Tuesday, November 16, 2010
Salvadores/MIRANDO DE ARRIBA
Se ha iniciado una nueva etapa en Irak. La pistola de Saddam Hussein irá a la Casa Blanca para exponerse. Será la mayor conquista de una guerra injusta, tal vez la única.
Lo triste es que los criminales del genocidio babilonio continúan campantes -y respetados- en los Estados Unidos. No hay juicio para los asesinos. Un par de leves condenas por crímenes de guerra se ha echado sobre soldados u oficiales menores, pero los ideólogos del conflicto, los inventores de fábulas, incluido Colin Powell, cómplice de la mentira, no temen.
El culpar, condenar, ejecutar a felones menores no es privativo de EUA. El mundo entero se mueve en ese espectro. Victor Hugo lo describiría magníficamente en "Los miserables", en la persona del reo de Tolón, Jean Valjean, preso por haber robado un pan. Bush, Cheney, Rumsfeld, González, Ashcroft, Wolfowitz, etc. duermen tranquilos con sus aureolas de muerte. No faltarán a misa por unos miles de niños desfigurados, decenas de miles de muertos... Hoy la nueva administración va dejando espacio a las autoridades locales. Sin embargo el desastre está hecho, y sólo bastará que se retiren las tropas extranjeras para que estalle el polvorín, la guerra étnica.
La única garantía de la inestable democracia iraquí son los soldados norteamericanos, cuyo favor intentan ganar líderes individuales u organismos sectarios. ¿Quién se apoderará de los pozos petrolíferos del norte? Sunitas, kurdos y turcomanos los reclaman para sí. ¿Cómo podrá evitarse la lucha fratricida en ese de tantos innumerables ejemplos? Tal vez la solución, y nada raro que fuera respaldada por los invasores, esté en instalar en la testera a un dictador tipo Saddam, que lo que tuvo de asesino lo tuvo también de "buen" administrador. Así el círculo de estulticia bushiana se habría cerrado: con la asunción de un régimen copiado del odiado y depuesto hussenita.
Obama se hace a un lado, casi sospechosamente por la sombra oscurísima de un gran fracaso de política internacional, y apuesta por Afganistán, donde las divisiones se arraigaron tanto ya -y se extienden- que es posible no se detengan. No hay fuerza militar en la tierra que frene un proceso como la erupción del fundamentalismo musulmán. Hasta China occidental, con sus islámicos uighurs, ve calentarse la marmita.
Casi como decir: Irak ya pagó su precio; ahora que se jodan. Mientras el cowboy, mister Bush, estará enlazando toros para marcarlos con el símbolo de su gran riqueza y férrea estupidez.
6/7/09
Publicado en Opinión (Cochabamba), julio 2009
Imagen: George Bush en Irak
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