol y discutimos el gran negocio
que sería hoy el de almas muertas, solo quitarles el trozo de metal con
identificación y enlistarlos entre los productos que cuentan como propiedad personal;
total, ni quien levante esos pobres cuerpos ya corruptos que abonan los campos
salvajes cerca y entre los dos ríos. Luego caliento un café, corto pan negro,
lo relleno de pasta de hígado y abro ventanas para dejar que los ciruelos
vuelen libres ya.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Mi padre
atrapaba grillos y los metía dentro de casa. Hallaban rincones y por la noche
cantaban. Era maravilloso, música de la oscuridad desde invisibles escondrijos.
<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Mi padre
traía verdes delicadas ranas de los arroyos cercanos para depositarlas en medio
de las plantas de cartucho. Verde lechuga. También cantaban. Toda la infancia,
cantaban. Y coros de sapos en charcos llenos de espuma y diminutos huevos
contrastantes. La calle era el límite entre lo urbano y lo rural y por eso
inolvidable. ¿Dónde se podrá encontrar esas noches de concierto otra vez? Se
han ido. Desde aquí arriba no veo ni charcos ni anfibios. Ladran perros y
vecinos, alguna cumbia chicha festeja algo por ahí. No reptan ofidios ni arañas
peludas se encierran en agujeros desde donde las hacíamos salir con una delgada
paja y saliva. Dejan su refugio y aparecen enfurecidas. Vuelan mariposas cohete
y libélulas de todo color. Tesonero trabajo de hormigas, bichos hediondos e
insectos lentos que hacen bolitas de excremento de vaca. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Es dulce el
maíz cuando tierno. Entramos ladrones al maizal de los K'achitos Gutiérrez.
Hincamos el diente como si el wiru fuese el sutil cuello de Isabelle Adjani.
Hasta que nos corre el cuidador: maleantes, rateros. Maizales que también
fueron rugosos lechos de amor. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Jilgueros
macho, cabeza negra y cuerpo de sol, devoran semillas de las flores en el
pasillo que da a los dormitorios. El chiru chiru salta entre ramas interiores;
marrones, más oscuros que los horneros.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Viaje al
rumbo del pretérito, como permitir que los palitos, barcos imaginarios en
carrera, se deslicen o tranquen en el fluir de las acequias. Hoy es crepúsculo
de ruidos delicados y melancólicos. Y el agua de acequia era de esos, sobre
todo cuando el goteante azadón abría la mita con un par de golpes y comenzaba fecunda
inundación. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La
bicicleta Hércules de papá, de inusual púrpura, aro 28, de hombre, llevaba mis
ojos por doquier. En Cuatro Esquinas, en el canal de la Angostura corriendo
hacia El Paso, durmiendo cuando todavía se podía dormir en el bosque de
eucaliptos azules de Bella Vista. Al otro lado del río creo que se llamaba El
Frutillar y era la subida hacia Ayopaya, al agua caliente de Liriuni que me
recuerda a Francine y más antiguo a Marinette. Fuerte olor a azufre, el catre
de fierro suena demasiado cuando subo a ti, el vapor diluye el tinto del vino. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sarco, Condebamba,
Linde, Chilimarka, Tiquipaya, Apote, la pampa de Pandoja que no existe más.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Dormíamos
en la plaza principal de El Paso, partiríamos al amanecer subiendo por Chocaya.
Sonidos muy extraños en aquella casa, mitos del adobe, de viuditas y fantasmas,
de karisiris y otros demonios. ¿Qué es eso? Sucede que familias de cuyes
conversaban y comían grano mientras el mundo dormía. Lo supimos al encender la
linterna. Pasitos de duende y chillidos a manera de ecos, profundos, sordos. ¿Chillidos
sordos? Pues sí.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De la nada
se vienen en mente los nombres de Anatole France y Stendhal. No voy a buscar la
razón del porqué. No tenemos ni quince años pero nos emborrachamos con chicha
blanca. Huimos cuando cholitas de domingo de asueto quieren bailar. Aterrados, hacia
el cerro, mirando siempre atrás como estatuas de sal. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Olor a
retamas. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sobre el pedregal
tieso y seco crecen flores amarillas. Olor a retama. Olor a ciruelo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Atún
peruano extendido sobre pan de Toco. Cantimplora llenada en cristalina acequia.
