Tuesday, September 14, 2010
El orfanato/LA VUELTA AL MUNDO EN 80 FILMES
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Juan Antonio Bayona/España, 2007.
En la gran tradición de "The Kingdom" (Lars von Trier) y "El espinazo del diablo" (Guillermo del Toro) aparece este magnífico filme de un novel director: Juan Antonio Bayona.
El padrinazgo de Guillermo del Toro no implica que Bayona no tomase una senda particular en su debut fílmico. "El orfanato" difiere de los filmes del jaliciense en que no tiene ese trasfondo de historicidad que a del Toro le gusta dar. Las dos últimas realizaciones de éste se alojan en un rincón preciso de cronología que fue la Guerra Civil Española. El horror viene asociado a una peculiar, y particularmente horrorosa, etapa histórica. No es que el argumento nazca de allí, pero, sin embargo, tampoco es gratuita su presencia. Por el contrario, "El orfanato" es un relato cotidiano, más a la manera de las miniseries del lóbrego hospital donde se desarrolla el "reino" de von Trier. Nada del mundo exterior tiene una notoriedad especial. Es una narración que podría venir de cualquiera: una casa inmensa y vieja, mucha madera y penumbra, un faro apagado, un mar embravecido, cavernas en la costa, exteriores -e interiores- que auguran un páramo desolador y macabro, como podrían augurar de manera simple un rincón de soledad y nostalgia: no todas las casas viejas tienen fantasmas...
Laura (Belén Rueda) adquiere con su esposo una casa solariega donde en el pasado funcionó un orfanato; ella creció allí hasta que fue adoptada. No supo más de los compañeros de entonces y desea, ahora, utilizar la mansión para reanimar un lugar similar con menos internos y con la característica de que sufran de algún retardo mental; quizá una forma de pagar su suerte que no fue, según se verá a la larga, la de sus desdichados amigos.
El joven cineasta español se fortalece con un sólido guión de Sergio Sánchez, quien apropiando su propia infancia recuerda que asustaba a su madre con historias de "amigos" invisibles, igual que hará el protagonista, el niño Simón (Roger Princep). Simón comenta a su madre de los "amigos" con los que habla en la casa y de los lugares que habitan. Laura no presta mayor atención hasta que los acontecimientos van acelerando y sugiriendo la posibilidad de algo extraño escondido, que de raro y preocupante pasará con un lento pulso a horroroso, para dar la estocada final con las últimas imágenes de la esperanza que se cierne detrás de las cosas, incluso las más oscuras. Un devenir pausado que no sólo inmiscuirá a Laura porque su hijo está involucrado sino porque en él participará activamente su personal experiencia del lugar. El descubrimiento de la "verdad" se asoma como si fuese un juego infantil, juego que a pesar de desenmascararse para Laura permanecerá ignoto para los demás, y reaparecerá, al fin, dando pauta de que el juego no ha terminado.
"El orfanato" es una cinta de emoción mixturada de miedo. No hay momento de los 100 minutos que dura en que la sensación de mundos paralelos no invada al espectador. Yo contemplaba la puerta de mi dormitorio, aguzando el oído, para escuchar manifestaciones del más allá. Me recordó mi propia niñez plagada de voces y sombras. La noche que prosiguió fue de escandalosa pesadilla. Se desbocó la "yegua de la noche" (night-mare/Borges).
Estamos ante un clásico del género y, como bien dijo un productor, este filme hace que las personas que no van al cine vayan y que aquellas que sí van, pero no a películas de espanto, lo hagan también.
22/07/08
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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), julio 2008
Imagen: Escena del filme
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