Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
La Triple A
buscaba a “Ferrufino” aquella noche. Mi hermano Armando se había trasladado
hacía poco. Los encapuchados aterrorizaron a las jóvenes que ocupaban el
departamento. El tío Carlos Coqueugniot vivía al frente y se lo contaron en la
mañana. Mi madre estaba de visita en Córdoba entonces y se desesperó. Fueron a
la Policía Federal en la plaza San Martín y el jefe de policía, en deferencia
al tío que era importante industrial, le dijo a mi madre que si él fuera ella
sacaría al “muchacho” de inmediato.
Salieron
por la tarde en avión. La vida de Armando cambió. Estuvo taciturno, se
encerraba.
Los
automóviles por la noche tenían que ir con las luces interiores encendidas
porque si no disparaban. Poco valía el humano en esos días, poco el civil.
Autos corrían a tontas y a locas, papeles con consignas se disparaban al cielo
desde bombas incendiarias. ERP, JP, Montoneros, siglas en las paredes. Terror.
Una pareja
camina por la plaza principal de Córdoba. Empujan un carrito de bebé. De pronto
levantan la sábana y sacan dos ametralladoras y rocían de muerte a los
federales. Por la noche dejan niños llorando a sus padres. Hay vuelos de
muerte. Violación. Escuadrones de la muerte, comandos, un perro que respondía
al nombre de Savonarola. La noche dejó de ser de aparecidos. Desaparecidos.
Muchacha
ojos de papel. Almendra. Spinetta. El dúo Vivencia canta en una secundaria
Natalia y Juan Simón. Esto venía acunándose desde 1930, cuando Gardel
embelesaba al tirano Uriburu. No, es más antiguo, desde el tiempo fusilado al
sur.
Ha muerto
Osvaldo Bayer. Ha muerto la historia. Nadie lee. La Triple A patrulla las
calles. Desde los Ford Falcon observan a los transeúntes. Un hombre baja a
comprar cigarrillos. Lo detienen por no tener identificación. Lo liberan; el
hombre quema esa ropa en el balcón y calla. Se queda mudo.
Camino a
los 15 años por cerca del Abasto. Las dos tías, Lucha y Chocha, buscan al
sobrino desesperadas. 15 es ya edad subversiva. Camino por el Once y las tías
desesperadas. Olvidé el pasaporte. Me habría olvidado de vivir, mejor, si me
agarraban. En Boogie el Aceitoso, de Fontanarrosa, dos soldados norteamericanos
en Vietnam caminan por encima de una masacre. Uno dice al otro: pero, son
niños. No hay niños en Vietnam, boy, responde el otro. Son francotiradores
enanos. 15 es buena edad para morir sufriendo, supongo. Pero día mío no era
aquel. Felizmente.
Armando se
fue. Extrañó alguna chica cordobesa. Se fue sin despedir. Un beso costaría una
muerte, seguro, y besos sobran, afirman quienes no sienten. Joven taciturno,
encerrado, escuchando Ticket to Ride, de los Beatles, mientras yo, tirado sobre
la cama, leo a Verne: Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África
austral.
Grabadora
vieja, de cinta. Muchacha ojos de papel.
Ellas, las
muchachas ojos de papeles eran también buenas para morir. Para el sexo abusivo,
la tortura y la muerte. No importaban sus ojos. Los cerraban, y gritaban,
mientras los tangos atronaban los centros de dolor para que no se escucharan
los lamentos. Porque el tango, esa música bastarda y ecléctica, tendría que
insuflar el espíritu nacional a los terroristas camino del cadalso.
Muchacha
ojos de papel. Mañana campestre.
Villa
Allende, Amboy. En el lago Carlos Paz existía un embudo gigantesco para aliviar
inundaciones. En el fondo del lago, hundidos, estaban cuerpos desventrados. El
estómago se infla y los muertos flotan, por eso hay que eviscerar.
La ruleta
gira en casa de los tíos en la sierra cordobesa. Por allí vivió el Che Guevara.
La tía Lucha que trabajó en el Comando en Jefe los conocía a todos: a Lanusse,
a Galtieri… Ella sacó a los primos de la más negra prisión en Buenos Aires. De
allí emigraron a Israel, a Francia donde se hicieron millonarios. Médicos. De
una foto de prensa, de la huelga médica, no quedó nadie más que el primo
Horacio. La suerte no se la compra. Aparece. Caso contrario, lo opuesto.
Muchacha ojos
de papel. De papel.
14/01/19
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Publicado
en EL DEBER (Santa Cruz de la Sierra), 20/01/2019
Imagen:
Afiche del documental de Dionisio Cardozo y Ernesto Gut sobre la formación de
la Triple A (2015)
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