Saturday, September 26, 2009
Transparencia/NADA QUE DECIR
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
¿A quién creer? ¿Las noticias de la prensa y las estadísticas, o las maniobras mefistofélicas del gobierno para mostrar una Bolivia corriendo rauda hacia el Primer Mundo?
Harry Truman no fue individuo de mis predilectos, por cierto, pero hay algo extraordinario en su ascetismo sajón.El hombre que gobernó los destinos del mundo, que autorizó Hiroshima, salió de la Casa Blanca tan pobre como había entrado. Hazaña tal sería inconcebible en Bolivia, donde el erario público es botín de entrada y el resto para quien busque y encuentre, para quien sea tan vivo de quedarse con él.
La administración Morales continúa con la triste tradición nacional, y no pasa desapercibido el hecho de que el enriquecimiento ilícito es tarea prioritaria de la revolución. Quedaron en la nebulosa los camiones de Pando; se los reemplazó por la "humanitaria" grandeza del régimen, con la dotación de tierras a los pobres instituida desde arriba y manejada por asnos notables como Alejandro Almaraz y concubinos. Pareciera transparente lo noble de esta actitud si no estuviera viciado el entorno de principio, con una verticalidad asiática que mezcla extrañamente doctrinarios indígenas con indigenoides, blanco y negro, hombría y pederastia, día y noche, como si fuese el país del yin yang, pero, en su caso, del yin yang ruidoso de una cama casi desmantelada -Bolivia- donde no sabemos si los amantes aman o se pelean.
El simbolismo casi mágico que otrora tuviera la revolución se ha perdido por completo. Es palabra inaplicable a la realidad boliviana, para la cual habrá que buscar nuevos conceptos, ajenos a la lógica occidental o a cualquiera. Aquí, y lastimosamente son viñetas folklóricas, los "revolucionarios" degüellan perros en Achacachi. En unos días los mismos elementos de esa masa embriagada por alcohol, coca y aditamentos diversos donde priman la ignorancia y la brutalidad, se lanzarán a bloquear caminos en contra del Apu Mallku, porque éste no quiere concederles suficientes representaciones.
Cada cual por su lado, haciendo lo que le venga en gana, sin dar cuenta de nada a nadie, tergiversando, cambiando, traicionando sus propias inquisiciones según el temporal, despotricando contra España por el genocidio de las etnias americanas y, después, deslumbrados por la platería que los reyes ofrecen con viandas, lamiendo las alfombras del Borbón y asegurando el olvido. Ya no cuentan para un perro las patadas que el amo da si, en algún momento, este amo acaricia la hirsuta pelambre original de su mascota. En instante tal se borra la historia de los pueblos, porque en la Bolivia de hoy, y en la de siempre por desgracia, ha sido la vanidad, no el talento ni la razón ni el conocimiento, el plato de cada día.
¿Qué transparencia puede existir en cielo cargado de nubarrones? ¿Cuál en una febril república que traduce como cambio la dimisión de ladrones como Sánchez de Lozada y Sánchez Berzaín por la subida de dudosamente juiciosos latapukus y tamborileros de cuartel?
¿Y qué decir de las listas de senados y diputaciones? Eso ya es como alguna vez lo dije: un cuadro de Hieronymus Bosch, con un jardín de delicias mayor que todas las tentaciones de San Antonio, donde los políticos de turno ante preguntas políticas responden con el colorido de la culinaria valluna poniéndose a mugir acerca de la venta de charques (¿?).
Habrá que encomendarse a San Expedito, patrono de las causas urgentes, como la única, expedita solución.
26/09/09
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Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), 27/09/09
Semanario Uno (Santa Cruz de la Sierra)
Imagen: Alfred Kubin/Ojo por ojo, 1905-1910
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