Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
En la juventud no
había otra opción lógica, y honesta, que pertenecer a la izquierda. Nací el 60,
y desde el 64 hasta el 80, todo mi tiempo de formación, viví bajo dictadura
militar. Por eso, cuando la bandera rojinegra del sandinismo entró en Managua,
festejé como si de mí y de mi tierra se tratasen. Un ejemplo, de cientos.
Eludí, y no me
reprocho, ser títere de facciones. Ser “orgánico”, como se decía entonces, no
formó parte de mis creencias. Detesto las estructuras verticales; acepto las
del trabajo por necesidad, pero ese es tema aparte. Saqué a mis padres el
orgullo de la individualidad, y lo que me contaban, siendo niño y adolescente,
nunca cayó en saco roto. Lo procesé, aprendí, y definí mis propias
conclusiones. Recuerdo el relato de papá, que apenas había conseguido un puesto
luego de la Revolución Nacional, como funcionario público, a quien cada vez que
se anunciaba una asonada falangista, u otros asuntos de ficción o realidad,
sacaban de cama, le daban un fusil y conminaban a defender el “proceso”. De
inmediato, perspicacia e inteligencia le anunciaron de qué se trataba. Eso de
convertir al individuo en colectivo, en recua, no iba con él. Devolvió el
fusil, les dijo que fuesen a tomar por culo, y renunció. Más vale la angustia
de sobrevivir con modestia que la caricia de un amo.
Hoy, en Bolivia,
dicen que la izquierda, el pueblo, están en el poder. De ser verdad vamos mal.
Porque los feudos que se han contagiado en América Latina, cuyo origen se funda
en la dinastía Castro, desmienten lo que leí en los libros. Aunque bien
anunciaba Bakunin, más de cien años atrás, que con el triunfo de las ideas de
Marx sobrevendría esto. Desarreglado, indisciplinado y caprichoso, el ácrata de
Premujino tenía una profunda visión que soslayaba el espejismo. No se equivocó:
en la cuna del marxismo duerme un monstruo totalitario. Claro que de ahí a
llamar marxistas al cocalero y su consorte hay distancia mayor a un abismo. Las
bandas cocaleras y demás manadas de mulos serían, en un gobierno comunista,
material de primera para el paredón. No alcanzarían las balas.
Mencioné al
sandinismo. Gocé, no me avergüenza, del asesinato de Somoza padre, Tacho, en
las páginas de Sergio Ramírez. Fue feriado cuando un bazooka hizo volar a
Tachito en Paraguay. Recorté esa noticia de primera página y aún duerme en mis
archivos. Ahora resulta que el comandante sietemesino, Daniel Ortega, desea
reavivar el dinástico escenario de aquellos malandrines. Me pregunto si de algo
sirvieron las sangres, el inconmensurable dolor de Nicaragua, para que un
corrupto y fantasmal “héroe” se encarame en provecho propio sobre las osamentas
de los ingenuos y las víctimas. Si alguna vez la palabra izquierda significó
progreso, liberación, paz, igualdad, hoy modela justamente lo contrario.
Observo a los delegados
de las FARC en La Habana, el ciego y sus congéneres, el otro embelesado con las
Harley Davidson, la gringa que cree que con nalgas se alcanza el paraíso
social… y me digo que de triunfar y entrar en el proceso político colombiano,
los individuos mencionados iniciarán otra carrera monárquica. Se repartirán el
poder de reyes y príncipes entre ellos y mandarán los muertos al carajo. A eso
se reduce la izquierda latinoamericana, a hábil sociedad de pillos. ¿Que lo que
digo me pone en convivencia con Uribe? De ninguna manera.
Alguien ya lo
escribió, que quien peor mal hizo a la izquierda fue Hugo Chávez, el pajarón
desquiciado y ratero del cual el azar nos liberó. Ni hablar de Morales y GL (en
iniciales porque este comediante parece salido de un “soap opera”
norteamericano, léase Dallas, Dinastía, etc.). El
término es obsoleto; lo abrumó y enterró la mentira. Hay que desecharlo del
lenguaje político porque después de estos carece de sentido. Tal vez así
podamos inventar uno nuevo, barriendo la mugre. Demasiado cansancio de
apóstoles, hastío de profetas.
