Friday, December 17, 2010

Otro descubrimiento de América/ECLÉCTICA


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

Tengo en las manos un libro de Jorge Amado que desconocía. Parte de un proyecto de una editorial italiana que escogió a autores americanos -Norman Mailer, Carlos Fuentes, Jorge Amado- para escribir acerca del quinto centenario del descubrimiento, conquista, expolio, invasión o lo que se quiera llamar a aquella odisea del ambicioso Colón, y que terminó en nada por la controversia mundial sobre el asunto más los escándalos financieros que se suscitaron en Italia entonces que también involucraron a dicha sociedad editora. Fuentes, muy hábil en materia económica, en esto de vender, ubicó su texto rápidamente. A Mailer quizá se le olvidaría entre copas. El escritor brasileño terminó publicando en español para Emecé.

Texto que no incurre en epopeya, a pesar que la trivialidad de una vida común, sin fanfarria ni entorchados, puede bien tener tal magnitud. A falta de conquistadores, bandeirantes, esclavos libertos, quilombos y duques, el relato amadesco, arisco o amadisco, retrata la llegada de los primeros inmigrantes árabes -con pasaporte turco- al Brasil, en suma "De cómo los turcos descubrieron América" según lo pone el que escribe.

Vida poco contada que conmemora una amplia inmigración al continente de súbditos turcos, de origen sirio-libanés sobre todo, que supieron establecerse y crecer con ventaja en tierra ajena, que de vendedores ambulantes llegaron en Bahía a coroneles y hacendados del cacao, a exitosos tenderos y, sin dejar su nexo patrio, supieron hacerse americanos mejor y más rápido que españoles y portugueses, mezclándose con lo autóctono. Sintomático que las mejores letras de Brasil provengan de un "turco", Amado, o el más sentido folklore argentino de otro: Cafrune. En Bolivia, los "turcos" disfrutan de calles de su exclusividad, de cafés donde sin pensarlo uno se inmersa en la densa atmósfera del oriente medio. Esto de verlos como parte nuestra es signo de la facilidad de amalgama de este pueblo. Así fue en España, en tiempos del califato, cuando bajo la égida de los árabes diversas razas florecían, al unísono y armoniosas.

La corta novela cuenta los avatares de dos turcos, uno sirio, el otro libanés, que se establecen al sur de Bahía durante el auge del cacao. Comerciante uno, poeta y filósofo el otro, mujeriegos y putañeros ambos. Amado presenta al intelectual supongo que para equilibrar la imagen generalizada de los árabes como gente adicta al comercio. El tema son los futuros esponsales de Adma, turca fea y avinagrada, hija de un próspero vendedor que ya viudo desea librarse de la que se ha convertido en su dogal. Con su mano va la tienda, la posibilidad para el pretendiente de asociarse en el negocio.

Particularmente explícito en su lenguaje, Amado no cuestiona el habla popular que es, por lo general, denigrante para la mujer. Como Vadinho, de doña Flor, que danza el carnaval con estrambótico miembro amarrado a su cintura, esta colorida novela no se detiene ante la decencia burguesa y enumera entre otros picantes ejemplos las delicias que trae consigo cada forma o estilo -en específico- del sexo femenino.
10/02/04

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Publicado en Los Tiempos (Cochabamba), febrero 2004

Imagen: Jorge Amado

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