Saturday, March 12, 2011
Cine histórico brasileño/ECLÉCTICA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Eurli Ferragutti y André Jorge nos envían un grupo de películas brasileras. Hasta entonces mi conocimiento del cine de Brasil se reducía a aquel de -llamemos- representación internacional: Babenco, Salles, Glauber Rocha, el mozambicano Ruy Guerra... pero éstas traen nombres nunca escuchados, el de muchas mujeres entre ellos, como muestra de una pujante industria por y de alto esteticismo y talento.
No por azar elijo tres: Carlota Joaquina, princesa do Brasil, filme de Carla Camurati; Anahy de las Misiones, de Sérgio Silva; Netto perde sua alma, realizada de manera conjunta entre Beto Souza y Tabajara Ruas.
La primera dedicada a la vida de Carlota Joaquina Borbón-Braganza, quien en su momento, y debido a la invasión napoleónica de la península ibérica, pudo ser reina del Plata. No se dio, más que por los acontecimientos en Europa por las propias intrigas palaciegas de la corte portuguesa en el Brasil. Don João, su esposo, se encargaba de alejar por medio de sobornos a los sucesivos amantes de Carlota; siendo que no estaba en su interés que ella se convirtiese en monarca rival y pusiera en vilo los avances que la corte en el exilio comenzaba a hacer; se deshizo también de los representantes que ofertaban a la rebelde princesa tal posibilidad.
Eso en términos históricos. Carla Camurati enfrenta el tema sin desmanes épicos. Presenta la vida de una mujer carismática que arrastra tras de sí a una cohorte de seguidores envueltos en su azarosa existencia sentimental: parió montón de hijos y concedía al rey de Portugal, a quien se comprometió a los diez años de edad, paternidad de sólo un par de ellos. Inició la moda del pañuelo sobre la cabeza que aún hoy utilizan las mujeres bahianas. Lo que parecía ser atractivo novedoso para la colonia era simplemente materia práctica: Carlota Joaquina llevaba el objeto cubriendo su entera testa por la infeliz molestia de tener entre sus cabellos criaderos de piojos. Buena fotografía y un ambiente teatral, de espacios reducidos, condensando la acción y suavizando el costo de producción. Marieta Severo (casada alguna vez con Chico Buarque) reproduce con brillantez la explosiva personalidad de la infanta.
Netto perde sua alma trata de otra vida, la de un general Netto, héroe de la Revolución Farroupilha (1835-1845) que enfrentó a los republicanos de Rio Grande do Sul con las tropas imperiales. Es un ir y venir entre su pasado -de la guerra de los Farrapos- y su condición actual de herido de guerra en algún hospital militar argentino durante la guerra de la Triple Alianza, azuzada por las ambiciones inglesas de destruir la autonomía económica del Paraguay. Sicológica más que histórica, la cinta muestra las dudas y recuerdos de un hombre que agoniza. Hay interesantes conexiones entre el mundo real y lo fantasmagórico. La época se presta a ello, una contienda cruel en los campos del fin del mundo, donde los hombres caminan y matan y conviven en lugares de muerte con emocionales espectros del tiempo. Magníficas imágenes; paisajes y tomas de naturaleza salvaje alternando como oasis entre delirios, con una perfección de cámara que quizá les viene (a los directores) de Terrence Malick.
Anahy es la mejor película de las tres. Una linealidad argumental, dentro también de la guerra riograndense de mediados del siglo diecinueve, la hace sobria. Relata los avatares de una familia que vive y trafica con despojos de las batallas. El drama externo termina por alcanzar su aparente inmunidad de seres neutrales, mina el carácter de Anahy, madre y cabeza de familia, que concede casi como una derrota la posibilidad de dejar de trashumar para afincarse en algún lugar donde ya se pueda -por fin- matear en paz, ver crecer a los nietos, recordar a los hijos muertos. El cineasta Sérgio Silva maneja con maestría los hilos del contexto. Jamás se le escapa, como se puede acusar al Netto de Tabajara Ruas en algún caso mínimo, la historia de las manos. Al igual que las ya mencionadas películas y parece ser condición del cine brasileño actual, la fotografía es sorprendente, incluso en un yermo como el sur del país. A ratos surreal, cuando ven "navegar" por la pampa un barco arrastrado por hombres y caballos, bajo la bandera sureña y entre el vocerío itálico del "corsario" Giuseppe Garibaldi, o cuando la hija de Anahy alucina con seres salidos de la mitología regional, tan similar a sus pares paraguaya, argentina, uruguaya.
Como dato anecdótico, el dinero que se usaba entonces (1839) para comerciar en esta guerra del charque de Rio Grande do Sul era plata boliviana y el lenguaje está plagado de palabras arcaicas ya para nosotros y que se preservan en portugués como la de "lechiguana" que significa abeja y que en nuestra niñez se usaba, deformada, para decir "avispa"; la avispa era "la chiguana"...
18/08/05
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Publicado en Lecturas (Los Tiempos/Cochabamba), agosto 2005
Imagen: Escena de Netto perde sua alma
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