Saturday, March 12, 2011
Cidade de Deus/ECLECTICA
"Cidade de Deus", la Ciudad de Dios, es una propuesta cinematográfica del director Fernando Meireles. El nombre indicaría lugar de paz y sin embargo no tiene que ver con calma, divinidad, luces ni utopía; pompa, es posible, de aquella malentretenida y advenediza que los criminales afectan cuando alcanzan cierto poder. Cine que linda con lo oscuro de lo humano y lo recóndito de lo pobre.
La Ciudad de Dios, más que favela, a unos siete kilómetros de Rio de Janeiro, es una extensa barriada en las afueras de la gran ciudad. Encarna en sí misma un universo autónomo que no se regula aparentemente con lo que sucede en la urbe, eso si queremos extraer el tema de un contexto mayor que incluye economía y política. La lucha en esencia es por sobrevivir. Sobreviven los trabajadores, las amas de casa, los choferes de buses, los maestros. ¿Cuándo se transforma esta lucha, el bregar diario contra la adversidad y lo arbitrario, en rebeldía contra la sociedad, y cuándo en acto violento, criminal, cuya faz externa es de irreductibilidad pero que juega las cartas, quiéralo o no, del hipócrita manipuleo del capital?
Que la pobreza impulse a la violencia no sorprende a nadie ni viene a ser extraña afirmación. Y la Ciudad de Dios no escapa de los avatares o el destino que una situación socialmente desfavorable produce en cualquier metrópoli, sean Detroit, Lagos o San Pablo las escogidas. Tampoco la formación de pandillas -jóvenes aburridos y sin esperanza- enfrascadas en eterna guerra por el control de la droga, el vicio en general, es ajena, aunque en apariencia lo fuera, a una sociedad "normal". Sin estos elementos "antisociales" no se necesitaría un aparato represivo, cuya única y velada labor está en preservar los privilegios de los poderosos, en sociedades proletarias o burguesas por igual, y, en el caso del Brasil y de este filme en particular, mantener un status quo donde la policía actúa como miembro y germen de la actividad delictiva. No interesa a la clase dominante permitir que la juventud de los barrios marginales se adhiera y participe de la vida social en condiciones normales. Ello implicaría una indeseada reformulación de lo ya asentado, de lo que ha sido dispuesto.
"Cidade de Deus", coproducción brasilero-franco-germana (2002) trata esos puntos, la formación y desarrollo de un grupo de jóvenes dentro del ambiente de delito, con los límites que les permite su barriada -no más- por un lado, y el intento de otro muchacho, salido del mismo engendro, que sueña con una carrera de fotógrafo alejado de su rincón de nacimiento y que paradójicamente lo consigue alimentando su incipiente arte con los eventos que se suceden en la Ciudad de Dios: para escapar de ella, el protagonista se nutre de ella.
La película tuvo inmenso éxito en los Estados Unidos, lo que la llevó a aspirar a un Oscar en varias categorías sin obtener ninguno. Cierto que la brutal presentación que hace Meireles de este ghetto moderno impacta, y que hay un manejo fotográfico y de escenificación brillante, pero, por instantes, se torna ilusa, por no decir inocente, con algo de innecesario, quizá con ánimo de maravillar a un público foráneo. Comparada, si cabe comparar dado que tienen ángulos cómunes, con la ya clásica "Pixote" de Héctor Babenco, "Cidade de Deus" acusa síntomas de una historia feble, sin demasiada estructura, deficiencia que el director cubre con la inundación -literal- de sangre y violencia. La vida de la favela no es un camastro de rosas y no está mal presentarla tal cual es, mas si se adjunta a ello una pensada conceptualización el resultado tiene que ser mejor. Y eso le faltó a este "divino" pueblo nuevo de Fernando Meireles.
15/6/04
Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), junio 2004
Publicado en Fondo Negro (La Prensa/La Paz), 27/junio/2004
Imagen: Secuencia del filme
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