Sunday, January 3, 2010
Alejandro Dumas (padre)
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Ya casi terminado el siglo, leo a Dumas otra vez y, como al principio, veinticinco años antiguos, me ha impresionado.
Tanta vanguardia literaria, todo lo novedoso en la literatura nos hacen olvidar fácilmente a los autores viejos. Pienso y sé que me formé con los libros de Víctor Hugo, de Walter Scott, de Verne y Dumas, de Emilio Salgari. No es sino hasta mucho más adelante que aparecen Boris Vian, Apollinaire o Baudelaire, por hablar de los franceses... Walter Benjamin, Grass, Böll, etcétera.
Dumas padre es el antecesor de los autores best-sellers de nuestra época. A él, quizá, se le debe el invento de haber tenido un grupo de escritores trabajando en su obra, libros que sólo firmaba un nombre, el suyo. Viendo el volumen y la calidad de sus novelas, y toda la historia, exacta o no, en sus páginas, no podemos dudar de la imposibilidad de tal tarea para un hombre solo, más para un escritor que gustaba de la disipasión y la aventura como forma de vida. Alguien mencionará a dos gigantes franceses: Balzac y Hugo, comparando la magnitud de sus obras con las novelas de las cuales hablamos. Cierto que ambos (Balzac y Hugo) superan en grandeza al colosal mulato (Dumas, como posiblemente también Simón Bolívar, tuvo un antesesor de raza negra), pero no alcanzan el número de producciones de éste ni la cantidad de temas. Y no creo que la literatura de Alejandro Dumas sea pobre, es llevadera en cualquier idioma, sin que eso implique liviandad, y para cualquier lector. No es importante que J.L. Borges, por ejemplo, no lo haya nunca, según creo, mencionado.
Cierro la última página de "La Reina Margarita", libro que mi madre mencionaba como muy amado de su juventud. Es un año, o menos, que los franceses realizaron un filme basado en este libro. La obra es de gran calidad y, gracias a la imagen, da mayor realce a la trágica vida en el siglo XVI. El guión difiere en algo de la historia original, como seguramente difiere también el libro de Dumas con los hechos reales de la nobleza de los Valois, la noche de San Bartolomé, las conspiraciones hugonotas, el tonto romantismo de los caballeros... Sin embargo, repito, la tecnología da la posibilidad de hacer más descarnada la realidad y ese es el punto vital de divergencia entre la obra literaria y la película (baste recordar como ejemplo "El beso de la mujer araña", de Manuel Puig, donde es el filme el que alcanza emociones más intensas que las que produce el libro). En el caso de la novela tratada, tanto la imagen visual como la escrita son excelentes, con la diferencia de que en el film se prepondera la crueldad, el vicio, el incesto, se juega con el asco físico del espectador, mientras que en el texto priman la caballerosidad, el amor, lo romántico. Cuando Margarita, en la filmación, va en busca de la cabeza de su amante, el señor de La Mole, recién decapitado, para embalsamarla, da la impresión de que es la gota que colma la decadencia y la asquerosidad de una época; no hay mucha opción de pensar que es un acto de amor extremo, porque es revulsivo; por el contrario, en las páginas escritas, no hay figuras sangrantes, paños ensangrentados, rojos, que sabemos portan una cabeza entre sus pliegues. La privación de los ojos, de no poder ver personalmente la escena, da lugar a que imaginemos que sí es en verdad un acto amoroso, y así queda. Es sólo una ejemplificación de las infinitas posibilidades del arte; se pueden hacer variaciones sobre un mismo tema; a veces uno será mejor que el otro, pero ese es asunto que concierne a los críticos, no a mí.
Los cincuenta años de historia de Francia que Dumas cubre con su libro inicial "Los Tres Mosqueteros" son irremplazables en la literatura universal. A la grandeza, buena o pérfida, de Richelieu, Luis XIII, Mazarino, etc. Dumas le añade modernidad. Los desempolva y les da vida propia, casi palpable. El púrpura cardenalicio de Richelieu nunca es más colorido que en la famosa novela. Dumas, con esta serie, abarca el siglo XVII, y con "Margarita..." y el resto el XVI. Es anterior incluso en "La Torre de Nesle", novela muy superior a su homónima escrita por Miguel Zévaco. Gracias a él, a Víctor Hugo, A Eugenio Sue, a Alfred de Vigny, se ha novelado de manera extraordinaria la historia francesa. Y es un ruso, en el siglo XX, Ilya Ehrenburg, quien retoma tales raíces para relatar la vida de Graco Babeuf, durante la Revolución Francesa, y su "Conspiración de los Iguales". Es difícil sustraerse a la idea de que sin ellos, y Alejandro Dumas, padre, sobre todo, nunca hubiésemos reparado en detalles del devenir de aquella gran nación.
1996
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Publicado en Los Tiempos (Cochabamba), 07/07/96
Publicado en Arte y Cultura (Primera Plana/La Paz), 21/07/96
Imagen: Cham/Alexandre Dumas concoctant une bouillabaisse de ses personnages
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