El pasado 12 de octubre se presentó en la Feria del Libro de La Paz , “Crónicas de perro andante” escrito por Roberto Navía Gabriel, premio Ortega y Gasset 2007 en Periodismo y Claudio Ferrufino Coqueugniot, premio Casa de las Américas de novela 2009 y premio Nacional de Novela en 2011.
Cuando tuve el libro de los escritores andantes recordé que en algún momento había escuchado decir que el periodista escribe lo que debe y calla mucho de lo que sabe y entonces me picó la curiosidad por explorar en las 288 páginas los misterios que encerraba.
Al pasar sus páginas encontré crónicas a contrapunto entre el periodista y el novelista en 42 textos de la historia reciente acerca de lo cotidiano e insólito, lo extraño y oscuro que palparon los autores del libro en ambos lados de nuestra luna. Más en ese lugar oscuro, poblado de fantasmas e indeseables, o el hoyo negro a donde han caído personas insospechadas.
¿Quién no conoce la historia de Chito Valle, la maraña que oculta el negocio de la coca o el destino incierto de los inmigrantes en Argentina y Brasil? Conocemos la periferia de los hechos, sólo vemos el rostro de la barbarie, no hemos tocado sus entrañas. El libro invita a releer esa realidad, a fijar la vista y conciencia en los que a pesar de la desgracia siguen o desean seguir adelante.
La crónica “El periodismo necesita un médico” es una reflexión sobre la necesidad de corregir los errores del periodismo, ante la inminente pérdida de interés en el diario impreso en relación a la televisión y redes sociales de comunicación, que se adelantan a la publicación de la noticia. El libro rescata el oficio del periodista desde la trinchera y al mismo tiempo escribe la historia de Bolivia en la era tecnológica, pero de involución humana.
Así lo comprobamos cuando leemos los tres breves relatos de “El gusto de invadir territorios” en un retorno constante a las aberraciones del pasado con las argucias de un político y la insistencia de un infeliz a sentar presencia en la frontera con el Paraguay, a pesar de los demonios naturales que le quitan el agua, o las incursiones nocturnas procedentes del país vecino que matan sus reses a tiros.
El título del libro responde a la actividad profesional de Roberto Navía que viaja continuamente arriesgando el pellejo, pero con el ánimo del sabueso en busca de la historia con final feliz o aquella que encierra una ciudad oculta, donde aparentemente no pasa nada, aunque todos se jueguen cada día “la última carta de sobrevivencia”. El libro, sin embargo, se complementa con las historias de la experiencia del novelista trotamundo Claudio Ferrufino. Ambos recrean la realidad que les ha tocado vivir desde puntos de vista diversos y con un estilo muy personal.
Los dos hicieron un “duetto” de antología. Nos impresionan, nos sacuden y a veces nos llenan de furia porque van desenredando el hilo de los hechos y lo tensan gradualmente hasta crisparnos los nervios como sucede en “La ciudad oculta”, “La ciudad de la furia”, “Los ángeles de la guarda” y “El cuervo Jalisco”, por citar algunas.
Roberto Navía y Claudio Ferrufino recogen testimonios de primera mano, pero a su vez, interpretan los hechos con ojos del profesional de la palabra, y finalmente nos cuentan de la única manera que saben hacerlo, con talento. Cada crónica, una tras otra, es una prueba del acertado camino que están siguiendo, de un tiempo a esta parte, los escritores de Bolivia.
_____
Publicado en Literatura boliviana en vitrina (España), 10/2013
No comments:
Post a Comment