Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Caminar por el Vedado semeja un tránsito por la memoria. Mansiones, casonas, algunas abandonadas, otras desvencijadas, habitadas, parcialmente humanas, etc, hablan de historias crueles, de situaciones donde unos tenían todo y los otros nada. Me recuerda a New Orleans; bajo los umbríos olmos, los sillones vacíos contaban del poder y la riqueza. Lo mismo aquí, en el silencio que el tiempo arroja sobre las desgracias, que sin embargo continúan presentes, latiendo por debajo del polvo, del manto que la inercia teje, incansable, sobre la vida y las cosas.
Hay que cortar en capítulos, párrafos, el mar de emociones que implica llegar a La Habana, por encima de cualquier personalidad, la sensación de estar en la historia, un tiempo que se detuvo y que en paradoja corrió veloz por la cronología. Hay belleza incluso en el desperdicio de los edificios heridos, con un metro de humedad oscura marcada en las paredes y que le da tinte especial, no sólo de nostalgia sino también de misterio.
Cuba como el sinfín de las expectativas, que alguna vez -y quizá todavía- sean las de la esperanza. A pesar de las contradicciones, de las desigualdades de un país de alas rotas, al que no se permitió volar en la expansión de su dinámica, del cual es posible no se sepa jamás cuánto se pudo y cuánto se impidió.
1/2010
____
Imagen: Barrio de El Vedado, vista desde nuestra pieza en el Hotel Victoria
1987, mi primer viaje a La Habana, con un colega chileno, compañeros de curso de Nestor Paz Zamora, queríamos recorrer la Cuba profunda, no la de los turistas, ver de cerca en encanto de la Revolución...llevé mi cámara fotográfica, tome muchos rollos de Kodak, de La Haban, Cienfuegos, Trinidad, Sancti Spiritu, Villa Clara, etc. Nos alojamos en una parroquia del Vedado., conocimos, impresionados, lo que tú describes en tú artículo.
ReplyDeleteEl día antes de partir a nuestro respectivos países, tomamos la decisión, de llevar los rollos a una tienda en hotel de lujo, pagando en dólares el revelado. Cuando retornamos a recoger las fotos que se iba a llevar mi amigo, yo me quedaba con los negativos, tuvimos una ingrata sorpresa: todos los rollos estaban velados...Sí, ni una foto ¡!!. Los sentimos señol su cámara esta mal, rota ! .
Nunca antes, ni después me fallo. Eso es Cuba.
Sospechoso, Fernando, y qué lástima. Imagino que entonces era mucho más difícil que cuando yo fui el 2010. Comienzo de un negro período, o casi.
Delete