Claudio Ferrufino-Coqueugniot
En Big Sur, California, flotan los desnudos fantasmas del autor. La pared lleva fotografías de hijos y mujeres. Anaïs, que era la más bella; Brenda Venus de senos grandes, inalcanzables en esta vejez de ochenta años.
Henry Miller recuerda. Está triste. Sus cuerpos carnosos y húmedos se pudren, o son polvo ya. Tumbas reemplazan a las jadeantes piernas.
Aire seco. Hierve un café. Miller llama a la amiga, excitado, le cuenta de su "pequeña erección". Placer de memoria, feble e infatigable. Ánimos que no desean morir; ojos aferrados al sudor. La mente es un arcón lleno de mujeres, de calzones azules con lunares. Pero en la soledad de las sillas se balancean los años.
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 26/02/1992
Qué joyita de texto, hermano.
ReplyDeleteGracias, Corven.
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