Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Con impúdico ánimo lo primero que hice al encender el ordenador esta mañana fue observar si el bufón de Caracas se había ido a donde le corresponde. Por ahí va, transitando casi las fronteras del Purgatorio, sin entorchados, y finalizada su detestable soberbia. Desnudo, con los labios pegados a una cruz, execrado por una tradición revolucionaria atea que decía seguir. Debajo del comandante pervivió el monaguillo, y así se extingue. Es que la revolución es decoro todavía atractivo que esconde a divas, delincuentes, malvivientes, rateros. Cuando nos damos cuenta ya nos birlaron la billetera, la dignidad, la identificación, el país.
Con impúdico ánimo lo primero que hice al encender el ordenador esta mañana fue observar si el bufón de Caracas se había ido a donde le corresponde. Por ahí va, transitando casi las fronteras del Purgatorio, sin entorchados, y finalizada su detestable soberbia. Desnudo, con los labios pegados a una cruz, execrado por una tradición revolucionaria atea que decía seguir. Debajo del comandante pervivió el monaguillo, y así se extingue. Es que la revolución es decoro todavía atractivo que esconde a divas, delincuentes, malvivientes, rateros. Cuando nos damos cuenta ya nos birlaron la billetera, la dignidad, la identificación, el país.
Se espantarán de lo que digo, y creerán
que vivar el fin del sujeto emula el “viva la muerte” de Millán Astray. Se
equivocan. Cuando se habla del tiempo en que los minutos se acaban, el paso al
polvo que no al infinito, las viejas se persignan. “No hay que desearle mal a
nadie”, sugieren. ¿Por qué no? Si la muerte es bienvenida para alejar la
pesadilla de la eternidad, más aún para deshacerse de los que juegan a eternos.
¿Que eso tiene castigo? Que tenga y que venga, pero ahora será para otro.
Reloj, marca las horas –le cambiamos letra al bolero-, que tu tic tac es acicate en contra de tiranos y santos.
Bajamos la vista al sur. En la Gomorra
chapareña, para dar pábulo a conjeturas y certezas, el presidente de los
cocaleros “informa” a sus bases acerca de cómo marcha la expropiación de
Bolivia. En corrillos secretos lamentarán que no se pueda sembrar coca en las
alturas, por eso se concentran en las tierras bajas y analizan la mejor forma
de eliminar los rivales de su ilimitada y pervertida ambición. Así incluya
destruir el agro, la naturaleza, las etnias indígenas, lo que sea. Pero el toque
de Midas es más que una fábula, tiene mucho de premonición. Y el oro que
acumulan los gobernantes, la lascivia con la que anhelan conseguir más, tiene
su faceta oscura, aquella que de pronto ya no tendrán qué comer, porque el
dinero no se come, señores, el dinero devora.
Hay una extraña realidad muy nuestra, el
cuidarse de no hablar del que ostenta el mayor cargo, el presidente en este
caso. Remanentes de pongueaje mental, de espíritu de servidumbre. Pocos se
animan a involucrar a Morales en la flagrante corrupción que nos engulle,
cuando es tan obvio, haya estado o no con las manos en la masa, que el
responsable es él… y su segundo. Andan buscando chivos expiatorios en los
estamentos inferiores o medios, porque apenas suben un poco el cocalero sale en
defensa. Dice, único país el nuestro, que no hagan “llorar” a la Suxo.
Pobrecita, lagrimeará de miedo por lo mucho a perder, su parte de la piñata.
El dedo acusatorio debe ser firme y
concreto. El presidente y vicepresidente de los cocaleros son culpables, más
por acción que omisión, y como tales deberán en su momento responder ante la
ley. Nadie se libra; miren al otrora amo de Venezuela de rodillas,
arrastrándose en un calvario que podía haber evitado. Volvemos al toque de
Midas, una enfermedad de la que ninguno de estos individuos se libra. A unos
les toca el olvido; a otros la cárcel.
