Monday, October 31, 2011
Olimpia/ECLÉCTICA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Cada edición de los juegos olímpicos tiene sus matices. El deporte refleja mucho de lo que pasa en cada país. Veinte años atrás Alemania Democrática era imbatible en natación, mientras su gemela, Alemania Federal cosechaba otros éxitos. Hoy, una nación unificada apenas alcanza modestos triunfos que la sitúan entre aquellos que lo hacen regular pero no bien. Quizá la unidad de hermanos divididos implicó un cambio radical de estrategias políticas y sociales que soslayaron el deporte como un aditamento superfluo, cosa que dudo conociendo a los alemanes. Tal vez la falta de rivalidad redujo la típica competitividad germánica, asunto igualmente dudoso... y sin embargo los números cuentan.
Rusia, la Unión Soviética, cuenta un drama más serio. De haber sido la contendora principal de los Estados Unidos en medallas, pasó a ocupar un lugar secundario, o terciario, o cuaternario. En gimnasia femenina, otrora imbatible reducto soviético, presenta en estos días una conjunción de jóvenes de mediano talento y una avejentada estrella, Khourkina, que, igual a la madre Rusia, tiene el rictus amargo del desesperanzado que envejece. Rusia sueña con la gloria pasada, sin pensar en el gigantesco costo humano que significó la construcción del supuesto socialismo. Ayer se temía a los rusos, su ejército podía arrasar Europa como una nueva Horda de Oro; sus atletas siempre eran noticia. Ahora las jóvenes rusas representan material barato para la producción de pornografía en occidente.
China se diferencia de estas águilas caídas. El tiempo chino parece recién despertar. Una economía en ascenso y un superávit inmenso en sus transacciones económicas con "América" indican un futuro promisor. Este país pelea con Norteamérica por el primer lugar en los juegos de Grecia, como nunca antes. Desde el ping pong, donde fueron usualmente preeminentes, los chinos disputan el triunfo en casi todas las ramas. El niño maravilla de Asia hace mucho que dejó de ser Japón; China lo ha suplantado y superado. La única deficiencia, según leo, y que a la larga cobrará su parte en la vida china, es que contrariamente a lo que se piensa este no es un país de población joven, como pueden ser los árabes, africanos y latinoamericanos; China se hace senil y en un par de décadas su población dejará de ser joven y esto, en geopolítica, pesa, cosa que parecen aún no entender los judíos de Palestina, endógamos y en declive, que apuestan con su absurda política a la desaparición de su raza.
El Tercer Mundo no tiene tiempo, en su hambre, de preparar atletas con alguna posibilidad ante los grandes. Hace un momento decían en televisión que el gobierno norteamericano prometía un millón de dólares para aquel nadador hombre que ganara una medalla de oro en los 1500 metros libres, más quinientos mil para su entrenador. La misma oferta para las mujeres, en 800 metros, dado que Estados Unidos no cuenta con grandes nadadores de distancia siendo, creo, tal, un insufrible trauma para una poderosa nación. Por ese monto hasta yo me animaría a mojarme, pero al momento escribo y estoy con zapatos. Contra semejante despliegue no se puede competir.
En Olimpia, Grecia, los atletas practicaban desnudos. En la Grecia del siglo XXI, por lo menos en los trajes de baño masculinos, parece esa ser la tendencia. Uno duda en prestar atención a la carrera o en sonreírse ante la posibilidad de que de un momento a otro se le salgan al nadador los calzones y que termine echándose al agua en pelotas.
21/08/04
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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), 22/08/2004
Imagen: Logo olímpico
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