Tuesday, July 6, 2010
Un dormitorio en Glendale/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Una alfombra kazaja clavada en la pared. Verde es y en su parte superior lleva colgados de ganchos los ositos de colores que se afamaron con la música de los Grateful Dead. Esa la primera visión al entrar al dormitorio de mi amigo Yefim Schleyfer. Me pregunto, y la respuesta es fácil, si gusta del rock; claro que no... tecnócrata venido de las filas del dogmatismo comunista en las estepas del Asia Central, jamás entendió aquellas melenas e ilusas flores cuyo espasmo, en términos de idea, duró nada.
Nacido en Rusia Blanca fue, con su familia, a tiempo de la invasión nazi, trasladado a Kazajstán. Su pasaporte, que fuera soviético (ruso) es ahora kazajo, aunque expirara hace más de una década, cuando inercia y salud lo obligaron a ya no abandonar los Estados Unidos, su cuartito rocambolesco en un estado gigante, solo y vacío como el de Colorado. Su historia revive, cuando la cuenta, la ubicuidad forzada de los ciudadanos de allí y entonces, que en era de los Habsburgo nacían en Polonia, crecían en Austría, y perecían en Rusia, sin moverse de su lugar de origen... El, ellos, aunque trasladados, llevaron consigo la diáspora europea sumada a su más antigua huída judía que no olvida al recalcar que en realidad su patria es Israel.
No es sin embargo el entorno de la habitación llena de objetos recordatorios y de basuritas recogidas de las tiendas de empeño lo que impulsa el texto, sino la nostalgia de envejecer que tienen los emigrados, yo incluido. Se suelta Yefim a hablarme de corrido en ruso. Algo capto, porque mucho de la comunicación está en percibir. Y entre su mixtura de palabras inglesas, interjecciones en jerga, y el fluir del ruso, me hago la imagen de una tierra -su tierra- que recogía inigualable verdor, como es el verdor del desierto, junto al dolor de los presos de los gulags de Karaganda, ateridos por una media de veinte bajo cero en el invierno, más las estepas erosionadas por las prácticas atómicas del estalinismo y sucesivos corifeos.
Como hablaban yiddish, estos hebreos bielorrusos que encarnan los personajes de Sholem Aleichem, fueron confundidos por germánicos y removidos hacia el Asia para evitar colaboracionismo con las tropas de Hitler. Y así se abre una narración que de rica se hace surreal, narración que compartimos una y otra vez -hoy alrededor de deliciosos pirohys ucranianos- mientras en calma cabello y bigotes se tiñen de blanco de nieve, feliz e irremediablemente.
05/07/2010
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 06/07/2010
Imagen: Calle Lenin, en la parte vieja de Karaganda
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