Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Morales tiene la
vanidad de Pablo Escobar pero no tiene su poder de fuego, o los cojones para
emplearlo. Bolivia no es Colombia, por supuesto, y ese es punto válido de diversas
interpretaciones. En Bolivia ni los asesinos se toman en serio. Siempre hay una
almohadilla, un cojín, que frena el choque y que, a pesar de cualquier
tragedia, no le quita a la vida esa sensación de juego de traviesos. A los
sociólogos vendrá la labor de explicar por qué. Existe; hasta en los
abominables linchamientos que relata Roberto Navia en Tribus de la Inquisición queda un espacio de epifanía para los linchadores,
el momento en que las calaveras de las víctimas, para peor guardadas en la comisaría
local, son objeto de devoción. De lo que fueran, criminales prejuzgados sin
posibilidad de inocencia, pasan a ser santitos a los que los asesinos les piden
dádivas y socorros. En suma, no pasó nada, todo está bien, el horror ha dado
espacio a un vaho de bondad y luz de santería…
Extraña
introducción para un tema político como la eternidad gobernante de Evo Morales
o su caída estrepitosa (no tan estrepitosa en Bolivia, por lo dicho,
exceptuando quizá la muerte de Gualberto Villarroel el 46). Sin embargo hay
relación. Si se observa al detalle cómo se maneja el poder en este país veremos
que nunca se ha despojado de esa sonrisita que asoma ante la travesura. Antes que
presidente, Evo Morales es niño caprichoso que hace de todo y esconde la mano,
que llora y que sufre de ataques cuasi epilépticos hasta conseguir lo ansiado.
Antes que presidente es futbolista, el amigo de la pichanga que pospone
decisiones vitales para echarse un jueguito. Que él siempre sea capitán, goleador, “rodilleador”, no importa.
Lo que prima está en el ambiente de fiesta.
Evo el
trompetista, antes que el estadista. Excepto, lógico, cuando lo disfrazan de
puta medieval para darle los doctorados honoris causa supongo que a cambio de
un suculento fajo de billetes. Veleidades de ricos…
Linerita me hace
dudar. Habrá leído a los clásicos marxistas pero no aprendió, y poco se asoma a Marx cuando rebuzna que las
mujeres tienen que casarse antes de tener hijos, con un discurso acerca de
“pruebitas de amor” que refleja esa idiosincrasia “traviesa” del boliviano, que
no es capaz de decir nada “en serio” mientras, al mismo tiempo, veja el derecho femenino y considera
al espectador como deficiente mental al que hay que referirse en
términos infantiles. A qué jugamos, señor, a marxista confeso (que tampoco es
garantía de nada) o a monaguillo que besa las manos del prelado. No hay mejor
tuerto en país de ciegos que el susodicho, y el Otro…
Estamos blindados
como tanque alemán, dicen, y su Eminencia plurinacional se pasea por tierras
bárbaras de Alemania impecable y vestidito con aburrido traje hibridado entre
indígena y gran señor. Pero el pastel de América del Sur va deshaciéndose para
los socialistas de cuño en culo que gobernaron una década. Tendrá su efecto en
Bolivia, a pesar de que se regale tierras vírgenes y tierras indias al hambriento
vampiro del petróleo y se sacrifique el futuro a los demonios de coca-cocaína
que mandan la plurinación.
De ahí, de esa
influencia del desmoronamiento de sus compinches, sale este último viaje del Monseñor
Morales, a quien aplaudieron en Berlín tontos alemanes que olvidan que la
soberbia del “indito” presidente tiene implicaciones hitlerianas. El viaje
proviene del temor a perder las gangas para sí y para repartir migajas entre
míseros acólitos y facinerosos de toda laya. Ofrecer Bolivia, como sea, para
mantenerse en la silla.
Se puede salvar
un tiempo pero el fin vendrá. Ya hay que comenzar a preguntarse (Carlos Mesa ya
lo hizo y se prepara) qué viene después. No puede otra vez ser el reemplazo de dos
rateros por otros. Libres del cáncer, hay pasos a seguir para prevenirlo de
nuevo.
09/11/15
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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 10/11/2015
"Después de mí, el diluvio", es la idea que están propagando Linera y los demás acólitos, sin duda preocupados de que se les está acabando la fiesta, y justificado plenamente por los ejemplos de Argentina y Venezuela. Pero el papel cobarde de los intelectuales y otros leídos tampoco da motivos para albergar esperanzas, ya que casi todos se amparan en la supuesta estabilidad política y económica que encarna el caudillo. Tal como conocemos a nuestra gente, mucho me temo, que de haber cambio de gobierno (si se impone el No del referendo), los masistas y sus aliados sindicales querrán volver a cualquier costo, no importa si incendiando el país y paralizándolo hasta la asfixia. No parece haber remedio a corto plazo. Saludos.
ReplyDeleteNuestro drama. Cualquier prepotente tiene ventaja en un país de lacayos. Los intelectuales balarán a izquierda o derecha según sople el viento. No hay ni que contar con ellos. Mesa es un ejemplo, el peor. Saludos.
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