Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Los poetas hombres no llevan anteojos en la taberna. No hablan demasiado. Hoscos, al principio, se sueltan y sus voces son como oro. Sin experiencia el hombre no es nada; es bueno para el café.
El bar tiene dos partes: una adentro en la que beben escritores y oscuros sin nombre, y la otra, colorida, afuera, donde están mujeres de piernas leves.
Loura se llama la camarera. Rubia, de Alabama y veinte años, es mejor que Marilyn. Y ella, Marilyn, en mural, sonríe con sus lunares, dos cuadras abajo.
Jarros de cerveza. La música en el aire. Alguien canta Born to be wild.
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 03/01/1992
Foto: Mural de Marilyn Monroe (1981), esquina de Calvert y Connecticut, Washington DC.
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