Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Una cesta de
flores entre tus piernas, traídas a Kharkiv desde el Dniester. Te dicen Elena y
tienes 42. No cocinas, aunque todo este embrollo de mi viaje a Ucrania ha sido
para comer catliets. No hay tiempo para puerco entremezclado con res. Ni eneldo
tirado al descuido sobre el borsch que humea. Ahora guardas tus piernas
abiertas detrás de una cesta de flores. Me has convertido en botánico y quito
pétalos una a una y las describo como flor de salón o salvaje.
Tu cabello es del
color de la mies detrás. Verano, o casi muerte de verano. Bien pronto el lodo
cubrirá de oscuro este dorado. Y tu vientre de ombligo vertical de un
centímetro se acostará de pieles y mantos calurosos. Así el fin del amor. Cómo
el fin, me pregunto, si nunca existió, si hubo, sí, una canasta de flores que
te cubría el sexo. Y aunque la canasta era azul, más azules las florecillas de
largos tallos y poco pétalo. Tu camisa ucrania, levantada hacia las piernas,
deja ver medias marrones. Darle un poco de sofisticación a nuestra fiesta
campesina.
09/09/17
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Imagen: Natalia Goncharova
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