Saturday, July 24, 2010
There Will Be Blood/LA VUELTA AL MUNDO EN 80 FILMES
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Paul Thomas Anderson, Estados Unidos, 2007
Las obras de Upton Sinclair dormían en el estante inferior de la biblioteca de casa, dado su volumen. Sergio Almaraz Paz se las había aconsejado a mi padre, camarada juvenil suyo de un entonces promisorio PIR. Una de ellas era “Petróleo”, libro que Paul Thomas Anderson adaptó para su estremecedora “There Will Be Blood” (Petróleo sangriento, Pozos de ambición, en versión castellana). Con los años la obra de Sinclair ha perdido el peso denunciador que tuvo en su época, y su estilo es incluso hoy criticado. No es uno de los grandes mitos de Norteamérica; fue uno de sus grandes rebeldes.
La magia del cine y la sensibilidad de Anderson para plasmar en imagen la oscuridad de las páginas de “Oil”, han resultado en una saga maligna del origen de las grandes fortunas en los Estados Unidos, y de la inescrupulosidad para conseguir los objetivos que el “progreso” y la “modernidad” demandaban. Sin embargo, a la vez, es una muestra del tesón a veces insano que levantó ese país de la nada, que sugirió la invencibilidad del hombre ante su medio natural, y el valor en medio de la desolación.
Contrapone el director a los dos personajes principales, el magnate petrolero, enriquecido a través del trabajo brutal y luego del engaño, y el pastor de una mínima iglesia en medio del “heartland”. Uno y otro resultan dos caras de una misma moneda: el capital y el clero como los grandes aprovechadores de la historia, asunto que casi no ha cambiado, con la salvedad de que los magnates de hoy, como el presidente Bush y su familia, son de extrema religiosidad y nuestro personaje tiene más que un ateísmo un desdén por los asuntos de Dios. El desprecio de uno por el otro, y las triquiñuelas de ambos en pos de sus ambiciones, muestran un desolador panorama donde el señuelo de paz y felicidad se torna torvo al observar sus detalles.
Paul Thomas Anderson apabulla al espectador con grande y bien meditado poder. Su cine es masivo, en el sentido de fuerza. No juega con un público que participe; expone como en clase magistral. No extraña que escogiera a Upton Sinclair como su texto original. Igual que él es devastador y concreto. No de otra forma podría haberse presentado esta historia que continúa siendo actual, más contemporánea que nunca, ya que la guerra total de los campos petrolíferos de la California de principios del siglo XX se ha trasladado por el orbe con su carga de muerte.
Punto aparte merece la actuación de Daniel Day-Lewis, quien con su larga trayectoria y versatilidad ha realizado una de las mejores interpretaciones de su carrera. Este Day-Lewis de hoy, en el ambiente escogido, ya se prefiguraba en el despiadado matarife de “Gangs of New York”; era la opción perfecta.
Otra gran obra de un director todavía joven y carente de la angurria de sobresalir con número en lugar de calidad. Como a todo filme se le pueden criticar detalles, se lo puede hacer incluso con el libro original, pero en Paul Thomas Anderson cualquier detalle se esfuma en un total soberbio.
07/04/08
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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), abril 2008
Imagen: Afiche polaco del filme
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