Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Una torre ha perforado las pupilas de Franz Kafka. Aguja que sale de la oscuridad de abajo, lanzándose iracunda contra la negra mirada del judío.
Pero él no está ciego. De su visión rota caen lágrimas. Una a una, levantan nuevas casas. Donde antes solo existía la torre, la que lo atraviesa, se alzan las calles de una ciudad dormida. Es el líquido de los ojos de Kafka el que construye. Su mirada que en el vacío eleva las paredes.
Donde dormía el silencio, la pesarosa inexistencia, el albañil, Kafka, ha edificado la ciudad. Y de sus labios viene el nombre de Praga.
Ahora hay cientos de torres y los ojos de Franz, sus pupilas, se agrandan inmensos hasta hacerse noche.
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De VIRGINIANOS (Los Amigos del Libro, Cochabamba, 1991)
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