Claudio Ferrufino-Coqueugniot
¿Es este sudor caído de las espaldas el trópico? Agua que viene de adentro. He vuelto a hallar en Horacio Quiroga los relatos de calor de mi hermano Armando. El dominio de los insectos, de los animales reptantes.
Y siempre el líquido que pugna por salir de nosotros, como una expiación.
Armando había pasado parte de esa noche jugando a las cartas. En la choza chapareña, las monedas se refugiaban en los brazos. Se levantó y salió afuera, de ferviente humedad y luciérnagas. Se detuvo, aspirando el silencio del monte. En sus ojos estarían la noche y las luciérnagas. Pero en sus verdaderas pupilas habría Irma dormida y los hijos que respiran oscuridades sanas.
Caminó por sobre las veredas de madera. Su barraca estaba cerca. Pero algo vertical se irguió delante suyo, erecto y verde, un árbol alucinatorio, una serpiente. Y la serpiente habló con Armando y él le dijo de sus hijos, de Diego y de Armando. Dijo bello y el reptil se retiró, emocionado. Desde ese trópico en que hay fantástico, Armando ha dejado de ser el mismo; es mejor...
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Publicado en Opinión (Cochabamba), 06/02/2016
Publicado en VIRGINIANOS (Los Amigos del Libro, Cochabamba, 1991)
Imagen: Amphisbaena, de un bestiario medieval
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