Murmura la brisa. Vemos la vieja casa de las aguas termales, armamos carpa que
era celeste. Ya lista, bajamos a bañarnos en la piscina. Allí, mucho después,
Francine flotaba desnuda observada por los eucaliptos del bosque. Fronda pelirroja,
vestido que flamea encima de piedras gigantes cubiertas de fósiles marinos,
rocas dignas de galgas y revolución. Entiendo por qué amas Bolivia; no entiendo
por qué me amas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Hay cierto
horror en la noche del campo. Así lo sentía yo. La paz del atardecer se hacía
maligna al oscurecer. Siempre me ha costado lidiar con la ausencia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El aroma de
la fruta se ha extinguido. Galletas navideñas de mi prima sobre la mesa, un cd
abierto de música de órgano de Johann Sebastian Bach. Una foto de mis hijas
cuando tendrían doce y diez años respectivamente, supongo creo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Tres
dormitorios completos, camas, veladores con lámparas, pullus encima. Tres
puertas abiertas. Gira el ventilador. Enfrente mío, mujeres de Otto Dix y de
Christian Schad; a mi izquierda, Jawlensky y Klimt; a la derecha, Alfred Kubin
y un primer plano del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Acorazado Potemkin</i>
en afiche cubano. ¡Cómo no pensar en ti, Odesa!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Cerca de la
puerta de entrada, Munch. Y Ben Shahn pone letras a un dibujo suyo de Sacco y
Vanzetti. Miro desde el quinto piso buscando la torrentera. Veo edificios,
huele a comida y fiesta de sábado nocturno. Ni una sola mazorca de maíz, ni un
wiru. Y menos tu barbado sexo de choclo. El reloj dice ahorita nueve treinta y
cuatro y ahora nueve treinta y cinco. No se necesita filosofar para saber que
el destino, algún destino, avanza y que única queda la fragancia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Huelo
retamas. Ciruelos. Hinojo creciendo al lado de la pila, berros que coleccionan
para ensalada. Las hormigas fabrican túmulos de tierra vegetal donde, debajo,
no descansan héroes. Frágil festín del recuerdo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">23/12/2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><br /></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen: Óleo de Albert Kechyan, Armenia</span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-35553040169290822802023-12-20T04:51:00.000-08:002023-12-20T04:51:10.002-08:00UN MILLÓN SEISCIENTOS MIL TRESCIENTOS TREINTA<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOLuJtxT29UpJPra1sY_I4ZZ_taOI3orTgWiZ-1q6naXogpRDOi8AB18k3D2ZHbNE3gFF2a5O3re9yY_dga5W4x5_zelGnNzb_7KPS_pS3PV2YmeAayvWVPGQk1sUfEJazspL7nNLs9Wkcy_XhtyS6z2CuARBwptIkYhdrlhBzbTB5mmIvXpJqqYGnWIw/s580/Biblioteca.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="580" data-original-width="435" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOLuJtxT29UpJPra1sY_I4ZZ_taOI3orTgWiZ-1q6naXogpRDOi8AB18k3D2ZHbNE3gFF2a5O3re9yY_dga5W4x5_zelGnNzb_7KPS_pS3PV2YmeAayvWVPGQk1sUfEJazspL7nNLs9Wkcy_XhtyS6z2CuARBwptIkYhdrlhBzbTB5mmIvXpJqqYGnWIw/s320/Biblioteca.jpg" width="240" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p><p><br /></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">1 600 330
visitas a mis blogs. 749 449 para LECOQENFER y 850 881 para SUGIERO LEER. Hoy
los blogs han cedido espacio a otros medios pero se siguen leyendo. Menos de
cinco años atrás algunos textos míos o de invitados al blog recibían entre mil
y diez mil visitas. Recuerdo un texto crítico de mi amigo Huáscar Sandoval Bauer
que fue leído casi veinte mil veces. La nueva Cheka inició una guerra en contra
a partir del año 19. Me bloquearon en las redes sociales; ya antes habían hecho
que los periódicos bolivianos, uno a uno (a excepción de EL DÍA), me expulsaran
de sus páginas. Hoy, notables “opositores” eran entonces solícitos lameculos del
gobierno y trataban de congraciarse con el amo así. Pues nosotros ni fuimos de
lambiscones ni dejamos de escribir, a pesar de la modestia en los números
comparados al pasado. Aquí seguimos, con un nada despreciable currículo como
blog. Cambiaron circunstancias, arreciaron desdenes, como si eso importara.
Ellos pasan, Mussolini colgado de las patas; Stalin con los pantalones cagados.
¡Salud y gracias!<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Diciembre del 2023</span></p>Unknownnoreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-30643031490857913242023-12-17T04:12:00.000-08:002023-12-17T04:12:16.740-08:00Cristina Balkina<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiC5GuSeJskV6J8-56x0P4V0GyEyoZhyphenhyphenHX-h81SeWjIhAZXXaBbbc1tk1Xu7GlDP2e1m9SmRWOe4hBw1WpXogzCJMEwBhxUy5twIqH6bVe4AJwK5_4oIBOeOKU7PwDGZv-0AmTjHkAbb357helpZAAvbYChLcU9cxzUvVzu1RSSHVecLg-mUH46ez7IyRw/s625/Balkina.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="625" data-original-width="500" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiC5GuSeJskV6J8-56x0P4V0GyEyoZhyphenhyphenHX-h81SeWjIhAZXXaBbbc1tk1Xu7GlDP2e1m9SmRWOe4hBw1WpXogzCJMEwBhxUy5twIqH6bVe4AJwK5_4oIBOeOKU7PwDGZv-0AmTjHkAbb357helpZAAvbYChLcU9cxzUvVzu1RSSHVecLg-mUH46ez7IyRw/s320/Balkina.jpg" width="256" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i> <p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Ballena
rosa, ballena negra, cachalote barbado, cachalote barbudo. Islas Sándwich del Sur,
monstruos marinos, ojos atroces en xilogramas. El ron barato produce
alucinaciones, la Cochabamba que canta queriendo ser Frank Sinatra un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">My Way</i> que nunca ha bien inventado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Mencionan
el punk y nunca supieron lo que fue. Saltitos en fiestas de quince, alegría que
había perdido el rocanrol. El vecino continúa dándole al micrófono, destrozando
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cambalache</i> como un submarino nuclear
en el Riachuelo. Como el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Kursk </i>y los
