Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Siempre las hubo. Joan Baez, Miriam Makeba, María Bethania, Violeta Parra... Pero, quizá a partir del gran éxito de los coros de mujeres búlgaras, a fines de los años ochenta, las vocalistas femeninas han crecido, tanto en música contemporánea, alternativa, como en étnica, que es la que me interesa mayormente.
A pesar de las diferencias culturales que pueden existir entre cantantes escocesas y brasileras, o una y sin fin comparaciones, parece que hay un espíritu conjunto, general, que aproxima sus músicas; algo como la certeza de compartir un espacio único e indivisible. Me animaría a decir que si es que va a haber cambios importantes en el nuevo milenio, serán las mujeres las que tengan el papel preponderante. El tiempo masculino se está acabando, felizmente.
Es hora de escuchar lo que ellas tienen que decir, y mejor hacerlo con música. Angelique Kidjo me dice más de Benin que cualquier fugaz reyezuelo armado. Mozambique se recicla en las voces de sus mujeres. No hay que olvidar que cuando la Triple Alianza destrozó al Paraguay, fueron ellas las que reconstruyeron el país; no habían quedado hombres. Y siempre me suenan las palabras de Belgrano sobre las mujeres de Cochabamba...
Ha aparecido un hito, colectivo, y son las mujeres cantando. Presten atención y verán que estoy en lo cierto. Tori Amos y otras hablan ahora de sexo oral y más como si fuesen hombres. Ya nada es privativo del macho; nunca debió serlo.
Unos nombres: Sophia Arvaniti, Grecia; Amina, Túnez; Riské, Haití; Jacqueline Farreyrol, de las Reunión, y tantas...
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Publicado en
Opinión (Cochabamba), 1996
Foto: Coro de mujeres búlgaras
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