Monday, October 26, 2009
Intervalo/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Ciento treinta muertos en Irak. Allí, a pesar de las declaraciones extemporáneas del Imbécil (George W. Bush), la guerra recién ha comenzado.
La brega entre lo secular y el fanatismo religioso no es asunto nuevo. Ya Averroes fue víctima de la incomprensión que sale de cualquier claustro non sancto, como son las instituciones que enseñan arcaismos: iglesias, casas chabad, madrasas y cualquier antro donde se obliga religión. Esas son las fuentes de las guerras actuales y de las futuras: el agua y la religión.
Hoy prefiero pensar en otras aguas, y no significa deslindarme de la realidad, pero ya cansan Morales y su eterno pujllay, donde maman -y se maman- los consabidos eunucos del altoperuanismo. Cansan los noticieros plagados de dolor, tristeza, odio. Hay mucho para especular y también para preocuparse, mas hoy en que asoman visitas del más allá, he de cultivar el culto de la cocina mientras preparo un ron guatemalteco sin par, con Coca-Cola y limón -aunque mi hermano afirme que el limón no se acostumbra entre duchos-.
Intentaré tres comidas, que rociarán cervezas lager y porter, vino rojo, blanco para mujeres y rosa para indecisos. Puerco, res, atún, mezclarán sus sabores con echalotes, cebollas verdes, repollos rojos, papa roja, arroz en estilo mixto entre japonés y cochabambino, huevos duros, mostaza, mayonesa, chiles tailandeses, paltas-aguacates, choclos-elotes (hay que conceder su espacio al nahua). Y ya que no hemos de echarnos en el pasto-zacate porque el termómetro marca 11 bajo cero, intentaremos acarrear el sol desde el sur con música de los presentes: cumbia colombiana, rancheras de Jalisco, tex-mex de Texas, marimba salvadoreña, Gladys Moreno para benianos y kaluyos para collas, en una alternativa leve al despilfarro y maremoto de las Naciones (des)Unidas.
Hay que hacer un alto, me digo, un intervalo, una intermisión, interdicción, invocación de los únicos dioses válidos: aquellos de la comida, porque son los únicos felices, los que alegremente consumen restos de animales difuntos -y sabrosos para qué mentir- y no pierden el tiempo siendo rectores de universidad, almirantes de país sin mar, gerentes de transnacional e ideólogos de gran nacional; los que no quieren ser presidentes, ni vitalicios ni demiurgos, ni lectores de veinticincomil libros, ni lectores de arrugas (ciencia por demás asquerosa esa de hurgar entre pliegues de carne y piel ajadas). Un instante para las cosas simples.
26/10/09
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 27/10/09
Imagen: Bela de Kristo/Les Poires Verts, 1972
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