ochenta marinos perdidos. Aguas, esas, estancadas, canal de obstáculo entre las
putas y yo. En una mesa bebe Melville. Cristina Balkina escribe desde cierta
increíble desnudez tatuada que vive hoy en Boston, “England”. Un año atrás
cantaba canciones de patria en el metro de Kiev. Finalmente pudo salir, que el
paraíso no está garantido claro que no, cuando los obuses de la noche se
paralizaron de estrellas en un firmamento que hiela en diciembre. Alguna vez te
dije lo bella que te veías, tu espalda bajando perfecta hasta el verso de la
herida blanca rasurada, tus provincias ígneas, miocénicos repliegues de corteza
macilenta.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Vuelvo al
año dieciocho, no el de la revolución ni el armisticio. A dos maletas que fabricaron
vida nueva con piel de hombre caído. En tus muslos posteriores tatuajes brillan
como sellos apocalípticos. Únicamente negro, ni un jaspe de dorado o plata,
nada que disminuyera la contundencia de lo real. Luego las imágenes trepan como
planta de frambuesa por el costado. </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Strawberry
Fields Forever</i>. Let me take you down, down to the knees of the universe
where mammoths got frozen and ivory still shines. <span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Down to where you create life, el helecho esencial
de tu amor, no de trópico, helecho albino. Pregunto si has leído a Henry
Miller. ¿A quién? No importa, nada importa ni las mejores letras. Ahora eres
bostoniana y devienes un Henry James, de copa sombrero tu pelo, ora gris ora
orate oscuro obsoleto con grapas egipcias y Nefertitis en serio. Pues, Balkina
Cristina, te felicito. Siempre me gustó Nueva Inglaterra, la he paseado desde
su sur hasta la arbolada Connecticut. Había belleza, mucha demasiada, pero
también claroscuros con tristes cantos de balleneros camino del muere. Brillan
color naranja los langostinos mientras extraños moluscos reptan por redes
intentando huir. Cada día es una guerra del fin del mundo, páginas de Olga Amarís
la pintan igual a tomas inertes en primer plano descolorido con una abuela
durmiendo muriendo bajo incesantes saetas de silencio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Callas, has
callado por años, el tatuaje se ha multiplicado como parido, tashmajal de
versos beatíficos aunque en el palacio prieto reflejado en las piscinas se conviertan
estas líneas en labor de Satanás.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Balkina.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Cristina. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De veinte y
seis y ahora de treinta y dos. Boston no es Kiev, lo afirmo. La cerveza sabe
mejor, lo afirmo, de ámbar y arándano; celestes tus ojos como si a Jackson
Pollock se le hubiesen derramado en el canvas gotas de cielo. It is you, yes,
just you, only you.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Un guindo
caballo en madera tallada observa mis dedos. Montura de metal trenzado. Persa,
afgano, parto. Cuatro cascos firmemente fijos, rienda recién movida hacia el
costado. Jinete perdido, bombardeado, disuelto en napalm, cocido en leche de
burra mongol. Por la estepa corren bandas errantes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Regresaba a
casa hastiado de prosaica fiesta, enciendo luces y tiro zapatos. Deseo dormir
pero en el ordenador una voz menciona Boston, casi sortilegio. No es asunto de
nostalgia ni de recuerdo. Las sensaciones tiemblan, trémulas son intemporales.
Tu carne está fría sabor de Groenlandia, dura galleta de narval mas en la cueva
neanderthal en ocre crecen mamíferos peludos y de tu caverna calva que parecía
helado de coco comienza a encandilarse la canela, de rojo suave a carmesí
púrpura lava que sale negra y estalla en perplejos de color, asombros parecidos
a navidad. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Luego.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Después. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sosiego,
paz augusta de asesinos, paz genghiskana sombra perenne de la estepa. Has
retornado, vienes, y me duele en el alma toda haber perdido mi tiempo con gente
karaoke cuando debí haber estado pensando en ti, tocando en mí tú el sexo
fúnebre con música de John Dowland. Dejo un catafalco a la posteridad; huesos
de mamut alrededor, marfil de veneno la herida que sangra nevada sobre una
palangana de fierro.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">16/12/2023<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-66694215306883646452023-12-14T04:39:00.000-08:002023-12-14T04:39:00.692-08:00De invierno<p><b><i><span style="font-family: arial;"></span></i></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><i><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbROfWpO9kG37Z4XlMps_BtqPum_Oy4VbtDwgIbZwjlZQthGrxMwNH9fPgAy3YL6ghT7JN09CNlTQ0gdEfRCp21iUHxjvaLtJevHXqy4DjmVkVLkxv-vUsg2-HVb8z69Nb-YPMZTksNZ4a6jEIZq2MbH-qRh_wfY1hvGtmai-JpylYUuYWAy38VCP4RJI/s580/De%20invierno%202023.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="580" data-original-width="435" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbROfWpO9kG37Z4XlMps_BtqPum_Oy4VbtDwgIbZwjlZQthGrxMwNH9fPgAy3YL6ghT7JN09CNlTQ0gdEfRCp21iUHxjvaLtJevHXqy4DjmVkVLkxv-vUsg2-HVb8z69Nb-YPMZTksNZ4a6jEIZq2MbH-qRh_wfY1hvGtmai-JpylYUuYWAy38VCP4RJI/s320/De%20invierno%202023.jpg" width="240" /></a></span></i></b></div><b><i><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></i></b> <p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La pared me
protege del viento. Un celular a un lado, a la derecha el otro. La tarde no
está tensa; tiesa. Leo noticias de Myanmar, de Argentina, Ucrania, Gaza; de
Eritrea y Sudán. Tiesa tarde, ¿de qué viento he de protegerme si ni brisa
corre? Me falta paciencia hoy, el mundo es tan asquerosamente repetitivo que ya
sé las respuestas del futuro. Mareo de billetes. El Génesis se equivocó, no
corría el Verbo sobre las aguas sino el Oro. Y el oro no flota sobre líquido,
