Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Están reunidos en Edimburgo, Escocia, los miembros del Grupo de los 8, los países más ricos del planeta. Como invitados especiales a algunas sesiones vienen China y la India, los más populosos y pujantes. El resto vive pendiente de las decisiones que se puedan tomar allí. Una desesperanzada Africa aguarda por las migajas que le arrojen de la mesa los grandes, cuyo interés, aunque ello desmienta la globalización por la que han peleado tanto, no pasa por una horda de negros famélicos y sidáticos. Artistas de renombre: Bono de U2, Bob Geldof, realizaron un concierto mundial en diversas capitales para convencer a los 8 que hay una muchedumbre ansiosa de decisiones correctas. Lo triste es que ello no pasa de efímeras quijotadas mientras existan líderes como George Bush o el mal llamado laborista, Tony Blair.
Este sujeto, Blair, iba hoy, 7 de julio, a chocar con su eterno compinche, el lúcido presidente de los Estados Unidos, Georgie Boy, en el asunto del sobrecalentamiento global, algo que nos atinge a todos y que será una de las causas, felizmente, de que desaparezca a la larga cualquier trazo de vida humana en este flotante cascarón. Sospechosamente el tema del día ha cambiado. Unas extrañas bombas en el servicio público de transporte londinense, causa de 40 muertos y centenas de heridos, han puesto en el orden de prioridades otra vez el terrorismo. Los aliados continuarán aliados gracias al sacrificio de algunos inocentes. A la manera de Herodes, los poderosos eligen el día y atacan. Acusación grave que nunca podrá probarse, porque no se prueba lo que hace tambalear el orden de cosas. Pero no es primera vez en la historia que se hace: la Ojrana zarista, la policía secreta, no tenía impedimento incluso de asesinar a ministros del zar, y culpar de ello al terrorismo, para continuar con el expolio del pueblo. Hay maneras. Un buen servicio de infiltración logra que incluso grupos extremistas trabajen para el sistema creyendo que lo hacen para sí. Información, dinero, logística es lo que se necesita, lo que se puede proveer sin riesgo de dar la cara.
Estamos ante el hecho concreto: Africa, el sida, el efecto invernadero y etcéteras se posponen ante un nuevo ataque del fundamentalismo islámico. Lo que no comprenden quienes avivan, sólo con el pretexto de lucrar a manos llenas (Richard Cheney en Irak), estas expresiones de odio e intransigencia es que siempre se ha de volcar la tortilla, porque si no se vuelca se quema, y si se quema se la tira a la basura... Juego sutil el de la historia
07/07/05
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Publicado en Opinión (Cochabamba), julio, 2005
Imagen: Fotografía de los atentados de Londres
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