Marica

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

No deseo con este título ser peyorativo ni referirme a la población gay, ni siquiera a Evo Morales y a Alvaro García Linera como conspicuos miembros de ese gremio, igual que Chávez, Ahmadinejad, Correa, y creo que también Piñera, sino que empleo el término como lo empleábamos nosotros cuando jugábamos fútbol en las viejas canchas de polvo de Cala-Cala. "Marica" era -y es-, cobarde.

A qué se mete el marica este, presidente plurinacional, emperador, profeta, ñusta, reina de belleza, agorero, mago y vainas cualesquiera (que las tiene todas), a jugar fútbol. Todo deporte implica riesgo físico, que tiene que ser asumido por quien lo practica. Pero Bolivia es caso especial, y el viceministro de deportes del país afirma que se le debe "dar prioridad al presidente cuando juega". En qué estamos, y hasta dónde aguantaremos a este Idi Amin aymara. ¿Qué prioridades o prerrogativas tiene que lo protejan? ¿Su condición de indio? Si indios somos todos, y mi color y mi falta de vello en los brazos me califica de indio también, con los mismos derechos y las obligaciones (de las que él carece) ciudadanos.

Y ni vergüenza tiene de abusar de su condición de autoridad para patear a un rival que supuestamente le jugó "sucio". Si sus oscuras rodillas son cristal de Sèvres, que no juegue, que se dedique al bordado en palacio nacional, con su gentil pareja encorbatada, y que miren televisión mientras se quejan de la brutalidad de los hombres y les sirven el té (de coca, por supuesto).

¿Así aspira al Nobel de la paz? Admirable es cómo se mueve para meterse como mosquito en la vida del mundo todo. Su ambición no acepta límites, y su mentira tampoco. Aún espero los resultados de su viaje de negocios a Sudáfrica durante el mundial. Cuando pienso que mis viejos padres trabajaron la vida entera para que el cabrón se gaste el dinero colectivo en viajes de placer, oscuras imágenes atraviesan la mente. Nunca alguien le hizo tanto daño al país, y nunca la supuesta izquierda se vio tan vilipendiada como con éste. Después habrá que aceptar a la derecha por treinta años, porque se habrá perdido por completo la esperanza.

Un partido de fútbol debiera ser algo agradable, una trivial distracción. Pero con Evo Amin Ayma no. Aprovecha la ocasión para mostrar quien es, el amo, y para desenmascararse para la no muy lejana tragedia que se le asoma, aunque no lo crea y piense ser el titiritero mayor de unos hilos por demás febles.

06/10/2010

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Imagen: Blue Noses Group/Revolution goes on, 2006