se hunde; Cristo caminando encima del mar de Galilea es un sarcasmo, a lo sumo
una metáfora. “Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza ¿Innovar,
luego, el tropo, la metáfora?”. ¿He de leer, también yo, a André Breton?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Empujo la
tarde y no se mueve. Un sobrino ha comenzado a trabajar en un restaurante de
lujo en el Lower Downtown de Denver. Precioso lugar, el barrio. Antiguas
fábricas que refugian modernos comideros. Del tesón obrero a la nueva élite. Cuenta
que cada día una empresa a cargo llega y remueve todos los hermosos cuchillos
estrenados el día anterior. Mañana tras mañana, chefs cortan carísimas carnes
con acero nuevo. Reciclan lo removido, lo venden, lo vuelven a empacar, lo
exportan al otro mundo o va a la basura. Historia de siempre. Estados Unidos
marcha ahora hacia el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mein Kampf</i>. Ya
no susurrarán los árboles de hoja caduca de la calle Clarkson, ese sonido de
lluvia que amodorraba aparecidos. Gruesas paredes de piedra, argamasa con
sangre de esclavos. Miro luces, autos con no<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>sé quién dentro ni a dónde van. Doblan a la avenida 9, chocarán con el
parque Cheesman luego de unas cuadras. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagino,
que en mí significa recuerdo, un camión de Amazon, gris, la tormenta arrecia,
la vagoneta se inclina al resbalar y quedo en medio de la nada blanca con miedo
hasta de activar la calefacción porque cualquier temblor me arrojará al abismo.
No hay tiempo de quejas, aunque quiera, reproches nadie alrededor. Descargué un
paquete en una granja echando humo de chimenea, a más de una milla adentro, ni
chance de que alguien se percate que estoy allí. A dos metros ya no se ve. Por
la radio comunico a la central mi situación. Sugieren que ayuda llegará en tres
horas al menos, que somos varios al arbitrio de la intemperie. Llamo a las
hijas, no las agito. No deseo que se preocupen, que aguardo por una grúa y nada
más. El hielo tamborilea en el parabrisas, me he envuelto en chamarra azul.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De la ventisca
asoma una camioneta, alguien del rancho que llega. Mudo, el cowboy extrae unas
cadenas y las amarra a la parte trasera de mi vehículo. Salgo al tiro,
agradezco y me marcho, siguiendo el camino a través del satélite porque a
simple vista no hay nada. Orden urgente, regreso colectivo, gran riesgo
continuar. Estoy a unos cincuenta kilómetros de la estación, a campo abierto y,
como no se ve, casi campo traviesa. Lentamente retorno mientras anochece. En
casa abriré una lata de corned beef hash, pondré huevo encima y dormiré apenas
hasta salir al otro trabajo a medianoche. La odisea con el hielo no cesará por
varias horas. Qué lindo el invierno, olor a café francés prensado. Qué linda tú
cubierta por frazadas y cubrecama roja. Me alimento directamente desde la lata
un poco, frío; vacío el resto sobre la sartén. Tengo una punta de pan francés
seco, no importa. Miro por la ventana que da a la terraza. Veo al vecino irse y
deja olor a cigarrillo. Ceno con luz apagada, me acuesto con botas y chaqueta,
igual me levantaré pronto; cubro parte de la espalda con la sábana y ni sueño.
La alarma del teléfono pita hasta que caiga en cuenta de que es hora. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Carga de
coraceros en Eylau. Rumores fatídicos del silencio, tambores de marcha fúnebre.
Cae nieve, escuda el tropezar de los caballos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Reviso papelitos
y pequeñas chucherías que guardó la hermana. Hace calor aquí. No extraño el
invierno. Fue poético alguna vez, hasta romántico; luego enemigo, una situación
que obstaculizaba el trabajo, la caminata, hacía caerse y golpear la nuca
contra el hielo. Suena como fruta hueca, sí, y a veces tuve que someterme a
tomografía para ver si no había rajado hueso. Cabeza dura, testarudo. Ni me
creo a mí mismo cómo soporté. No lo haría de nuevo. Llegaba a casa antes del
amanecer, similar a un monstruo de Dostoievski, al mismo Rasputín. Altas botas
y cabello enmarañado. Sentado en el comedor hervía un café y leía el New York
Times. Mi mujer tenía la cama tibia y otra era la sensación. Cuando no hubo
mujer, cama helada, cama de piedra sin la tenebrosa lírica mexicana. Cuco
Sánchez, de piedra ha de ser la cama… Cuánto tiempo pasó.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Mezclo
melón Honey Dew con manga rosa para el jugo. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Amarelo manga</i>, Recife…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Árboles de
cristal. Once de la noche parece mediodía. Han echado diamantes sobre las
ramas. Belleza que se esfuma cuando el automóvil escapa al control y resbala
hasta topar algún objeto. Llantas chuecas, dobladas, gomas reventadas. Otra vez
la nada y la intemperie. A ratos pasa un carro policía pero no se detiene. Cada
cual cree en su propio refugio, supongo que a eso se refieren con el calor de
hogar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Estabas de
cabello rojo suelto arrastrándome al borde de la infidelidad. Tus blancas
piernas sobre el sofá multicolor de Scandinavian Designs. Decides acostarte en
el piso, dejas la cama para mí. Vestido celeste oscuro y medias negras. Tus
pies en mis rodillas. Afuera, en el gran jardín de la Peoria, el pasto va
llenándose de sábana. Hay en este deseo cierta tristeza, lo efímero del sexo
como eclipse. Al menos esta noche no trabajo y hay placer en cubrir los
hombros, acomodar almohadas para sentirse protegido. “Esta noche no, no te
vayas de mí”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Continúo en
el rastro de la hermana ida. Cartas y fotografías, notas de enseñanza de
español e inglés. Recibo de pago de un coche por seis mil novecientos dólares. Año
2011, volvía yo de Cuba e imaginaba cómo Cortés había contemplado Tulum. Nos
aproximábamos a Yucatán y fumigaban el avión. Stefano Varese viajaba conmigo.
