Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Nada mejor para comprender el carácter multicultural de Norteamérica que conocer a sus héroes.
Enfrente de la Casa Blanca hay una plaza. En cada uno de sus cuatro bordes se levanta un monumento en memoria de los grandes de la independencia norteamericana. Pero estos cuatro hombres de hierro, tiesos, son todos extranjeros: Tadeusz Kosciuszko, polaco; el conde de Rochambeau, jefe de la fuerza expedicionaria francesa; Wilhelm von Steuben, prusiano, organizador del ejército patriota; el conde de Grasse, militar naval francés que fue decisivo en el sitio de Yorktown.
Una nación que en el centro mismo de su capital conmemora así a los extranjeros, tiene que ser la síntesis del mundo, producto y refugio a la vez de las inmigraciones.
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Publicado en
Opinión (Cochabamba), 10/01/1992
Fotografía: Monumento a Kosciuszko en Lafayette Park, Washington, D.C.
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