Friday, January 27, 2012
Apuesta por la India/MIRANDO DE ARRIBA
La última visita de George Bush a la India y la apertura de una cooperación nuclear muy estrecha tienen como motivo las inmensas posibilidades de desarrollo con que cuenta el segundo gigante asiático -China el primero-. Sin embargo las repercusiones políticas pueden ser desastrosas. El doble estándar del gobierno norteamericano se hace otra vez presente, y peligrosamente selectivo, en una convulsiva región. Conceder prerrogativas a la India, a tiempo de vetar otras a Pakistán -servil aliado de Norteamérica- indica que la retórica de agradecimiento Bush-Musharaf no deja de ser un vínculo feble pronto a romperse.
Hay lógica en la actitud de Estados Unidos tanto hacia India como a Pakistán en el sentido económico. India es la más populosa democracia y tiene un alto índice de educación en tecnología. Los técnicos hindúes se capacitan más y más y llenan, a relativamente bajo costo, una demanda creciente de trabajadores del ramo desde América. Incluso en medios conservadores se habla en Washington de la peligrosidad de exportar este tipo de labor hacia la India, en detrimento de la inteligencia local. Tarde porque es ya un rodillo imparable. En términos políticos, India representa también la mejor apuesta norteamericana ante una China avasallante que será, a no dudarlo, la superpotencia rival del futuro. Se supone que una India tecnológicamente avanzada, con adelantada capacidad nuclear, civil y militar, con gobierno libremente elegido, puede hacer contrapeso a un eventual enemigo.
En el coqueteo con India se deja de costado a Pakistán, circunstancial aliado, que carece de las condiciones democráticas suficientes como para recibir apoyo en un sujeto tan delicado como tecnología nuclear. El marcado fundamentalismo musulmán en el país lo hace o lo convertiría en un latente peligro. No quiere Norteamérica crear un poderoso enemigo a espaldas suyas. Ello destruye la imagen de Musharaf (Busharaf) quien al no caer dentro del ala de los privilegiados descubre ante su pueblo su faz verdadera, que es la de un ferviente lacayo dispuesto a recibir las migajas del amo. Bush en la India casi implica una sentencia de muerte para el actual gobierno pakistaní, quien deberá reevaluar las condiciones de su colaboración en la lucha "contra el terror" y pensar a partir de ahora en cómo mantenerse gobernando. Sólo le queda alejarse de su pragmatismo colaboracionista y rechazar de plano su condición de segundo ante India, siempre enemiga y mayor cada vez.
13/3/06
Publicado en Opinión (Cochabamba), marzo, 2006
Imagen: Don McCullin/Early Morning at the Kumbh Mela, Allahabad, India, 1989
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