El gobierno peruano había publicado una lujosa edición conmemorativa de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La sal de los cerros</i>, tremendo libro. Él
volvía a Oaxaca y yo camino, a escondidas, de Denver. Tal vez una botella de
ron de Santiago descubriría en Houston, Texas, que no estuve en Cancún sino en
La Habana. Stefano se retrasa en el aeropuerto, lo pierdo de vista, aguardo
unos minutos y me voy, tengo que tomar el vuelo al DF. No escribí a Varese, no
me gusta explicar cosas accidentales. Atesoro aquel libro dedicado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Hallo un
mazo de cartas con retratos de generales de la Confederación. El tres de
corazones tiene a Robert E. Lee. Entre Virginia y Maryland recorrí la guerra, ciento
veinte años después. En el Shenandoah observaba a los diminutos chipmunks pero
la sombra de Stonewall Jackson oscilaba en el vacío.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Cuando
llegué a Ciudad de México desde La Habana vía Cancún tropecé en la terminal del
aeropuerto con una gigantesca y maciza Coatlicue, una enorme serpiente y un
jaguar. Sentí la muerte, secuestro y martirio al mismo tiempo. En México mi vida
no valía nada. Coatlicue sonreía y tenía caninos de vampiro. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Me hice
llevar a un hotelucho en donde me acosté con zapatos puestos y las maletas
amarradas a mis piernas. Al día siguiente a Denver. Si me esperaban, no
recuerdo. Leía <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Zoia Andréevna</span></i><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">, de Berbérova,
en edición cubana. Más nieve. En el Malecón, el agua negra del Caribe mojaba
los cascos del caballo de Maceo. Habíamos conversado con duchos habladores
acerca de Carpentier y Lezama Lima. Ambrosio Fornet comentó un texto mío. El
Vedado estaba en ruinas. Abajo, en la carcasa de un edificio soviético vendían
ron a granel, de piratas y soldados. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Qué bien sabe el pan duro con corned beef hash, pocas cosas más ricas. Dicen
que es malsano. También lo es el amor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">13/12/2023<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-weight: bold;">Fotografía: Claudio FC, Denver, enero 2023</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-44881556800406060932023-12-08T17:28:00.000-08:002023-12-08T17:28:22.451-08:00La saga de Adolfo Cáceres<p><b><i><span style="font-family: arial;"></span></i></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><i><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8eFl1IKi5Vl52Rsh2B70fSZee6vxjMsS82XxnFhUOamq7spqNrAtteKJXxWsifqBtVclSAEDAL3_vLXGcWKianGsWoR2C6e-heFsofgJRr6kQZsrdl0Zmz3pAxl2MJmeIuu7z9PkKc-toLdJlNv8jA4WKD6sGnKOpSFXFfzcmpWzPaXsX6vmEkAFBFyc/s400/Adolfo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="292" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8eFl1IKi5Vl52Rsh2B70fSZee6vxjMsS82XxnFhUOamq7spqNrAtteKJXxWsifqBtVclSAEDAL3_vLXGcWKianGsWoR2C6e-heFsofgJRr6kQZsrdl0Zmz3pAxl2MJmeIuu7z9PkKc-toLdJlNv8jA4WKD6sGnKOpSFXFfzcmpWzPaXsX6vmEkAFBFyc/s320/Adolfo.jpg" width="234" /></a></span></i></b></div><b><i><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></i></b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Ante mí
tres documentos autógrafos: de Antonio Álvarez de Arenales, Jujuy 1824;
del cura Gorriti y Martín Güemes; de Beruti, uno de los hombres de mayo 1810 en
Buenos Aires. Joyas documentales suficientes para imbuirme más del
espíritu de la época que me ha traspasado la última novela de Adolfo Cáceres
Romero: <i>La saga del esclavo</i>.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Antes de
penetrar en los rincones del texto me gustaría apreciar, como lector y como
autor, el monumental esfuerzo del escritor orureño, cochabambino por
adopción. Quince años para fundar una obra no son pocos. Quince
fueron los años de lucha del Alto Perú para deshacerse, al menos en apariencia,
del dominio godo. Mucho tiempo para perecer o vencer en una contienda justa y
mucho para trazar de nuevo una historia reinventándola y añadiendo como sostén
imaginario la riqueza de la ficción literaria.</span><span lang="ES-BO" style="font-family: "MS Gothic"; mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-family: "MS Gothic";"> </span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">C</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">á</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">ceres Romero alega no estar del todo contento
con el objeto creado. Comprendemos su desazón, que sólo la muerte arrebata
del artista en su mística o intelectual búsqueda de convertirse en
divino. Los recovecos del arte y de la literatura en especial representan
un prometeico afán de dominio. La posibilidad de jugar con letras y palabras carga
en sí un sino cabalístico. Anotar en página en blanco multitud de signos
que al observarse tienen sentido, equivale al manipuleo anciano de un rabino de
Praga escribiendo sobre la fría arcilla de una figura antropomorfa el nombre
secreto de Dios. No importa si Adolfo piensa no haber logrado
suficiente. Ya producido, su libro se le escapa de las manos y no es un
hijo pródigo; un libro jamás vuelve a su autor. Ya pertenece a todos.
