Sunday, July 28, 2024

Poetas en fuegos de julio


Claudio Ferrufino-Coqueugniot

 

Recorro estantes de poesía en Barnes & Noble. No hay mucho, comparado con romance y otros géneros. Observo a una escritora exhibiendo, supongo, sus libros, tres, pero nadie se acerca. No tiene silla, no dudo que por las tontas regulaciones gringas carece del derecho a sentarse. Triste. Nunca he ofrecido mis libros, preferí descargar camiones, preservar cercano a mí el anonimato de las cebollas, evitar hablar de pobres textos que redacté. No es que no me haya tomado en cuenta; al contrario, creo que lo hice de manera sensata. Nada tengo contra la vanidad de los idiotas. Yo, a lo que voy y allá ellos. Que de todos modos son papeles y se quemaron ya antes de parirse en los contornos de Alejandría.

 

Escudriño la opulencia de los Estados Unidos. Contemplo su miseria. La gran ficción, me digo, el ánimo de sentirse real de acuerdo a lo poseído. Saboreo con calma una tarta de frango con picante de Cholula. Mundos dispares aunque no tanto. “Un rumor de cuchicheo me rodea, siempre”, Ezra Pound en sus Cantos. Dos gitanos beben hasta morir. Después de muertos beben. Y fornican. Y beben. En la mirada, cruzando el río, manchas oscuras de bosque de Besarabia. Juré probar hidromiel para homenajear el siglo diecisiete y lo hice. El kvass no sabía mal pero no sé qué me daba saber que estaba hecho de pan. Hay cuerpos de mujeres acostados, quizá su sangre viene de muerte o de primeriza. Sin matronas alrededor supongo que lo primero. De a poco, de carne estatuas se transforman, roca, hierro y bronce, blanca cal con blanco yeso, cerámicas chinas de innómina belleza mientras el calor se desenvuelve sin pausa ni piedad. Afloro unas letras, notas de cariño, palabras solidarias. Gira, calesita ingobernable. Plena de sonrisas. Carrusel que si lo observáramos a fondo hallarías profunda carcajada, dientes del desdentado, calaveras con occipitales dibujados a tinta, a acuarela parietales. Preguntas: ¿engañas? Pues, claro; pos claro dice desde el agujero José Guadalupe Posada. Si de eso viven, de mentirse, de amar lo inanimado, de no saber que uno es el otro en el cuerpo ajeno y uno mismo, mal parafraseando a e.e. cummings. Si estuvieras aquí desbarataríamos el mito, arrancarías mi costilla para devorarla cruda y yo haría de tus muslos suaves emparedados de miga. Al no existir tal circunstancia, sigo dando cuerda al tiovivo, al trencito chocador a pilas que fue alegría de infancia.

 

Continúo revisando lomos de obras selectas. Dante y Spenser, voluminoso tomo de la reina virgen. Lo hojeo. Leo que tuvo un hijo al que llamó Peregrino. No veo a los zíngaros bebedores. Encima de los campos de Ucrania cientos de miles de insepultos vagan ya vampiros. Con el último incendio del bosque de Kherson, contiguo al gran río, se terminaron las estacas de madera que atravesando corazones devolverían la normalidad. Escuché que barcas de muertos vivos pasaron Izmail y que se deslizan sobre el Ponto rumbo a Siria. Mendigos los vieron entre zarzas del delta, sigilosos para no ser escuchados. Se habló de un cometa que apareció de día con augurio maldito. Un Iskander, no bola de fuego con cola ardiente de sirena. Flota una mina marina y parece molusco de muchas patas, oscuro y viscoso como salamandra, misterioso reloj de agua. Anuncia el teléfono mensajes que no abro, no por temor sino que por hoy he decidido que el tiempo no existe, ni verbo ni verbosos. Me alejo de la mano con Sylvia Plath, tiempo ganado ese, existido, ni vampiro ni muerto ni vivo. Unión de cuerpos abrazados cuyo llanto no puede extinguir la mecha que los explota, fuegos artificiales de julio, que parezca fiesta, de los demás no nuestra. En el otro extremo de la mesa tú, no escribes ni pintas ni cantas solo me sonríes desde los antípodas tan precisa tu sonrisa entre humos fúnebres.

