Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Zamba. Una estación de noche. Catamarca es oscuridad de cerros y tamales redondos.
De la escalera del tren crece Catamarca; así la vería mi padre, hecha de quebrachos, con sol espinado y lagrimeado en las espinas. Amarillo.
A veces, en Cochabamba, en la chicha, salí y miré al sol de tal manera. Descansé entre los arbustos, oyendo a la tierra. En vano me protejo ahora en el distante cemento: el polvo del sur me extraña, quiere matarme y abrigarme. Es simple, en el futuro me sentaré con el compadre Rodolfo, y los dos dejaremos que la sombra de los eucaliptos crezca tanto sobre nosotros que de pronto estaremos en la oscuridad de la muerte, tranquilos, con dados, casi sin darnos cuenta.
1993
Publicado en SIGNO (La Paz), enero-abril, 1994
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