11/11/13
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Publicado en El
Día (Santa Cruz de la Sierra), 12/11/2013
Imagen: El
Lissitzky/Tributo a Lenin, 1920
Quinceañero quizá, y encontrando un compendio del socialismo d Marx y Engels entre unos viejos y pesados baúles d mi padre, intenté (siguiendo los escuchados mitos), empaparme d esa mítica "sabiduría" marxista. Nausea fue lo único q encontré en las pocas líneas y parrafadas absurdas e incomprensibles q apenas alcancé a leer. Me lavé las manos y huí despavorido lejos d aquellos utópicos disparates d muy bíblicas fantasías y rebuscadas elucubraciones. "Esto apesta. Huye!", me dijo mi sensato sistema inmune. Y aún le doy gracias.
ReplyDeleteAhora, igual q ayer, el concepto místico (d alta, no.. altísima y privativa intelectualidad "izquierdista") todavía perdura en torno a las inservibles deyecciones d Marx y Cia..: Solo una "favorecida elite" intelectual se ufana d comprender y a menudo citar como cotorras -tal y como hace siempre oronda, la "leída" concubina del cocalero- la invaluable "esencia" del marxismo. Es para llorar. Es q todo lo q pregona, pertenece y ha engendrado el "izquierdismo" es simplemente abominable. Y vuelvo al che, como cabal ejemplo en el q decantaron todos las abominaciones anotadas: Mito, fanatismo d inmenso borrego, delirante paranoia y claro, verticalidad e infinita insania. El izquierdismo es un absurdo en su misma esencia: profesa un idílico y justo humano mundo (poblado por alimañas humanas envidiosas, angurrientas, salvajes, etc) en el que la igualdad y la felicidad eterna se promete posible.. Y d q manera? Pues por obra y gracia d lo mas "selecto" y "puro" de esas mismas ya conocidas alimañas. Resultado obvio: Podredumbre y verticalidad pura y dura. Un macabro oxímoron d nacimiento, como el ingenuo "paraíso socialista" q dicen es Cuba. En fin, larga tela hay para cortar al respecto. Y yo solo, a las -desapasionadas- pruebas me remito. Y esas pruebas milenarias ya nos han confirmado demasiado bien, la irremediable calaña q lucimos como especie y tb q no hay profeta q logre paraísos (individuales) con besitos y abracitos. Dictadores, balnearios exclusivos, dinastías d hampones, loquitos redentores e infiernos colectivos; eso sí hay, y habrá eternamente. Solo queda honrar a los insumisos, transmitiendo aquello mismo q bien enseñó el corajudo patriarca. Urge sí, "barrer la mugre", pero por izquierda y derecha, pues al final son nomás lo mismo.
Abrazos, con todo respeto, estimado Claudio, y disculpas por la -de nuevo- emocionada parrafada.
Hilarante fue la justificación aquella de los capos de las FARC gozando a panza descubierta en el yate cubano. Unos vulgares asesinos y narcos siendo tratados como reyes es un insulto al sentido común. Cuántos muertos se habrán cargado en casi medio siglo de pillaje y otras atrocidades. Por otro lado, la izquierda de hoy suena nauseabunda, nada que ver con aquellos ideales de décadas pasadas, en franca lucha contra las dictaduras buscando siquiera algo de libertad y democracia. Paradójicamente, hoy, estos izquierdosos que se dicen herederos de esas luchas, actúan como émulos de dictadorzuelos, despilfarrando de paso los fondos públicos para envanecerse y llenarse los bolsillos mientras proclaman que el capitalismo es más malo que la cicuta. El catálogo es abrumador. Pobre continente, pasará bastante tiempo antes de librarse de esta pesadilla, mucho me temo que será nuestro país uno de los últimos, como ocurrió con la independencia. Saludos.
ReplyDeleteAchille, como siempre disfruto de esas parrafadas que llamas y que son para una antología del sarcasmo, la única arma que queda, por ahora, contra la burda pantomima de la robolución. Al menos con palabras, por ahora, a darles garrote vil, que lo merecen.
ReplyDeleteY, José, nada más cierto que quizá seamos los últimos. A nosotros no nos cabe esa cita bíblica de "los últimos serán los primeros", porque siempre estamos atrás. Habría que preguntarse por qué fuimos los últimos en independizarnos. Qué factores sociológicos, geográficos, étnicos... jugaron allí. Posiblemente no nos gustarán las respuestas. Saludos.