Monday, July 12, 2010
Los líderes verticales/MIRANDO DE ARRIBA
Las izquierdas, o como quieran llamarse esas agrupaciones de marxistas alucinados, anarquistas de nuevo cuño, trostkistas que confunden a Lev Bronstein con Manco Inca, y demás apéndices de la larga y no muy notable lista de "revolucionarios" nacionales, se ponen cachondos en la nueva coyuntura del país, la de la tan anhelada revolución, de la tan traicionada para aclararlo.
El motivo: la pareja ideal, la reunión inquieta y sugestiva de los dos líderes electos, Evo Morales con García Linera, solteros activos y punta de lanza de la agitación mundial.
Estos señores ganaron con holgura las últimas elecciones presidenciales. Aquello les abría la posibilidad de emplear su mayoría en la consecución de beneficios para todos los habitantes de Bolivia. Se hizo en parte, y en parte con suerte por las circunstancias de la economía entonces y ahora. Logros que no deben ser desdeñados pero que tampoco deben encarnar el inicio de ningún culto a la personalidad. Y menos, pasando de la economía a la moda, crear un estilo de vestimenta peculiar: la chompita burda y popular de Evo, el poncho rojo de Linera (que, a decir verdad, no sé cómo se lo pone sin desarreglar su cuidada permanente). Acerca del poncho rojo escuché historias jocosas en mi último viaje, de gordos, oscuros y sudorosos militares que lo utilizaron encima de sus entorchados en algún desfile. Parece que la "Institución Tutelar de la Patria" cambia su traje, por ahora, como usualmente cambia sus generales, sus presidentes y sus traiciones... muy rápido.
Evo y García, Evo y Eva los nombró algún malicioso escritor que vive en el extranjero, se han creído dueños de esa pobre nación que es la nuestra. Confunden a la prensa internacional, y a las organizaciones internacionales que tienen algún interés en Bolivia, jugando el papel de apóstoles de una empresa ya fallecida: el socialismo. Su fama, sobre todo la de Morales, se agiganta entre los desheredados que asumen en él una representación. Crece entre los intelectuales lambiscones del país: todos quieren escribir sobre él, idolatrarlo, tratando de agarrar su parte, la que puedan, en este nuevo latrocinio.
García Linera se ufana que en el campo altiplánico le enseñaron "a matar". Qué mataría, me pregunto ¿niños aplastados por torres de electricidad? Aprender a ser terrorista de opereta en muy fácil, a montar en mula y desvanecerse en la puna también, aunque estos trotes masculinos no quedaran muy bien en sus blanquitas nalgas.
Estos señoritos, el aimara y el blanco, mandan desde arriba, tienen predilección por todo aquello que se levante vertical. Son los patrones del siglo veintiuno, tan peligrosos como cualquier oligarca.
19/3/07
Publicado en Opinión (Cochabamba), marzo del 2007
Imagen: Honoré Daumier/Le beau Narcisse, 1842
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