Thursday, October 27, 2011
Renacer de Tolstoi/ECLÉCTICA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Lo que me lleva a escribir este artículo es ver en la lista del New York Times de los quince libros más vendidos de la semana "Ana Karenina", de Tolstoi. Sorprendido porque a pesar de que reviso la lista cada domingo casi nunca encuentro nombres conocidos y menos hubiese imaginado que allí cabría Tolstoi. En el octavo lugar hallo a Carson McCullers y Alice Sebold al final. Descuento a Danielle Steel y su literatura costurera que a pesar de su alto índice de ventas no lleva mayor importancia.
Quizá el impacto de una nueva traducción al inglés haya empujado este renacimiento tolstoiano o tal vez el hecho de ser Penguin el editor y que probablemente haya hecho una campaña anunciadora impresionante. Claro que Tolstoi no necesita páginas enteras de propaganda en los periódicos, como lo hace Bill Clinton, para promocionar su obra, mas la aterradora realidad de un mundo dominado por la ignorancia, con una juventud renuente a referirse a los clásicos, parece asegurar el incógnito, por obviar la triste palabra olvido, del ruso.
Hoy que la Internet permite un rápido acercamiento a la cultura en general, y particularmente a los libros, existe el gran riesgo de adquirir una formación débil y superficial, tomada de notas de autores no siempre garantizados y muchas veces incompletas. Leer un par de cuentos de Lev Tolstoi, o "bajar" algunas de sus diversas biografías en varios idiomas no significa penetrar en el vasto universo de su literatura. Conocer a Tolstoi implica envejecer con él, sin necesidad de seguir o cuestionar sus devaneos metafísicos; sencillamente rumiar el fondo de su arte que hasta hoy me parece inacabable.
¿Cuál es el mejor Tolstoi? Aquellos que desean escudriñar el alma humana elegirán, por lógica cuantitativa, sus anchos volúmenes: "Ana Karenina" y "La Guerra y la Paz", ciertos de descubrir en ellos origen y fin de la pasión; no se equivocan. Hay críticos que afirman que "La muerte de Ivan Ilitch" no tiene igual. Yo me inicié con sus libros de juventud: "Los cosacos" y "La sonata a Kreutzer". Y guardo especial afecto por "Resurrección" que me recuerda las aburridas clases de francés en la Alianza Francesa y los menos aburridos pasos de una profesora negrovestida que saltaba en el patio. De las mujeres que me encaminan, por una u otra razón, hacia Tolstoi, me acuerdo de ella, y de Greta Garbo haciendo de la Karenina y de la Máslova, trágico pero hermoso personaje de aquella historia resurrecta.
No lo leo hace diez años, aunque siempre lo hemos tenido en casa, en cine, en la monumental fílmica de Sergei Bondarchuk, la Garbo dirigida por Clarence Brown y una joya cinemática rusa conseguida en una biblioteca que basada en los diarios personales de Tolstoi trata de los últimos días de su vida. Bajo la dirección -y actuando el director en el papel protagonista- de Sergei Gerasimov, "Leo Tolstoi" cita a la nostalgia. Un ajado e irreductible anciano decide abandonar casa y familia en acto de repudio a la sociedad. Buscando el descanso encuentra la muerte en una dacha rural con aromas de estiércol fresco y de lluvia. Culturizado y enigmático dandy, autor de sólidas páginas que iniciaban un siglo, muere en lo más íntimo de Rusia: el campo.
Cien años después renace a la lectura en ciudades que le causarían desvarío. Y esta sutil y efectiva propaganda moderna me pone ávido -de nuevo- por sus memorables caracteres, y revuelvo los cajones buscando algún libro que sé no voy a encontrar.
220/6/04
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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), junio, 2004
Imagen: Raro afiche del Tolstoi de Sergei Gerasimov
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