Tuesday, November 29, 2011

La cuestión siria/MIRANDO DE ABAJO


Que la primavera árabe fue una explosión espontánea de hastío, cierto. Y que a partir de allí hay intereses globales en juego, también. Pero las alegaciones de que occidente, el “imperio”, como tiene a bien llamar Evo Morales a EUA, y sus aliados europeos, están detrás de todo es desmerecer la angustia popular de vivir sin esperanza. En realidad, y por citar un ejemplo, el derrocamiento de Mubarak no convenía a los israelitas; tampoco a otros lo de Libia, ya que Qadhafi hacía mucho que dejara de ser la bestia negra y recibía perdón con miras a aprovechar las inmensas reservas de gas del país. Pero en política y economía alianzas y lealtades suelen ser circunstanciales. Una auténtica rebelión de masas ha destapado la olla de lo que puede significar, para los países capitalistas, deshacerse de incómodas presencias, primero en África, avanzando por el Oriente Medio, con claro enfoque en Irán. Experiencia y práctica que servirán para ejercitar situaciones semejantes en la América Latina en una segunda etapa.

No se puede negar que la democracia tiene mucho de espejismo, que las cuestiones sociales no quedan resueltas porque en el juego de intereses unos siempre quieren más, y lo consiguen, y el resto que se joda. Verdad también a medias. Ya no cambiará en Estados Unidos mi condición de asalariado, y es posible que en un par de años me encuentre desocupado, pero observo el crecimiento de mis hijas, de los niños de los vecinos, incluso inmigrantes ilegales, y que, a pesar de innúmeras dificultades cuentan con posibilidades, enormes, de alcanzar espacios en la vida que excedan con mucho el de sus progenitores. Y no hablo, aunque se podría, de recompensa monetaria, sino de desarrollarse en algún campo de su gusto, casi diría sin límites, de acuerdo a su talento, deseo y esfuerzo. ¿Podrían mis hijas lograrlo en Bolivia? Nunca, ni escuchando las insulsas peroratas de habitar la Suiza de América, el paraíso multinacional y demás recónditos decoros carnavalescos. Nunca. Qué eligen una madre/padre ante dos opciones. No hay dónde equivocarse. Y así de simple es lo que sucede en el mundo árabe, incluso si con pesar sabemos que tanto quedará en el vaho de los sueños, porque esa solvencia para obtenerlo viene de decenas o centenas de pruebas, equivocaciones, desastres… no de la noche a la mañana. Así trabaja la esperanza.

El pueblo sirio sobrevive bajo un sangriento feudo familiar. Los Assad, como los Qadhafi, arrojan inmunda retórica “revolucionaria” para esconder el crimen. No más. Cuatro mil muertos, no pagados por imperialismo alguno, claman por la cabeza del detestado y su entorno. Pero Siria no es Libia. Allí se apuesta a la geopolítica en serio, y la caída del tirano tendrá importantes connotaciones locales e internacionales. Siria, y Hezbollah en el Líbano, hacen de punta de lanza para el sietemesino que aterroriza Persia. Al derrocar a Assad se habrá asestado un duro golpe a las ambiciones también imperiales de Teherán, y se habrá adelantado un escalón para terminar definitivamente con el oprobio de los ayatolas. La Liga Árabe lo sabe, y teme intervención de occidente, pero es incapaz de controlar la masacre que ordena Damasco. Francia otra vez, y allí recomienza la historia, está pidiendo restricciones en el espacio aéreo, a despecho de Rusia y China acostumbrados al genocidio de su propia población, sin importarles el de la multitud siria.

Ajenos a lo que pasa a orillas orientales del Mediterráneo, los amos de América Latina continúan con la ceguera de perpetuarse. El bufón de Caracas, pivotal en el armazón del discurso eternizante ya huele a flores negras, felizmente. Mucho se agita por debajo, una nueva y letal estrategia contra el narco, aliado de las gobernaturas ansiosas de perennidad. Brasil traslada tropas. Nadie dice los nombres, pero se saben, y la espada de Damocles cuelga apenas de un hilillo que se va a romper. Siria es un test mayor que Libia. Los tiranos ya no sirven a los grandes capitales; se han convertido en obstáculos.
28/11/11

Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 29/11/11

Imagen: Manifestantes sirios, 2011

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