¿Qué se trae Evo Morales detrás de su
abominable obsesión por la carretera del TIPNIS? El adjetivo basta, lo describe
bien. Cuándo comprenderán los imbéciles que esta no es una fiesta en la que hay
que llevarse los regalos. La poca lectura que han tenido, o la supuesta mucha,
no les sirve. Deambulan alegres como cualquier carterista en bus atestado. Y
cuando se los descubre, actúan, juegan a estadistas y políticos y elucubran
salidas infantiles, tontas, como el llanto de la ministra y los “chicos malos”
de Chile. Miseria intelectual y humana. Ni asomo, ni pizca o fragmento de
grandeza. Uno creyera que recibiendo del voto un cargo oficial existiría algo
que los impulsase a lo imperecedero en torno a su legado. Tristemente
encontramos que no existe. Larga vida al pillaje y la estulticia. De
inteligentes nada. De avivados mucho.
Se termina la página. Hasta para columnas
de opinión hay plazos y límites. ¿Cuesta tanto entenderlo? Por ahora vayan
alistando los aksus negros, awayos de luto de Calcha, porque tenemos entierro.
31/12/12
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 01/01/2013
Imagen: Jane Hammond/The Funeral, 2009
"Deambulan alegres como cualquier carterista en bus atestado.." Me quedo con esa linda frase Claudio, tan amable como exacta para describir a tamaña peste dispersa en inexplicable y unísona maldición sobre el Caribe y casi todo lo q queda debajo. Q malas fuerzas dirigen semejante comparsa?? Un anciano -quizá ya momia- psicópata a quien la historia nunca absolverá, un pedofílico hacedor de guerrillas, un comandante de mentiritas y necrófilo llorón, un señorito histérico, una viuda boutique de fina moda e invaluable botox. Y las joyas locales: un homínido afecto a la alta costura y a los lujos capitalistas de primerísimo mundo compartiendo alcoba con un siniestro sociópata afecto a los mesiánicos discursos. La historia se repite a los ojos de quien bien la observa, dicen. Y yo solo repito: solo espero q tambien se repitan tan bellos y merecidos finales de anteriores esperpentos psiquiátricos q tanto daño hicieron en su tiempo y espacio. Que sus palabras sean premoniciones de sabio e implacable chamán, estimado Claudio, para q el individuo de marras no salga luego cantando q no estaba muerto, solo andaba de parranda en la mas bella y "exclusiva" Cuba.
ReplyDeleteSaludos cordiales!
Estuve buscando el original de esa bella canción, Achille, en youtube pero no pude encontrarla. Un clásico perdido. Hay otras versiones, incluso aquellas que la convierten en española, pero no la original que ni sé quién la cantaba. Muy bien puesta como final de este texto suyo de grandes verdades y temibles sospechas. Esperemos que no sea así y que nos venga el alivio de no contar ya con el megalómano aquel.
ReplyDeleteEl resto de la fauna... Creo que he sido repetitivo hasta el cansancio denunciando sus poses y su venal proceder. Es otro año, un simbolismo que muy posiblemente nos de nuevos panoramas. Saludos.
Ojalá pudiera ofrecerle los datos q le interesan acerca de esa canción, pero mi ignorancia al respecto si q es terrible. No sé ni si fué cumbia o merengue, pero el estribillo travieso aún suena en mi memoria, desde q un muy especial tono cumbiero rigió los festejos ochenteros en Cochabamba y quizá en el pais entero. Y si, es una lástima q no haya rastro alguno para refrescar agradablemente la memoria.
ReplyDeleteMas debo agradecerle el artículo, de pura cultura contagiosa. De Millán Astray llegué googleando hasta Unamuno y su corajudo "vencereis, pero no convencereis" tan vigente hoy como entonces, para hacer frente al fascismo y sus variantes más circenses, pero no menos brutas. Una vez mas, fué muy nutritiva ésta lectura. Gracias Claudio.
Ese es el placer de leer, sobre todo ahora que utilizando ese nuevo verbo que nos ha concedido la tecnología podemos ramificarnos hasta los orígenes de un texto y sus referencias. Gracias por la lectura, Achille, el comentario y el diálogo. Enriquecedores.
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