Friday, October 29, 2010

Stalin y los escritores


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Cuando George Bernard Shaw visitó la Unión Soviética en el cénit de la hambruna desatada por el gobierno, sentenció: "Jamás he comido tan bien como durante mi viaje a la Unión Soviética". A su vez el gran Panaït Istrati, rebelde y revolucionario, alzaba la voz de su desilusión en 1927-28. Le dijeron que no había omelette sin quebrar los huevos, a lo que el vagabundo rumano, escritor descubierto por Romain Rolland y a quien toda Europa leía, respondió que él veía los rotos huevos pero que dónde estaba el omelette.

Dos ejemplos sintomáticos y ejemplificadores de la ardua y muchas veces desagradable relación de los intelectuales con la Revolución Rusa, primero, y con la dictadura bolchevique después. Arthur Koestler lo resumió de manera admirable en sus memorias.

Simon Sebag Montefiore publicó el año 2003 una obra anecdótica e histórica notable: Stalin, The Court of the Red Tsar. Más que centrarse en el georgiano, relata su entorno, los "magnates" como llama a los colaboradores más estrechos del tirano, algunos de los cuales perecieron en las purgas y oscuros magnicidios a los que se acostumbraba, mientras que otros lo sobrevivieron: Mikoyan, Kaganovich, Molotov, Budyonny, Voroshilov, Kirov, Beria, Yezhov, Lakoba, Ordzhonikidze...

Sebag intercala, como siempre ha sido tradición en Rusia, intelectuales, escritores, que en su momento fueron -no todos- "maestros espirituales" del régimen y del país, siendo Maxim Gorky el mayor y más representativo.

Fue Gorky el que lanzó en la recién fundada agrupación única de escritores soviéticos el concepto de "realismo socialista", según instructivas de Stalin. Aquel verano de 1934, Viktor Shklovsky denunció desde su plataforma a Dostoievsky: "Si Fedor Mijailovich estuviese aquí, tendríamos que juzgarlo como herederos de la humanidad, como gente que juzga a un traidor. Dostoievsky no puede ser comprendido fuera de la revolución, ni tampoco puede ser entendido como otra cosa que un traidor". El mismo Shklovsky que escribió la crónica más preciosa de la revolución; el mismo Gorky que se exilió en el oeste ante las arbitrariedades de Lenin y que rubricó inolvidables "escritos inoportunos".

En contra del aura de ignorancia e incapacidad que Lev Trotsky arrojó sobre Josif Stalin, Sebag Montefiore opina, y muestra, la clara inteligencia de quien gobernaba Rusia, y su gran capacidad de consenso con simpatía... y con terror. Lo considera un intelectual y, quizá, el mejor leído de los líderes de Octubre. "Su hambre por el conocimiento literario era tan acuciante como su fe marxista y su megalomanía: se podría decir que eran las pasiones rectoras de su vida". De acuerdo a Molotov su biblioteca personal contaba con 20000 volúmenes, desde "La vida de Jesús" hasta Wilde, Maupassant, Steinbeck y Hemingway. Leía a Gogol, Chejov, Hugo, Thackeray y Balzac. "En su vejez aún descubría a Goethe. 'Reverenciaba' a Zola". Este lector de Anatole France, Jaroslav Hasek, de la Biblia, de historia romana, de Napoleón, Bismarck y Talleyrand podía citarlos de memoria y era casi un erudito en el poeta símbolo de Georgia: Shota Rustaveli.

Prohibió a Dostoievski -a quien admiraba- por ser un "mal ejemplo" para la juventud. A pesar de darse cuenta de que Zoschenko se burlaba de los burócratas soviéticos, se divertía con su narrativa. Y notando el genio de Mandelstam sugirió "preservar(lo) pero aislar(lo)". El poeta Osip Mandelstam, quien -con Andrei Platonov, Anna Ajmatova y Mijail Bulgakov- no juró lealtad al partido en el Primer Congreso de Escritores Soviéticos, murió en un campo correccional.

Boris Pilniak, el "mejor novelista ruso después de Gorky", fue fusilado. Pilniak había escrito un texto literario donde se ligaba a Stalin con la muerte de Frunze, entonces Comisario de Guerra. Ya antes se lo había perseguido, junto a Evgeny Zamiatin con pretextos fútiles. Zamiatin escribió a Stalin que era imposible ser un escritor en la Unión Soviética y logró emigrar con ayuda de Gorky. Pasternak y Bulgakov nunca fueron detenidos e incluso en alguna ocasión Stalin refutó a sus esbirros protegiendo al autor de El maestro y Margarita.

Se ejecutó a Isaak Babel, como a Meyerhold. Babel aparentemente tenía ligazones sentimentales con una hermana de Yagoda, el represor caído. Se sabe que se acostaba con la esposa de Yezhov, jefe de la NKVD, aunque Sholojov también lo hacía.

Larga es la lista de autores bajo la sombra de Stalin y cuyas vidas dependieron de él. Los historiadores Mikhail Heller & Aleksandr Nekrich anotan que Koba Yugashvili suicidó "por segunda vez" a Mayakovsky declarándolo el mayor poeta de la era soviética, algo que hubiera disgustado al terrible Vladimir. Ilya Ehrenburg fue favorecido. Habiéndose quejado de persecución, Nikolai Bujarin intercedió por él y el supremo líder -instruyendo a Kaganovich- escribió: "no permitir que los comunistas enloquezcan a Ehrenburg.
J. Stalin".
11/03/09

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Publicado en Fondo Negro (La Prensa/La Paz), marzo del 2009

Imagen: Mandelstam, Cukovsky, Livshiz & Annenkov, 1914 (Fotografía de Karl Bulla)

2 comments:

  1. El poeta Stalin. Es interesante el caso de Bulgákov. Por mucho menos otros perdieron la cabeza. Excelente artículo, querido amigo.

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    1. Era un hombre al que le gustaba jugar con los otros. Es interesante cómo su apreciación del arte mandó a unos a la hoguera y a otros a sobrevivir.

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