Tuesday, January 31, 2012
Viviendo en el paraíso/MIRANDO DE ABAJO
A veces con excesiva vehemencia, los paisanos -con quienes compartimos el pasaporte- rememoran lo “linda que era” la patria y caen en ilusas afirmaciones de que nada es como allá, ni la carne, ni el pollo, ni el mate de la abuelita, ni la marraqueta o las mujeres. Éstas, las paisanas, son y siempre lo han sido, más valientes y talentosas que ellos, y sus quejas no les impiden perder las perspectivas de “mejorar”, agenciarse un gringo tonto, balbucear otro idioma, y decolorar de algún modo la tostada piel que les ligaron los ancestros. Lo dicho, la mujer nuestra es más aguerrida, valiente y múltiple que los varones arropados en nostalgia.
¿A qué van las insulsas opiniones que profiero? A que no hubiesen salido de aquel paraíso, antes nacional y limitado, y ahora plurinacional y orgiástico, de no haberlo necesitado. Nadie deja así por así la inmensa taza de café humeante y el trozo de dudoso quesillo sobre el pan. O el servicio, porque en esa tierra escalonada de Bolivia hasta el humilde cuenta con servidumbre, excepto el del fondo, y es sencillo ordenar, evitar trabajo y responsabilidad para cargarlo en las espaldas del prójimo. Era el panorama y no creo cambiara mucho. Resulta entonces ilógica la fuga hacia regiones donde por astucia y por costumbre tendrían que bajar la cerviz y jugar papel de empleado dedicado y respetuoso.
He visto médicos en Virginia barriendo el mall, o abogados con el cabello cubierto de estuco. Sin contar el pueblo informe que toda la vida le ha dado al oficio callando. Extraño que un profesional deba emigrar para sobrevivir. Claro, ya que me gustan las digresiones, que cuando estos heroicos cabezas de lanza de la indianidad retornan, por lo general sólo de vacación, a la patria para atiborrarse de salteñas, chicharrones y destrozar los cerros ofrendando rocas a veinte vírgenes, ninguno dice que en el autoexilio barrió, limpió baños, anduvo de sol a sol subido sobre los techos. No, resulta que fueron gerentes, inversionistas, presidentes de directorio, y ejercitan español, quechua, aymara, con acento anglo y diciendo okay, ok, a todo lo que antes era bueno y bonito. El vivir bien del amo Evo es para ellos vivir ok, aunque masistas sean.
A lo que voy: quedé pasmado hace unos días cuando el mandamás del Palacio Tostado levantando la manita izquierda y regordeta, convertida en maltrecho puño chueco (la revolución desviada), afirmaba que la tasa de desempleo en Bolivia era de algo como el cinco por ciento. Allí exploté, mentando las once mil vergas que parieron tamaño fraude, porque el innúmero contingente de emigrados demuestra lo contrario, y porque jamás se puede considerar empleado a alguien que se sienta con diez caramelos por ocho horas a vender y platicar con los demás sentados, o corridos cuando la autoridad está necesitada de efectivo para pagarse el platito de la tarde.
No comprendo cómo no nos vemos invadidos de ingleses, alemanes, españoles que son los que ya están convertidos en griegos y albanos, con semejante bajo porcentaje, aparte de la cháchara que pregona al mundo que Bolivia es patria del nuevo Dalai Lama, vestido a la moda y con permanente tal en la cabeza que el cabello semeja montera de conquistador.
Pienso en los miles de jóvenes que estudian, porque luego del bachillerato solo queda la universidad para posponer el desempleo, y que al egresar no tienen fuentes de trabajo, donde ir, crecer, desarrollarse, crear. Las opciones son pocas, y turbias. Emigrar tampoco ya es negocio, menos para los varoniles. Entrar a la elite de pundonorosos y pudientes cocaleros, peor. ¿Miente el presidente? Lo hace con descaro. Tal vez, ya que nunca trabajó, cree que no hacer nada es parte de la fuerza laboral ocupada.
A ratos pienso en volver y me pregunto qué haría. Puestos en lambisconería siempre hay pero no pertenezco al gremio. Creo que por ahora me quedaré en el infierno, añorando las humintas, ya que aquel es un paraíso al que se quiere y no se puede regresar.
30/1/12
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 31/1/2012
Publicado en Semanario Uno 448 (Santa Cruz de la Sierra), 10/2/2012
Imagen: Dan Baldwin/Halfway Between The Gates of Hell And The Garden of Eden, 2010
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