Cualquiera observar</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">á</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">, como casi
siempre sucede en novelas de tipo hist</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">ó</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">rico, o
relacionadas a este g</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">é</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">nero en parte o
partes de su totalidad, la existencia de historias paralelas.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"> </span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Vargas Llosa lo logra admirablemente
en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La guerra del fin del mundo</i> y
decae en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La fiesta del Chivo</i> donde el
relato ficticio carece de fuerza suficiente como para mantenerse, mientras el
sector histórico se torna dramáticamente atractivo. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La saga del esclavo</i> cuenta también con tal característica. Sin
embargo la línea de separación entre ambas corrientes es tan tenue que no
necesita exigir el texto para unirlas. La saga de Francisco, zambo liberto,
asesino de su amo más por piedad que por angurria o rencor, se plasma en la del
conflicto independentista de América, hecho fundamental que amalgama las
fuerzas rebeldes al principio y culmina con la separación violenta en el auge
del triunfo decisivo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Comienza el
escrito con el doctor Juan Jos</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">é</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> Castelli
entrando en la Villa Imperial de Potos</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">í</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">.</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"> </span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Llega cargado de la aureola jacobina
que lo descolló entre los representantes de la Junta Revolucionaria de Buenos
Aires. Estudiante de Charcas, igual que Mariano Moreno y Bernardo
Monteagudo, no dubitará un instante en cuestionar incluso a sus antiguos
protectores en nombre de la luz que significara la revolución. Viene de
fusilar a Liniers, héroe de la resistencia durante las invasiones inglesas.
Trae consigo las instrucciones precisas de Moreno de arrasar con cualquier
conato de oposición. Y lo hace bien, no tiembla ni se mea en los
pantalones como Domingo French a tiempo de dar el pistoletazo de gracia a la
cabeza del virrey. Con ese halo homicida hace un alto en el paso cuyo
destino tiene Lima y la destrucción del poder español en América. Cáceres
Romero ahuma las páginas de ambiente heroico. No en vano se vale de citas
homéricas y persigue la sombra de Virgilio y su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Eneida</i> para lograrlo. En el instante en que Monteagudo
se acerca a los cuerpos colgantes de Francisco de Paula Sanz, el presidente
Nieto y el general Córdova, ajusticiados por Castelli, y habla con ellos
-dialogando con la Historia- no dejo de pensar en imágenes de Ilión sangrante,
de guerreros teucros o argivos en albor de eternidad. Me alimento de im</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">á</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">genes y el novelista las da con largueza. A
pesar de que afirme que ésta es su versión de la historia, sabemos bien que no
podríamos revivirla al detalle y que por fuerza la escritura debe cargar
consigo el espíritu creador del que escribe. Asunto que no lo desconecta
de la realidad y menos lo descalifica. Haberse consustanciado por tres
lustros con las costumbres de la época, leyendo el árido contenido de los
documentos antiguos, refigurando -aunque fuere trasfigurando- personajes notables
es logro mayor. Su arte consiste en dar vida a esas secuelas borrosas del
pasado, crear en el público animadversión o simpatía; obligar a tomar
partido. De seguro que para algunos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La
saga del esclavo</i> será el único y definitivo acercamiento a los avatares del
primer ejército auxiliar argentino en el Alto Perú, nominalmente a cargo del
general Balcarce pero con Castelli dirigiendo. Momentos del tiempo que no se
debieran perder y que difícilmente resultan atrayentes en las aulas escolares.
