Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
Mi libro comienza un miércoles por la tarde, sobre la única mesa de un
departamento en Arlington. Calle Nelson.
1989. Nieve. El abrigo marrón del tío Carlos Coqueugniot me protege. En
el bar de la esquina las divorciadas buscan amor, a tientas entre vasos y
narices.
Tengo una flamante máquina de escribir. De ella nace “Carta a Joan Baez”,
el primer texto. Lento libro: los artículos se espacian. El trabajo consume los
días. El tiempo hace imposibles los papeles.
La trivialidad de las horas impide la letra. Limpio el dormitorio;
controlo a mi compañero de casa para que no me siga robando la comida. En ese
ambiente, llamo a la sombra de Tamerlán y exprimo mis sueños. Me obligo a
escribir con los ojos cerrados.
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Publicado en OPINIÓN (Cochabamba), 05/03/1992
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