Monday, February 8, 2010
Qué cosas/MIRANDO DE ARRIBA
Hasta dónde llegará la farsa del neo indigenismo. El ebrio Félix Patzi, renunciante y reculón -dejo pero no dejo-, añade un detalle más a la bufonada en que ha devenido el estado plurinacional, otrora república, de Bolivia.
Aquí no gobierna el pueblo; los indios no son el poder. Este es privativo de los dirigentes, de los que suelen llevar y ejercitar chicote, los que viven al tope de la estructura vertical que dicen muestra la originaria manera de existir de la población autóctona, lo que equivale a la afirmación de ser ésta nación de esclavos.
Hay límites para el espectáculo. Los europeos dejarán un día de lado su imbecilidad que no diré congénita, pero cargada de culpa. Triste favor que hacen a nuestros países, alimentando el ego de cualquier individuo de dudosas dotes mesiánicas. Quisiera ver a España cargando con elementos tan pintorescos y peligrosos como los que mandan Bolivia. Eso ya sería demasiado para su cómodo socialismo que desmiente las enseñanzas del maestro Pablo Iglesias.
Apuesta el presidente a lograr la mayor cantidad de laterío sobre su pecho nativo. Sueña con un Nóbel, con la entronización de defensor de la tierra. Los cortesanos ya inventan profecías para hacer de Morales la unidad del universo. Quien los escucha entiende que Evo ya superó a Simón Bolívar, excedió a Karl Marx, y hoy apunta al nazareno, al crucificado, a quien quiere quitarle el trabajo de guía espiritual. Pobres Bolívar, Marx y Cristo, tan míseros en sus espadas, barbas y andrajos ante la versión andina del Hombre Araña.
Un fantasma transita el mundo, el fantasma del comunismo. Mentira: es Evo Morales. ¿Es un cohete, un avión? No, es Superman. Mentira: otra vez Evo Morales. A partir de ahora la historia de la humanidad debe tejerse en la medida del estadista de Orinoca y sus trajes inventados, de aspaventera y brillosa tela que reemplazarán la magnificencia de los awayos y aksus locales.
Hay ejemplos en la historia cercana, los más fraternos los de Papá Doc y de Idi Amin, para intentar comprender el fenómeno del sujeto. No inventó nada: el haitiano utilizó el vudú y la herencia negra, mientras el canibal de Uganda, cocinero de los rifleros escoceses, se escudaba en las tradiciones tribales, el baile, el disfraz. En Bolivia no se ha inventado una pizca, pero la mitificación y mitomanía que nos caracterizan quieren hacerlo mayor que Mandela, que el Che, hasta, para los que les guste esto de la santurronería, que el Dalai Lama, cuando su obcecada megalomanía lo alinea con Mobutu, Pol Pot, Mugabe, Tshombé...
Qué importaría a un país moderno, respetuoso a la vez de sus tradiciones, no de sus alucinaciones, el supuesto perdón del beodo Patzi a manos de yatiris y mamat'allas. Una cosa es el rescate de los valores culturales del Ande, como lo preconizaba José María Arguedas, y otra este delirante carnaval..
7/2/2010
Publicado en Opinión (Cochabamba), 9/2/2010
Imagen: Afiche de la presentación de Ubú Rey en 1896
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