Friday, October 8, 2010
"Estados Unidos es el crisol donde se forja un nuevo idioma"
Entrevista con Claudio Ferrufino-Coqueugniot Premio Casa de la Américas de novela
Fernando Olszanski
La novela El exilio voluntario de Claudio Ferrufino-Coqueugniot acaba de ser galardona con el prestigioso premio Casa de las Américas. Según el acta de declaración del premio, habían participado 624 trabajos procedentes de toda América y España. El acta también describe a El exilio voluntario como una novela “centrada en una importante problemática latinoamericana, la de los desplazamientos que por distintas razones se producen desde nuestros países hacia los centros de poder hegemónico y las consecuencias que ello tiene”. Además, por ser una prosa “formalmente vertiginosa, narrada con enorme vitalidad y dominio del oficio”. En el año 2002, ya había recibido la Segunda Mención del Premio de Novela de Casa de las Américas, Cuba, por su obra El Señor don Rómulo.
Claudio Ferrufino-Coqueugniot nació en Cochabamba, Bolivia, en 1960, y desde 1989 reside en Denver, Colorado. Como todo inmigrante ha tenido que encontrar su lugar en este país trabajando como traductor, escritor de cuentos infantiles, estibador, albañil, panadero, repartidor de periódicos, especialista en frutas y verduras frescas, pequeño empresario y mucho más. En esta charla, el autor nos cuenta de su trabajo, de su impresión de los latinos viviendo en este país y de la experiencia del ser migrante. Entre sus obras se encuentran Virginianos, 1991, Años de mujer, 1989, Diario en cinco y epílogo, 1989, una serie de artículos publicados en periódicos locales recopilados bajo el título de Ejercicios de memoria, 1989.
—¿Qué significa para un escritor que escribe en español en Estados Unidos, obtener un premio del calibre del Casa de las Américas?
—CFC Mucho. Casa de las Américas fue siempre un premio emblemático para mi generación. Nació con nosotros y fue, durante muchas décadas, el espejo donde se miraba la literatura latinoamericana. Hoy hay muchos otros premios, algunos de mucha importancia también, con mayores premios pero que aún no alcanzan el aura de salvaguarda y de progreso que tenía y mantiene la Casa. No en vano esta edición del premio es la número 50. Largo tiempo.
El hecho de ganarla, siendo escritor en lengua española viviendo en los Estados Unidos, es tanto importante como síntoma de una nueva realidad, la del país del norte como apéndice fundamental de la economía regional del sur, y, poco a poco, un nuevo foco y centro cultural nuestro. Ya hay expresiones latinas, como las músicas pachuca y tejana, largamente afianzadas como propias acá. Es el tiempo, luego de tan extendida e intensa migración, que nuestra lengua vaya produciendo obras de valor acá. Primero, como en mi caso, provenientes de una primera generación y luego ya como expresión singular de un nuevo grupo cultural de raíces hispánicas.
—¿De qué nos habla El exilio voluntario?
—CFC Habla de la emigración de un boliviano, por azar en principio, que se ve después absorbido por el rodillo económico de los Estados Unidos y termina formando parte, como cualquier otro inmigrante, del fenómeno: la lucha por la supervivencia, la ubicuidad relacionada con su estatus migratorio, el dolor, el choque de culturas pero, también, la interrelación de dos culturas tan dispares. Es un proceso de pérdida y de aprendizaje; con el tiempo de recuperación, todavía de aprendizaje y de asimilación. Sin contar la nostalgia siempre presente en quien se va del lugar al que "pertenece" (entre comillas porque el personaje, de a poco, pertenece de igual manera a su nuevo entorno). Hay una cronología, marcada por acontecimientos esenciales de tipo histórico, que sugiere el avance de los años. Y un péndulo constante, en mente entre el allá y el acá.
—Hablas de que el inmigrante pertenece a dos lugares, ¿pero no hay también una suerte de despertencia a esos dos lugares?
—CFC Creo, y ahí se tiene que hablar del origen social del personaje, que ambas cosas son posibles. Si bien la inmigración reúne, junta, a los inmigrantes, hay asuntos anteriores, de la tierra de origen que también los dividen. Un ejemplo claro son los argentinos, cuya presencia inmigrante es mínima cuando se habla de una unidad latinoamericana en la "nueva tierra". Su herencia occidental se hace más visible aún cuando se confronta a la herencia indígena de la mayoría de los otros países. Eso los separa del resto, como también quizá a chilenos y brasileros por distintas razones. Sé que no me estoy refiriendo al punto preciso de tu pregunta, pero el asunto éste de pertenencia o no es muy complejo. Depende mucho también de la percepción local o universal que pueda tener el sujeto en cuestión. Algunos no pertenecen a ninguno, otros a los dos, mientras otros son ambivalentes y su personalidad diseña un movimiento pendular entre uno y otro. Educación, economía, idioma, y muchos otros factores pueden definir cada característica.
—¿Nos volvemos más latinoamericanos en este país? ¿En tu caso más boliviano? ¿Se logra más conciencia nacional o quizás transnacional aquí?
—CFC Esta pregunta se relaciona a la anterior. En el momento en que el "otro", el norteamericano en este caso, muestra una visión aglutinante, sin diferenciar matices culturales ni nada, del inmigrante latino, la lógica reacción es también la de la respuesta conjunta. En muchos momentos todos somos "mexicanos", incluidos los españoles, mal les pese, pero luego no. He visto bolivianos en Virginia, en mis primeros años, que se desvivían por demostrar a sus patrones anglosajones que mexicanos no eran, en una brega que calificaría yo, viendo los resultados, de inservible. La pertenencia al idioma, que es nuestro factor de convergencia mayor y más importante, crea sin lugar a dudas una perspectiva más amplia. En ese sentido nos hacemos más latinoamericanos, mientras que, y al mismo tiempo, evaluamos y comparamos la herencia particular con la de los otros pueblos y nos sentimos a la vez más bolivianos, argentinos, ecuatorianos, panameños. ¿Que se crea una conciencia nacional? ¿Una transnacional? dependerá de la suma de diversos elementos. Ambas son posibles, sin necesariamente ser antagónicas.
—¿Crees que el futuro del español se juega en Estados Unidos?
—CFC Estados Unidos es el crisol donde se forja un nuevo idioma. Tantas son las fuentes que la lengua se enriquece cada vez. Me sorprendo, como boliviano, de tener un amplio léxico mexicano, sin contar con herencias argentinas de mi madre, vocablos colombianos, peruanos, salvadoreños. Se está formando aquello que Valle Inclán vislumbró en su notable "Tirano Banderas", una lengua de matices tan variados que es -o será- más rica que cualquiera de los castellanos locales.
—¿Cómo ves a los hispanos en Estados Unidos de cara al futuro?
—CFC La aparición de una "élite" cultural muestra que los hispanos ya se afianzaron en su nuevo hogar. Sólo continúan tanteando, porque la geografía es vasta, pero sus manos son cada vez más íntimas con su alrededor. Las características difieren en cada campo: el literario, el cultural, el económico, el social, el étnico, el laboral, un espectro de gran amplitud. En lo literario creo que es el comienzo de algo que podrá ser muy rico, con los aportes de cada uno de nosotros que venimos de lugares tan distintos entre sí. Junot Díaz, aunque escriba en inglés, es un buen ejemplo de este nuevo "breed".
Fernando Olszanski es autor de la novela Rezos de marihuana.
© Fernando Olszanski 2009
Publicado en la revista Contratiempo, Chicago
Publicado en Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
Imagen: El autor en San Francisco/fotografía de Ligia Ferragutti
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