 

“Mi amada que no quiere amarme”; “Ella con mis besos rotundos…”; “Al otro extremo del mundo, Va a pensar en la Gran Noche Europea”, versos dispersos de Jack Kerouac.

 

“La luna vuelve a casa borracha, catacrock, Alguien le pegó con un orinal”. Tengo uno, pero no orinal sino escupidera, de cerámica con flores, robada de un barbero que se durmió mientras afilaba la daga afeitadora y cayó sobre ella. Tuve que evitar la sangre, acequia roja de sus desdenes, para no ensuciar los calcetines que me había regalado la abuela. Miré si venía alguien pero la calle Colombia estaba olvidada de dios. Con asco agarré el objeto que descansaba en el piso antes de la salida. No es que coleccione escupitajos pero el objeto demasiado bello para quedarse con un muerto. Con peine de metal al que le faltaban varios dientes unté la gomina, la glostora dirían en Buenos Aires, y peiné al fallecido para que entrase al purgatorio algo decente. Con guantes de plástico amarillo, los mismos para limpiar cloacas, lavé el hallazgo, lo lustré con crema incolora de zapatos y lo puse en el sector de abajo de mi biblioteca, junto, creo, a Ricardo Palma, a pesar de que podría ser Danilo Kiš que de Belgrado tengo recuerdos de una rosa a puertas de tu vulva sonriente a cual más roja y carmesí, ensalivada y compuesta.

 

Con regocijada boca,
con regocijada lengua,
de día
y esta noche
llamarás.
Ayunando
cantarás con voz de calandria
y quizá
en nuestra alegría,
en nuestra dicha,
desde cualquier lugar del mundo,
el creador del hombre,
el Señor Todopoderoso,
te escuchará.
«¡Jay!», te dirá,
y tú
donde quiera que estés,
y así para la eternidad,
sin otro señor que él
vivirás, serás.

De la poesía quechua lo extraigo y cuánto sé, leyendo, que al menos una parte de mi raza está allí, marcada a arcilla, moldeada, a veces como perversión mochica o como quena wayay chunkuy.

 

Calientan las brasas, soplan para fomentar el asado. Un merlot de Navarro Correas pide ser abierto. Granas el vino el fuego y la sangre. Quiero escribirte un poema y parecer Dios pero me quito la camisa para secar el sudor. De luto, negra, camisa de temporada fría desafía verano.

 

Carson McCullers:

When we are lost what image tells?
Nothing resembles nothing. Yet nothing
Is not blank. It is configured Hell:
Of noticed clocks on winter afternoons, malignant stars,
Demanding furniture. All unrelated
And with air between.

The terror. Is it of Space, of Time?
Or the joined trickery of both conceptions?
To the lost, transfixed among the self-inflicted ruins,
All that is non-air (if this indeed is not deception)
Is agony immobilized. While Time,
The endless idiot, runs screaming round the world.

 

Можливо, я говорю з тобою, побитий і коханий місяцю, але ти мене не чуєш. No me oyes no, porque de momento escuchas la barcarola de Rachmaninov. Tocaban los gitanos de Budapest otra barcarola tan antigua que mis padres ni nacido habían. En un café donde acariciaban violín y luego los asesinaban. Plantan arbolitos en donde crecía Bergen-Belsen. Su verde tiene sabor de bermellón, jardines de morgue con fondo de pasillo colombiano: Flores negras. No, no oigo ni siquiera bajo las ruinas de mis pasiones, ropa puesta a secar flota como banderas de guerra doméstica.

 

Una dama de cofia púrpura desciende en Eea. Inicia la tragedia pero no la reconozco, no encuentro en la cabeza recuerdo suyo. Sobre su pecho un medallón de lata tiene una cita de lais. ¿Te burlas de mí, mujer de cofia azul? Circe enmarañada, engañosa, o es solo deseo de victimizarme, piel de pira sacrificial. Mejor me recuesto, cierro párpados que me he mareado sin siquiera tomar opio. Cuento versos en un interminable ábaco. No puedo leer porque la boca con que leo se ha atravesado como volcada por aire y produce extraños octosílabos. Mis dedos miran al interior de tu vestido y mis oídos beben la inercia de tus bucles derramados en blanquísimos omóplatos de hueso de bisonte tu delicado salvaje cuerpo de pétalo.

27/07/2024

 

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Imagen: Dibujo de Vladimir Maiakovski 

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