Thursday, March 15, 2012
Expropiación de tierras/MIRANDO DE ARRIBA
Hablo de la redistribución de tierras.
Todo indicio de mejora, de reducción de la pobreza, del crecimiento del trabajo deben bienvenirse fuera incluso de su contexto político. Sin embargo lo ventajoso de tal empeño no debe prescindir de lo racional. El dramático fracaso de la reforma agraria se debe a que se otorgó mayor importancia al aspecto demagógico que al social-económico. No podían pequeño burgueses como Paz Estenssoro o Siles Suazo ir más allá de sus limitaciones de clase. Bien lo demostró la historia en el caso del fatídico Mono que, tarde pero seguro, asomó las uñas de su destino reaccionario y melancólico. El otro orilló los dogmas de la revolución como muchacha en clase de baile. Y así uno a uno (o casi) de sus secuaces temporales.
Un asunto me aturde el sentido: la sospecha del coqueteo de la nueva gobernatura con las Fuerzas Armadas. Cualquier intento revolucionario, en ciernes o en labios, debiera pasar por la eliminación de instituciones enemigas per se del pueblo, un gentío que tampoco se debe loar en abstracto porque en cada individuo siempre late el ansia de poder y dada la oportunidad se encaraman y quieren hacer de todos una simple bola de esclavos. Flirteos de Evo Morales con el alto mando que desde algún punto de vista pueden resultar beneficiosos y, siempre, a la larga, contraproducentes. No se puede ni debe confiar en los expoliadores naturales, y utilizarlos en lugar de desvanecerlos tiene el gusto del error.
Volviendo al asunto de las tierras; sabido es cuántos pescaron en el revuelto río del saqueo nacional. De niño observaba las casonas de Barrientos, en apariencia monumentos al tesón y la hombría; el tiempo mostró que lujuria tal se debía a las migajas que el amo norteamericano arrojaba a su perro quien ocupado en recogerlas hacía sonar entorchados y medallas como titiritero en carnaval. Esos los héroes que nos deparó la historia...
Si en verdad se desean cambios -lo de fundamentales resulta difuso en esta alocada dinámica de hoy- habría que comenzar con expropiar las tierras que los jerarcas militares, mal llamados tutelares, recibieron por el beneplácito de su silencio ante la manipulación y el crimen; la de sus asociados civiles también. Se saben y se conocen nombres, lugares y números, sólo toma algo de valor iniciar la recuperación de bienes malhabidos. Sellar el destino con puño y no con beso, señor presidente.
12/6/06
Publicado en Opinión (Cochabamba), junio, 2006
Imagen obtenida del sitio wen Un mundo sin mordaza
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