PABLO CINGOLANI
12/06/2012
Ojo de Agua…
efectivamente allí, luego de las Salinas Grandes entre Córdoba y Santiago,
empieza lo que Kusch llamó la “Argentina Andina”, un término que no cuajó
–dado el insensato europeísmo y extranjerismo en suma, recurrente y
reciclable de las élites del puerto y la pampa-, pero que, por ejemplo, usaba
el mayor arqueólogo argentino, el recientemente fallecido Alberto Rex
González… esa Argentina Andina, ya lo dijimos, clama por una reivindicación,
y sí, como también dijimos, es un solo espacio con la Bolivia del Sur
Voy, leyendo
este artículo tan intenso, entendiendo el fondo de tus pensamientos políticos
y tu pavor y hastío frente a los impostores del presente… pero esta
impostura, Claudio, recorre todos los ámbitos del quehacer local y también el
argentino, y en realidad es una marca de la desgraciada Latinoamérica: nos
cagamos en el pasado, nos cagamos en nuestros héroes, no honramos a los
muertos, despreciamos la historia, somos eternamente niños, repitiendo el
versito que nos enseñan en el colegio, y ahora, ni siquiera eso, ya que el
vértigo que trae aparejada la TV y los medios, borran cualquier lazo con
aquello, con nuestro pasado, con las esencias, con las ausencias que deberían
estar siempre presentes…
Esto es
historia o mito, o las dos cosas juntas: dicen que Atahualpa se enojó con
Perón por lo que fue el trato a los coyas luego de lo que se llamó “el malón
de la paz”, el año 46. Y se fue a vivir a Europa, donde triunfó… El 55, Perón
fue derrocado y terminó exiliado en España. Una noche, en los 60s, Perón fue
a ver un concierto de Atahualpa en el teatro Olimpia de París y tras la
ovación de cierre, fue a los camerinos y pidió saludarlo al viejo Ata. Dice
la historia o el mito, o las dos cosas juntas, que los dos viejos se
abrazaron y lloraron uno en brazos del otro, y se preguntaron por qué ambos
estaban tan lejos de lo que más querían…
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A raíz de un
viejo texto mío, Reminiscencias, del
2009
Foto: Coyas en Cafayate
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