Monday, October 19, 2009
Otros inmigrantes/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Esta semana aprendí algo que desconocía. No es que no lo sospechara, porque resulta algo lógico, pero cuántas cosas, lógicas e ilógicas, se nos atraviesan y pasan sin prestarles atención...
Vi dos filmes iraníes. Uno, cuyo nombre se me escapa ahora, lleva como título el de una carretera entre Irán y Afganistán. El lugar: un paradero de camiones con un mísero restaurante y cuyo dueño hace dinero con el tráfico de trabajadores afganos hacia Irán. El otro es "Baran", que aparte de una interesante y no melodramática historia de amor, desenmascara la explotación de los obreros afganos en
la tierra de los ayatolas.
A pesar de no dejar de lado imágenes de fervor religioso como la oración, pareciera que este tema se relaja, si es que no se diluye, en la penuria de vivir como extranjero ilegal en otro país. En Irán, en el invierno, no vemos a las mujeres afganas cubiertas de pies a cabeza. Allí tienen que trabajar, y meterse en las aguas heladas de los torrentes montañosos para extraer piedras que serán luego utilizadas en la construcción.
"Todos los afganos son albañiles", dice un personaje en un momento; como todos los bolivianos de Virginia, albañiles también. Irán, en el Asia Central, juega el papel de pequeño imperio, no tanto como la India y menos como China, pero, en relación sobre todo a su vecino del norte, preponderante.
Sin duda la mano de obra barata e ilegal ayuda al desarrollo de las empresas persas que la emplean. Se persigue, por ley, este tipo de transacciones. Sin embargo, igual que en los Estados Unidos, Francia, Rusia, Argentina, la ley mira de lado cuando su clase pudiente se beneficia. La ley, dondequiera que sea, se ensaña con el débil y el pobre. La ley no existe para la riqueza y el poder. No existe de buena forma para los afganos que trabajan a mano pelada, a la intemperie, bajo cualquier rigor climático, en orden de comer ellos y de explotar y usufructuar los otros.
En casos así ya no existe el Islam ni ninguna religión: musulmanes aprovechan a musulmanes, y cristianos a cristianos, digan lo que digan los que calzan sotana y pecan en soledad. A tiempo de hacer dinero, aquella comodidad llamada Dios (Dios es la gonorrea dice Fernando Vallejo) se vuelve vapor de ollas, susurros de viejas que cambiarían sus fervores por un cuerpo. Ya no hay. A cierta hora y no importa bajo qué égida política, incluida la comunista, lo que vale es el capital, y obtenerlo, no importa el medio, es la razón de vivir. 19/10/09
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Publicado en Opinión (Cochabamba) 20/10/09
Imagen: Migrantes afganos
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