El escritor se torna así en maestro; vivifica el polvo, desentume las
máscaras del recuerdo y presenta la posibilidad concreta de ahondar en motivos
íntimamente ligados a nosotros.</span><span style="font-family: "MS Gothic"; mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-family: "MS Gothic";"> </span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Aparece el insoslayable Goyeneche y
su sanguinario lugarteniente Imas. Se mueven en la noche helada del Desaguadero
degollando las avanzadas patriotas para terminar con ese ejército que con sus
desmanes, a veces justificados, a ratos no, se ha ganado el repudio de la
población criolla y hasta de la indígena. El clero ha sabido hábilmente
convertir esta lucha en guerra de religión. Monteagudo, como pocos, se ha
ungido de un aura de maleficio cuando en un momento de éxtasis moderno lanza
una arenga hereje desde el púlpito de la iglesia de Laja. Ese ejército,
sobre todos los demás que vendrían, se destruye a sí mismo, en un patrón
desgraciado de las tropas auxiliares "abajeñas". Cabe, pero, no
olvidar el decreto que Castelli emite en Charcas liberando al indio de
servidumbre, además de otros de inconcebible pasión revolucionaria. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">A pesar del
júbilo por la derrota de Castelli en Guaqui, el hecho resultó fatal para la
región. Si bien Juan Martín de Pueyrredón desfalca la Casa de la Moneda
potosina, en claramente previsible y comprensible estrategia bélica, igual lo
hará Goyeneche que carga de la Villa de Carlos V con todo el platerío de las
casas de oración.</span><span lang="ES-BO" style="font-family: "MS Gothic"; mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-family: "MS Gothic";"> </span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Hay, y lo habr</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">á</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> luego, desd</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">é</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">n de las fuerzas argentinas por sus camaradas "alte</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">ñ</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">os".</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"> </span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Balcarce niega mando al bravo Manuel Ascencio
Padilla que asoma en Tiahuanaco para ayudar a enfrentarse al enemigo;</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"> </span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">lo mismo har</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">á</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> Rondeau con el guerrillero Camargo, según cuenta Pacho O'Donnell en su
obra histórica. Castelli pagará caro el fracaso militar. Terminará sus días en
la cárcel, consumido por un atroz cáncer de lengua, visitado por su siempre
fiel Monteagudo. Al respecto se puede leer la admirable novela de Andrés
Rivera, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La revolución es un sueño eterno</i>,
donde en la boca enferma de Castelli el Alto Perú, hoy Bolivia, adquiere
sustancia mítica.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Francisco,
Juan, Eudolinda, Isabel, el maestro Moisés, Mariano son el grupo de personajes
que antecede y luego se agita en la batahola de la revuelta. Su papel concede
humanidad no sólo al texto sino al hecho histórico. Forman una suave y
necesaria alternancia entre la estremecedora épica.</span><span lang="ES-BO" style="font-family: "MS Gothic"; mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-family: "MS Gothic";"> </span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Retorno a las
im</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">á</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">genes de Adolfo C</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">á</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">ceres Romero que me han quedado grabadas. No
puedo decir que ellas sobrepasan la historia que est</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">á</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> h</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">á</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">bilmente
-bellamente- entrelazada pero que representan algo a lo que concedo alta estima. Adolfo
las ha trabajado con esmero y se lo agradezco. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La saga del esclavo</i> es una novela completa, amplia y suficiente
para todo gusto, un ejemplo latente de ardor literario, ajeno al facilismo de
ciertas temáticas de moda. Exijo como lector, y debiéramos exigirlo en
conjunto, libros semejantes que nos recuerdan, además de hacernos pasar
agradables momentos, quiénes somos y hacia dónde vamos, que en esos fantasmas
penumbrosos de a caballo que guía el coronel Francisco del Rivero en la debacle
de Guaqui sepamos reconocernos. Ese será el mejor aplauso a la saga de
Adolfo Cáceres Romero.</span><span style="font-family: "MS Gothic"; mso-ansi-language: ES-BO; mso-bidi-font-family: "MS Gothic";"> </span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><br />
04/04/2006<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050056134812627409.post-53588578302846279202023-12-03T14:23:00.000-08:002023-12-04T03:05:16.869-08:00Gulags, bombas atómicas, guerra y memoria<p><i><b><span style="font-family: arial;"></span></b></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><b><span style="font-family: arial;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjilHDYc76Od6jyT_n-sED9aNZxnjiPufmjw2aEEx_7ii1h4P1hmJ6aiYCeScPOLElv13sqZQ7FbkRmwPiqysKS0mWT5f0nXdeCa6DHHsxzMjmB2T3y6bcCCGhh-LHpKjcU8SaWq5z2zlhq0bvl4oWm6NACOYmPaeC1OZXHd25b1NpeBb-N91dP4MDAd5U/s282/Annenkov.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="282" data-original-width="220" height="282" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjilHDYc76Od6jyT_n-sED9aNZxnjiPufmjw2aEEx_7ii1h4P1hmJ6aiYCeScPOLElv13sqZQ7FbkRmwPiqysKS0mWT5f0nXdeCa6DHHsxzMjmB2T3y6bcCCGhh-LHpKjcU8SaWq5z2zlhq0bvl4oWm6NACOYmPaeC1OZXHd25b1NpeBb-N91dP4MDAd5U/s1600/Annenkov.jpg" width="220" /></a></span></b></i></div><i><b><span style="font-family: arial;"><br />Claudio
Ferrufino-Coqueugniot</span></b></i><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Leo <i>En los vagones de la muerte del atamán
Annenkov</i> del escritor kazajo Saken Seifullin. Autor purgado por el régimen
soviético en 1938. Solo anoche veía la película checa <i>El charlatán</i> (Agnieszka Holland, 2020), libremente basada en la
vida de un famoso curandero checo que trataba a sus pacientes a base de plantas.
Perseguido, no podía ser de otra manera, por la NKVD. Rusia (ni los comunistos)
va a cambiar; no lo hizo desde la época del terrible Iván o Mijail Romanov; no
lo hará ahora con el pequeño bufón y su ejército de opereta compuesto de
caníbales y ladrones. Largo ha sido su castigo, breve y violenta tiene que ser
su destrucción. Más larga su codicia y su interminable crimen. Lástima que
enfrente tiene un feble occidente pero descuida al enemigo real, la supuesta
aliada China, que desea recuperar lo que fue suyo décadas atrás, con yapa.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Vagones de
la muerte, cosacos, blancos y rojos; Kolchak, de quien me comentaba Anna en
Sumy que tal vez fue el único de los comandantes contrarrevolucionarios que
valía la pena. Sugiero el filme <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
almirante</i> (Andreï Kravchuk, 2008) sobre él, mientras mi memoria sugiere a
Sholojov, Babel, Fadeiev, Pasternak, Alexei Tolstoi. Era de conflictos, hambre,
rebelión y arte. En las buhardillas heladas y míseras se alojaba la avant-garde
ruso-soviética que tanto ha dado a la humanidad. Hoy no pesan Zhdanov ni
Krylenko pero se sigue leyendo a Tsvetaeva y a Maiakovski. No queda rastro de Lazar
Kaganovich pero sí de Osip Mandelstam. Malevich y Goncharova pintaban;
Rodchenko fotografiaba y los arquitectos lanzaban insólitas rectas sobre el
papel. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Quito del
tocadiscos a la Orquesta Baobab y para crear adecuado entorno elijo a Alexander
Kipnis cantando <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Boris Godunov</i>. Odesa
y Jarkov, iglesias ortodoxas, apenas se distinguía gente en la sombra pero
voces nacían de las paredes: mujeres y tenores impresionantes y luego bajos
profundos del fondo del divino abismo. Pensé en el Coro Glinka, de Leningrado, en música sacra de uno
de mis discos favoritos. Abandoné el rítmico Senegal, con pizca de Cuba, bloqueé
cortinas y ventanas, aislé mi universo como ante una epidemia, cerré los ojos.
