Me acaban de
informar que han de deportar a un amigo boliviano que intentaba volver a los
Estados Unidos a modo de ahorrar algún dinero para llevárselo de vuelta.
Trabajarlo, entiéndanlo, porque acá nunca nos han dado limosna. Lo cobraron, y
bien caro, con nuestra fuerza, juventud, inventiva, todo lo que se puede exprimir
de un individuo. Nada fue gratis y sí, uno debe y aprende siempre a y del lugar
donde esté. Pero eso no nos da pertenencia. No hablo, ni por asomo, de
nacionalismo o algo similar, pero en circunstancias como las actuales se
recuerda y piensa qué somos en realidad.
En la maleta él traía
cosillas, aromas de casa, de tierra, efluvios de molles que ya no están. Se
quedaría conmigo, haciendo de este sitio su centro de operaciones para burlar
el sistema, cómo si se pudiera burlarlo. Esta sociedad acepta lo que necesita
soslayando las más de las veces la legalidad. El monstruo come, devora sin
hacerle ascos a la comida ni a la sazón. Burlar el sistema… es hasta petulante
decirlo, Te usarán hasta que no sirvas; ya ni para reciclar. Desechos humanos y
unas pocas historias de triunfo, a mucha costa.
El televisor
encendido detrás trae rebuznos republicanos. Momento de gloria para Donald
Trump cuyo peluquín determina y explica la liviandad, rudeza y malicia de un
discurso que obvia a los otros. De triunfar, se asentará sobre una estructura
endeble que en su caída revolverá el polvo largamente escondido en el país. Los
fantasmas de los derechos civiles resurgirán con violencia. Los ya 8 policías
muertos dan el preámbulo de una nueva época donde las etnias tendrán que envolverse
en sí mismas para presentar un círculo protector en apariencia sólido.
En 25 años no he
contemplado jamás el abierto racismo que trajo el fantoche este. Cuando una
nación olvida el aporte de sus ramas menores ha perdido su alma, que poca quedaba
ya en un país de mínimo pretérito, sin raíces profundas como tiene el
despreciado México o la Bolivia india, lo que hace a estos últimos susceptibles
de sobrevivir a los peores embates de la historia.
Digresiones
acerca de un hecho doloroso, la ida de alguien cercano que no pudo acercarse,
que se quedó en los bordes armados. Le permitieron una llamada en donde me
explicó lo que pasaba. Dos horas en el aeropuerto sin noticia me hicieron
sospechar lo peor. Dijo que al menos le tocó un oficial amable, lo que es cosa
rara tratándose de Miami en donde una cáfila de maleantes con insignia, latinos
tantos de ellos, ejercen el despotismo ilimitado de quien es basura.
Algo se quiebra,
las décadas parecen temblar como florcitas masacradas en invierno. Mientras uno
crecía con los hijos todo albergaba un dejo esperanzador. Otra cosa ahora
cuando la independencia alejó a estos vástagos y nos dejó con lo poco que queda
de atrás, de bien atrás, cuando esto no cabía ni en el asomo juvenil de la
aventura.
Los vecinos armenios
de arriba están en silencio. Sus ropas cuelgan a secar en el balcón. Acaban de
llegar del infierno asiático y se sentirán felices, salvos. A veces no hay
opción. Pero para los que no fuimos obligados, los que nos alejamos de voluntad
propia, el pasado continúa presente y la constante interrelación con los de
allá mantiene viva la tea de Murillo.
Tal vez es tiempo
de deportarse voluntariamente, hacer el camino de retorno a fuerza de cojones.
Al menos, dijo la esposa del hombre que aguarda esposado el avión, aquí en
nuestro lote están dando las chirimoyas.
18/07/16
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 19/07/2016
Rediós
ReplyDeleteQuería que lo leyeras tú, Miguel. Abrazos.
Delete¡Qué pena! y qué bien escrito. El momento actual: manifestaciones de repudio, policías muertos y campaña republicana no favorece.
ReplyDeleteTriste. Gracias.
DeleteQué terrible que la mayor democracia del mundo esté entrando a una espiral oscurantista y medieval con ese discurso del odio y rechazo al Otro, exacerbado por el Frankestein de pelo de muñeco, como lo definió un periodista argentino. He leído que sigue subiendo su popularidad en las encuestas, a contracorriente de lo que deberia señalar el sentido común y la racionalidad. Sin embargo, la amenaza de que el bufón se corone suena real y hasta pesadillesca. Algo se ha fracturado en el tejido social, o el socorrido melting pot -como base de la prosperidad norteamericana- era solo una quimera, una enunciación académica y nada más. Escalofriante vivir en una sociedad de cowboys desatados que en cualquier momento sacan la metralleta en cines o centros comerciales, con policias que te disparan a matar por simples infracciones de tránsito y otros imprevisibles episodios de violencia. Parece una ruleta rusa. Saludos.
ReplyDeleteNo sé si viste, José, esos "civiles" vestidos de militares en las calles de Cleveland. Ohio permite que andes, con permiso, en la calle armado. Estos tipos tenían lentes oscuros y fusiles de guerra, esos que usan en los atentados. El supuesto "derecho" a portar armas es un abuso contra aquellos que no lo hacen. Imagínate encontrarte en el camino con este grupo de tipos listos a matar cualquier cosa que se mueva; los lleva el pánico, que no concuerda con su aire de matonaje. Veremos, pero esa imagen hitleriana de judíos siendo atacados en sus casas, tiendas, en público, parece estar acercándose a esta América que vivía una mentira. ¡Pobre Dr. King! Saludos.
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