Parece que se resquebraja la "unidad monolítica de la revolución". A un plazo muy corto...
Cuando Alvaro García Linera, el vice-Inca, con gran modestia, dice que ya se aseguró un lugar en la historia, como los evangélicos se aseguran "casitas en el cielo" antes de asegurarse las de acá, se sospecha que las papas queman. Cómo no han de quemarse si hasta el palacio ya se quemó (bien lo dice su nombre). Y tan codiciado espacio en los libros y en la memoria del futuro se debe, según él, a haber logrado su propósito de poner un indígena en la presidencia.
Mucho no debe haber gustado al presidente Morales tal deuda; es demasiado grande para un individuo de su (in)extensa vanidad. Cómo pagar al vice entonces. Ahí está la pregunta que valdría para Hamlet. No es tan simple como la tanda de reyezuelos del MNR en su momento, que ya te toco a ti y ahora me toca a mí -como si de un juego se tratase-. Hoy son dos personalidades que si bien cupieron juntos en la silla, ahora, al engordar, ya no caben, y uno de los dos tiene que salir. ¿Quién? ¿El ideólogo o el carismático? Terrible duda si se suponía que Evo moriría en el trono convertido en amauta silencioso (imberbe, eso sí; allí no podría emular a Fidel) -ya esmirriado-, setentón u ochentón, luego de dictaminar sabiamente normas y leyes fundamentales para algarabía de la especie humana.
Largas son las ambiciones y triste el destino. Alvaro, que ya tiene un puesto en la posteridad, quiere ampliar su posición. Sus miras apuntan a la presidencia, pero sus decisiones están condicionadas por los "movimientos sociales", esa interesante abstracción de la no menos interesante coyuntura. ¿En qué quedamos? ¿Tendrá que permanecer en su cargo cuando ya la hidra de la arrogancia, la envidia, el rencor, todos elementos suficientes para un novelón, se han infiltrado en los salones de palacio? ¿Cuando pronto la intriga llegue hasta los aposentos celibales de uno y de otro y corroa cojines, sábanas, almohadas, utensilios de cuidado diario, talcos, esponjas y perfumes? Situación difícil, más difícil que asunto de estado si consideramos las circunstancias. Hay un rey y un delfín. Lo que deben aclarar entre ellos es quién es quién. El país necesita relajarse, acomodarse en la butaca de este gigantesco cinema de Bolivia y evaluar las posibilidades.
Quizá se dé en capítulos y deje al público expectante. ¿Qué hara después? ¿Cómo reaccionará el otro? Tal vez se dirima más al estilo griego que al mexicano, con mayor prontitud, y será tiempo de catalogar el evento entre sus dos únicas opciones: comedia o tragedia.
24/11/08
Publicado en Opinión (Cochabamba), 11/2008
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