Claudio
Ferrufino-Coqueugniot
No temo a
la muerte, pero me azora cuando ronda cerca de los queridos. Vivo por treinta
años de noche. La noche es lo más parecido a la muerte. Tiene ojos de neón y
manto oscuro.
Once,
oscuro, Hey Joe, de Hendrix, en la radio. La infancia. Stone Free en aquel
viejo disco, industria brasilera, que tenían en casa los papás.
Camino por
la noche. Todas ellas, las noches, te encuentro, cada noche. Huelo humo de
cigarrillo. Te escondiste, sigues siendo la juguetona hermana que conmigo hacía
burla de los invitados, sentados nosotros, tú y yo, en una cabecera y mamá en
la otra. Abres las marraquetas, sacas la miga y la rellenas del odiado repollo
hervido. Te felicito, María Renée, te dicen. Comiste todo.
Humo de
cigarrillo. Cierras los ojos cuando te sube desde la nariz. Una cosa es cierta:
la noche trae paz, brisa fresca, susurros de árbol y rápidos animalitos
buscando vida. Nada cambia. Siempre te encuentro. Cada noche y hasta pronto.
08/04/2020
Conmovedor y fosforescente...la de ojitos vivos.
ReplyDeleteSí, muy vivos. Gracias.
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