Friday, November 19, 2010
Tarde cochabambina/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Pensaba escribir sobre Honduras, sobre la pivotal importancia que tiene esto en la política latinoamericana. El desmedro de Chávez, quien no podrá invadir Honduras aunque quisiera (eso equivaldría a echarse a los Estados Unidos en guerra, y su consiguiente derrota) es inevitable.
Quién, vaya uno a saber, ha golpeado el eslabón más débil del chavismo, condenando a los demás, Evo Morales entre ellos, a la derrota o la muerte. El juego de cartas ha cambiado; a partir de ahora los en apariencia intocables líderes de un socialismo apócrifo ven sus bases resquebrajarse en migajas. Evo tendrá que subir los salarios de sus lacayos uniformados –no podrá competir con los salarios de la CIA o el Departamento de Estado- o tendrá que enfrentarse al descrédito de sus asalariados, generales para abajo, para sostenerse en el poder. Su tiempo de gloria feneció, pereció en Honduras…
Pero esta trivial mierda de pegas y puestos –no otra cosa es (que lo diga Almaraz que estrena automóvil de cuando en cuando)- no guarda parangón con la dicha de compartir un charque criollo, y treinta cervezas, con mis viejos compañeros de talleres del diario Opinión. Allí hablamos de nuestras mujeres, de nuestros hijos, de cómo nos fuimos formando en los desdenes de la existencia, y de cómo, sin ánimo conformista, fuimos creando las bases de una vida pacífica hasta donde se pudo.
Lo que no entienden los jerarcas, comunistas o contrarios, es que nosotros los trabajadores somos quienes fecundamos el desarrollo de un país; en las largas horas de los obreros gráficos hay más verdad que en todos los discursos de la payasada gobernante. Jamás entenderán los jefes, ni aquí ni allí, que quienes hacemos la historia somos los trabajadores. A ellos, a los detentadores de la voz y del poder, no les importa lo que nosotros opinamos, pero, a la larga, seremos quienes decidamos el destino, retomando a Buenaventura Durruti. Qué nos importan los Evo, García Linera, Sánchez Berzaín, Sánchez de Lozada, escoria del progreso, si quienes trabajamos tenemos el asta del toro en las manos.
Por eso, esta tarde de sol cochabambino y adobe recalentado, las presencias de David, Rana, Marco, para mí tienen más valor que todos los adjetivos de los gorilas hondureños, o de los defenestrados chavistas de Honduras.
Es una tarde de amistad, de recuerdo, de noches sacrificadas compartidas. Y no hay político que pueda, ni deba, inmiscuirse en ella..
29/06/09
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Publicado en Opinión (Cochabamba), julio 2009
Imagen: Yndios bailando en la chichería/Códice Trujillo, s. XVIII
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