El Poopó se ha
secado. Los escasos miembros de los urus viven atormentados por sus poderosos
vecinos aymaras. La quinua que se produce, la buena, no es más para los niños;
se va afuera, a las mesas gourmets de acomodadas capitales del mundo. No hay
servicios públicos, solo sequía, polvo, mugre, llamas que se sacrifican de
cuando en cuando (sus estómagos parecen inflados globos de feria a la
intemperie). Leo a Nathan Wachtel, erudito francés de esta región olvidada de
Bolivia. Sé que en esa planicie yerma y aburrida anida la pobreza, como sé
también que gracias a la fraudulenta filosofía cultural de la coca, el
narcotráfico y el contrabando se enseñorean por ahí.
En ese lugar, en
Orinoca, en el polvo, se ha levantado un edificio millonario, museo en
apariencia porque de lo que se trata es de entronizar en el mundo de los seres
maravillosos, mágicos, al sátrapa boliviano Evo Morales Ayma, felón común con
indulgencias concedidas por él mismo. El monstruo de concreto y
seudomitológicas imágenes no tiene otro fin. Para ello contrató personalidades
del arte y la intelectualidad que supuestamente le dieron espaldarazo
ideológico al asunto. No existe asomo de materializar la indianidad ni nada por
el estilo, así se expongan cosas relacionadas con nuestro ancestro bastante
bastardizado. La idea está en eternizarlo, aunque no tiene, ni lo tendrá,
atisbo de gloria eterna en su llano transcurrir por el corrupto mundo.
El espectro del
lago desmitifica cualquier mejunje hechicero que quemen los amautas. Si existió
alguna vez una tradición ya se ha perdido. Este neoindigenismo, de corte
delincuencial en primera instancia, y fascista de fondo, basa su retórica en
algo tan trivial como el enriquecimiento ilícito, tráfico de estupefacientes,
contrabando y diversas opciones que tiene el caudillo y sus sicofantes para
pasar a postrer vida nadando en oro. Y si hay quien lo siga, quien se disfrace
de filósofo con traje a medida como el nuevo canciller, o la larga cola de
adictos al ano señorial, pues no valen más que las monedas que les arroja la
ignominia. Triste, tres tristes perros, diez, doce, cien u otro número con
significancia.
Pensemos: ¿Es
esta construcción la entrada de Orinoca al mundo, y si sí con qué motivo sino
el de ilustrar la cuna del mentado? Qué hay de especial en ello, siendo que Evo
Morales es el funesto destructor de todo lo que lo indígena hubiera
significado. El color de la piel o el traje no implican otra cosa que
circunstancias insalvables o modas; no tienen mayor explicación de lo que
existe detrás. Lo que debiera importar de esto irreversible es la cercanía del
otrora Poopó y desnudar la falacia de la defensa medioambiental del “proceso de
cambio”. El lago seco muestra más que la careta gigantesca de llama enfrente.
Poco tiempo ha de
pasar hasta que el viento cubra de tierra cenicienta los muros. En un sitio de
pobreza infernal como aquel, al menos las paredes del museo servirán de refugio
para que el pueblo orine y defeque bajo alguna protección. ¿O no lo vemos a
diario, en cada rincón del país, que cualquier esquina o pliegue urbano tengan
esa utilidad? Lo escribí en una de mis novelas, a modo de ejemplificar este
drama humano y de salud colectiva, que cuando llegaba el tren del sur, el que
subía de la Argentina cruzando Villazón, ya al amanecer en la estación de Oruro,
los viajantes observaban un sui géneris panorama: el de cientos de culos
apuntando a los vagones de toda la gente que cagaba a la intemperie por falta
de opciones. Creo que una manera de proclamar la gloria del cacique estaría en
construir baños públicos. Si desea, como lo he visto en una fotografía sobre su
gemelo Donald Trump, podría imprimir su vivo rostro en cada urinario del
Partenón masista.
13/02/17
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Publicado en EL DÍA (Santa Cruz de la Sierra), 14/02/2017
Imagen: Caricatura de Pancho Cajas
Imagen: Caricatura de Pancho Cajas
Es un documento importante. Gracias Claudio
ReplyDeleteAbrazos, Guido. Gracias a ti.
DeleteHe ahí el más grande de los absurdos: un millonario y gigantesco mamotreto de hormigón, erigido en medio de unas casuchas de adobe de una aldea perdida en la extensa geografía de nuestro atribulado paisito. Como bien dices, esas humildes viviendas no tienen agua potable ni baños decentes, pero había sido más importante construir una obra monumental a la figura del cacique. Lo del lago seco como fondo espectral ya anuncia la ruina en pocos años, porque no has hablado de lo oneroso que será el mantenimiento del adefesio. Ningún gobierno sensato querrá correr con los gastos. El polvo del altiplano avanzará irrefrenable tal cual las arenas de un desierto. Esto semeja a una historia de Tombuctú en versión caricaturesca. Saludos.
ReplyDeleteFeliz con tu regreso, José, luego de un largo silencio. Se aguardan tus textos. Respecto al elefante blanco en medio del desierto es casi cuestión de apostar cuánto ha de durar antes de un completo abandono y un futuro de inmenso baño municipal. Así estamos, ya se logró, que era lo buscado, la primera impresión de grandeza. El resto, para esta gente, no tiene importancia... Saludos.
DeleteExcelente y crudo artículo, como anillo al dedo. Felicidades.
ReplyDeleteSaludos. Gracias.
DeleteFelicidades Claudio. Un artículo bien plantado, sobre una realidad de infamia e inmundicia gubernamental y una nación enferma.
ReplyDeleteHay que decirlo, no callar. Gracias.
DeleteExcelente radiografía Claudio. Gracias!
ReplyDeleteExcelente radiografía Claudio. Gracias!
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