¿Qué dice el
sentido común cuando alguien que furibundo ha atacado a una región se echa
atrás y aparece danzando, y disfrazado, junto a aquellos a quienes denigraba?
¿Cambio de frente? No, simple derrota. Parecen no entenderlo.
A pesar de la
supuesta inamovilidad del gobierno, con trágicos visos de infinito, las cosas
cambian, tal vez no muy visibles, pero con una dinámica elocuente e
irrefrenable. No hay poder mágico que eternice a un régimen o a un líder. Ese
asunto radica sobre todo en el aspecto económico pero también en la calidad de
un pueblo que debe escoger entre ser valiente o cobarde para enfrentarlo o
aguantarlo.
Algunos de la
alta burguesía cruceña han aceptado esto último. Clara muestra de que sus
proyectos e intenciones son de tipo personal y sectario, desinteresados del
progreso regional, autonómico -no sedicioso como desean hacer creer-, y ávidos
de obtener beneficio según la curvatura de sus inmundas genuflexiones. Está
bien, el enemigo tiene que desenmascararse.
Quizá alguna vez
esta gente representó a un pueblo. Sus actitudes actuales borran tal
representación. Por supuesto que es más fácil someterse y lambisconear que
buscar salidas con proyecciones de futuro. Obliga a pensar que el espectro de
corrupción, el del dinero a montones, impunidad del narcotráfico, economía
oscura subyacente que mantiene el status quo, alcanzan a muchos (pero no a
todos). Una región como Santa Cruz, de potencial ilimitado si se lo maneja con
cordura y visión ambientalista, no necesita de eso para convertirse en foco de
desarrollo, como ya era, y productora de riqueza que pueda dividirse con mejor
equidad sin recurrir a destruir el entorno. El hecho de que una parte de su
empresariado opte por la opción destructiva, fascistoide, retrógrada y
ambiciosa de Evo Morales & Cia no puede resultar en la debacle general, a
no ser que no exista una base de pensamiento y acción para oponerse a la
oclocracia imperante. De ser así, requiescat in pace.
Lo que mueve a
estos dos individuos, tan dispares entre sí y sin embargo tan fraternos en su
codicia, presidente y vicepresidente, es ver que las bases fiesteras de pututus
y platillos, de perros degollados y violadores consuetudinarios no basta para
sostenerlos. El dinero secreto tampoco alcanza, porque Bolivia es solo
sirvienta del supremo cartel (la cocaína apenas deja un 5 por ciento en el
país). Hay que buscar algo sólido, un espacio que presente en concreto
posibilidades: Santa Cruz. Para ello se han puesto en campaña de ofertas que
desconocemos; luego, ya comprados los cabecillas “opositores”, demandarán, la
carretera del Tipnis en primer lugar, que machaca como obsesión la mente del
Exterminador de la Madre Tierra, que no puede dejar escapar tajada semejante.
Nada mejor que el
carnaval para mostrar la alegría de este nuevo matrimonio. Aquí no cuentan
regionalismos, etnicidad o ideología. Es un negocio a secas entre socios que desean
acumular más unos, los nuevos, y mantener sus beneficios los otros. Abyección,
cobardía, traición, doblez, características muy nuestras, lacras del espíritu
boliviano que impiden ir adelante. Quizá, y como decía Roque Dalton de Miguel
Mármol, refiriéndose a El Salvador, en Bolivia la revolución (la verdadera de
riqueza y bienestar colectivo, no de monarquías eternas y absolutistas de
marxistas travestis) es cuestión de huevos.
Le toca a Santa
Cruz decidir, escoger. Ser apéndice infecto de una pústula o apostar por el
trabajo. El camino que tomen los poderosos no tiene por qué ser el del resto.
Llega el momento de reconocer quién es quién y de descalificar a cualquiera. La
región se juega la vida. La disyuntiva de Francisco Pizarro en la Isla del
Gallo: allá a ser ricos, acullá a ser pobres. El asunto tiene tal importancia
que no se puede dejar en manos de pocos. La balanza palpita entre pretérito y
futuro. A dónde se incline tendrá peso de décadas y generaciones.
11/02/13
Publicado en El Día
(Santa Cruz de la Sierra), 13/02/2013
Imagen: Honoré Daumier
Imagen: Honoré Daumier
Siempre admirable su coraje, Claudio, para decir las cosas como son, para señalar a los canallas d sinuoso discurso. Y asusta mucho constatar q en Bolivia cualquiera tiene un precio.. Incendiarios o autonomistas ayer, y al dia siguiente odaliscas consentidas en palcos oficiales d carnaval. El honor hace mucho q hizo maletas en estos pagos, diria algún chapaco alzao..
ReplyDeleteMis respetos y saludos cordiales, estimado Claudio!
Gracias, Achille. Creo que hay que decirlo, y publicarlo. No sé cuánto bien haga, ni si les importe, pero debe existir constancia de que no todos tenemos precio, y que hagan lo que hagan los delincuentes de turno, los vamos a desenmascarar. Seguro que me gano enemigos día a día pero no hay otra forma. Lo de Santa Cruz me parece inadmisble. Es una pésima lectura la suya, o una descarada ambición. Saludos.
ReplyDelete"Debe existir constancia d q no todos tenemos precio...."' Hace mucho bien diciendo y publicando Claudio, porque debemos creer q a pesar de tanta infamia nativa, comprada o espontánea, siempre habrán otros espíritus rebeldes. Ya el preclaro Emiliano Zapata dejó riquísima constancia de rebelde palabra y consecuente acción. Bien vale la pena honrar a su manera, ejemplos semejantes. Y piratearé sus dignas palabras Claudio, para graffitear e incendiar d verbos algunos callados muros. Abrazos.
ReplyDeleteFavor que me haces, Achille; con el hecho de que al menos haya un lector que se interese por lo dicho, ya se ha logrado un mundo.
ReplyDeleteBien rememorar a Zapata, que con palabra y acción defendió lo que pensaba. Y tantos otros. Abrazos y gracias.