Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Panamá la nueva.
Sigue la ambición
azotando estas costas. Igual a cuando Nicuesa lo hacía, o Balboa hollaba lo
desconocido con jaurías de perros devoradores de indios que sabían del pecar
nefando. Poderosos ambos, y desdichados.
No creo poder
hablar de desdicha entre el grupo de privilegiados del mal facsímil de
izquierda que acaba de sentarse y retirarse de la pomposamente llamada Cumbre
de Panamá. El local, nuestro indio al que no devoraron los perros (España fue
muy esporádica, poco firme, bastante confusa en su extendida conquista),
retornó con escaso plumaje autóctono, con mucho no diré garbo pero sí soberbia,
con pelotas de fútbol y circo a cuestas. Se supone que detrás suyo, y del resto
de dignatarios (jugarretas de la lengua que califica de digna la deshonra),
existe una plataforma ideológica, un accionar político que no se vio.
Aspavientos. El empalagoso Correa, presidente de Ecuador, con más de lo mismo;
la ratera argentina queriendo dictar cátedra de historia; Morales con cháchara
insulsa, entre folklórica e indigesta; amén de la atávica estupidez de la
derecha también representada. Gasto para deleite de poderosos, sin beneficio de
pobres.
La delegación
boliviana aterrizó dando candela a periodistas que disputaban por ver al falso
profeta de América. Candela en forma de bastones eléctricos para mantenerlos a
raya. Dicen que trajo una cohorte de notables andinos. Cuando John Reed vio por
primera vez a Francisco Villa exclamó: ¡napoleónico! Esto de Panamá era
rabelesiano. Grosero conjunto que semejaba una corte de milagros, pero con
individuos de poderosas cuentas en bancos suizos. Emboscados, camuflados. ¿Es
esto revolución? ¿Por esto elucubró el rencoroso judío de Tréveris y se asoció
el señorito Engels? Hoy día todo es posible, y esa vieja palabra ha pasado a
formar parte del léxico comercial.
Nicolás Maduro,
mandamás venezolano, echó un esputo con ánimo de discurso. Quiso ser sagaz, fino,
contundente. Le faltó tino y carece de seso. Balbuceó lugares comunes de lucha
antiimperialista, enumerando generalidades que parecían venir del manual de las
venas abiertas… Arrojó los nombres de Hendrix y de Clapton, haciendo
norteamericano a este último, deseando mostrarse moderno y abierto al diálogo.
Imitó la antediluviana (y sin embargo hermosa) guitarra del divino negro. Acotó
Vietnam para ponerse en época y fracasó. Otra tentativa que aúna al esfuerzo
bolivariano por ganar el récord mundial de estupidez según la franquicia del
mico que lo precedió, ya bien fallecido.
Al fin se ofrecía
el plato fuerte: un dulzón Obama, tenue y vaporoso, desesperado del legado
histórico antes que de la realidad, y el senil menor hermano Castro, de la
dinastía eterna, preguntando a cada rato por fechas y por la venia del canciller
cubano que parece ser su voz y su memoria. Otra anecdótica, sino fuese por
sangrienta, etapa del revolucionismo acorde a las caudillos, el evangelio de
los santos armados.
Estados Unidos
quiere vender, y hasta hay un juego casi inteligente de romper el espinazo de
los ladrones del sur meneándole la cola al maestro. Cuba, no, los Castro,
siempre ofreciéndose al mejor postor a mano. No olvidemos que Raúl fue quien
sacó la pistola amenazando al Che en una secreta reunión antes de que se
enfrascara Guevara en su martirologio personal, supuestamente porque al
argentino le parecía mal prostituirse ante los rusos. Emigró, entonces, hacia
la muerte. Eso, o la vergüenza.
Panamá la vieja.
Pasó el vendaval.
Como España, Bastidas, Ojeda, lista de nombres asociados al oro y al desastre.
Otros, contemporáneos, Noriega, también. ¿Qué queda de Panamá? Quiso ser otro
Congreso Anfictiónico pero en lugar de héroes llegaron contrabandistas, en
lugar de pensadores, pajpakus.
Hablan de otra
era, nueva época. Detrás queda la que en verdad fue la década vencida, la
revolución mutilada.
13/04/15
_____
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 14/04/2015
Imagen: Hendrick Goltzius/Baco, c. 1589-90
Pasó el vendaval de Panamá, y es como si nada relevante hubiese ocurrido. Rimbombante hojarasca de egos quebradizos solventada por los trabajadores de América, los únicos que realmente sudan la gota gorda.
ReplyDeleteValioso texto, querido amigo. Un gran abrazo.
Los únicos y los útiles para toda esta gente subida a la gloria y al despilfarro sobre sus hombros. Abrazos.
DeleteThis comment has been removed by the author.
Delete