Nombres de Amur y Baikal vinieron a mí; en Seifullin, en el mapa que precede su
texto, recorrí un Kazajistán que conocí con mi querido amigo Yefim. Tengo
manzanos en mi huerta de Pavlodar. Al sur está el inconmensurable Tian Shan,
epítome de montaña. Belleza sin fin. Cuesta creer que al lado, aunque el lado
es lejísimos en tal gigantesco país, se hacían pruebas atómicas, que la estepa
de Karagandá se pavimentó de ejecutados y muertos de inanición. Se derrumba la
casa de Yefim. Comisarios ellos, él y su hermano, judíos de poca estatura y
pobladas cejas, inmigrantes forzados de Stalin en la infancia, diáspora hebrea
dentro de la ya diáspora. El jardín de Pavlodar carece hoy de frescas manzanas
verdes; marrones, son pasto de los gusanos. El estado habrá puesto aviso de
expropiación. El hermano mayor de Yefim murió en Denver, Glendale para ser
precisos, en la Pequeña Rusia detrás del parque Mir, hace décadas. Mi amigo me
hizo heredar ternos oliendo a naftalina. Pequeños para mí, los doné. Imagino la
historia que se iba a la tienda de segunda mano con ellos. Barbudos sastres de
Rusia Blanca, hasiditas bailando con inusual ímpetu, festejando futuro de
desastres. A Yefim lo atrapó la enfermedad del olvido. Cuando lo llamaba para
decirle que era yo, se lanzaba en largas peroratas en ruso. Lo fui a visitar,
lo mismo. Me abrazó afectuoso, me hizo como siempre entrar a su sombrío
apartamento lleno de juguetes y chucherías recogidas del basurero. Pero no se
dio cuenta quién era. Calentó un borscht que tenía tres fuentes: rusa, ucrania,
judía. La cuchara con capa negra de grasa acumulada. En un plato contiguo,
salchichas y pepinos en escabeche. No me reconoció pero nunca lo olvidaré.
Pasamos al menos diez años trabajando juntos, vi cómo obtuvo mujer en su tierra
de origen y cómo aquella huyó. Quién sabe, tal vez ella sea propietaria del
huerto de Pavlodar. Hará tarta de manzana, pan de trigo, cerrará los postigos
cuando arrecia la temible arena de la estepa. Él la habrá olvidado como hizo
con todo. Quizá murió, ha pasado tanto, mucho mayor que yo. Hijo del conflicto,
del comisariato, de la perestroika y la búsqueda de la América incierta. Me he
propuesto viajar allí. Tengo que ver Pavlodar, lo poco que puedo hacer por un
amigo tomado por la amnesia. Una cosa más de las que tengo pendientes cuando
acabe esta guerra. Águilas de dos metros de envergadura de alas sueltan el
brazo del cetrero y vuelan a ras del piso a matar zorros. Judío exiliado por
Stalin al desierto, miles de kilómetros desde los cielos de Chagall a los
pabellones del silencio. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Una
locomotora atraviesa el bosque en invierno a velocidad. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Doctor Zhivago</i>. Gritan los soldados, disparan al aire. Se pierde,
el humo hermana las nubes. La guerra civil en Asia Central fue igual de cruel.
Boris Annenkov, que descendía de un héroe decembrista, de los que se opusieron
en 1825 a Nicolás I, déspota zar, ejerció despiadada violencia combatiendo el
bolchevismo. Comandante del llamado ejército de los Siete Ríos, electo atamán
de los cosacos siberianos, huyó a China ante la derrota. Los chinos lo
entregaron a la Cheka y murió en Semipalatinsk el 27. Saken Seifullin de algún
modo lo inmortalizó. E. H. Carr relata que en la colina donde se castigó a los
decembristas, Bakunin, Herzen y Ogarev, niños, juraron eterna rebelión.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Mediodía.
Asaré una carne y la comeré con ensalada. Día pasa y no retorna. Cuando yo
muera nadie recordará a Seifullin y menos a Annenkov. Guardamos un fuego
sagrado cuyo pábilo se extingue. Ajusto ciertas teclas que me traen lejanas
voces. Por sobre el afecto continúan corriendo vagones de muertos, tosen y
aúllan así de lobos se tratara. Quisiera estar en Tashkent, rumbo al oriente,
anónimo, hartado de reminiscencia, buscando en vano con ojos mustios el rostro
chinesco de algún tigre que asesinaron ha un siglo al menos. Sangre fresca
sobre la nieve. Sangre de fantasmas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">03/12/2023<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen:
Boris Annenkov </span></p>Unknownnoreply@blogger.com2