Thursday, April 7, 2011
China, entre pasado y futuro/MIRANDO DE ARRIBA
Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Doscientas cincuenta mil personas murieron en el terremoto que asoló Beijing treinta años atrás. A pesar del permanente peligro sísmico, la ciudad continuó creciendo; será anfitriona de los juegos olímpicos del 2008, para los cuales prepara -ya está en proceso- la construcción de asombrosas edificaciones ultramodernas que más que desafiar la arquitectura desafían la imaginación.
Al final de la ciudadela imperial se levantará el mentado "nido de pájaros", una estructura de acero y vidrio para los juegos. Esta encrucijada histórica entre un pasado medieval y un opulento futuro resume la vida de este admirable -dramático- país. No es que las edificaciones antiguas fuesen arcaicas de principio: la Gran Muralla representó en su tiempo un avance tecnológico sin precedentes. De incalculable costo humano ha quedado como memoria del primer emperador, Qin Shihuangdi, reformador a la vez que tirano, visionario y orate, con la mente consumida por el consumo de mercurio en intento de ser inmortal. Monarca que abraza desde entonces esa ambivalencia china entre extremos de modernidad y anacronismo.
El mundo contempla, absorto, el desarrollo de la China, país que pausada aunque no inocentemente ha aprovechado las ventajas que la ambición occidental le ha cedido. Con un comunismo sui-generis, resultado de un proceso más que de la personalidad de Deng Xiaoping, China ha sabido captar, a veces secuestrar, la tecnología que el capital le ofrecía en orden de acrecentar sus ganancias. No se contaba con la tozudez e inteligencia de un pueblo que habrá de regir los destinos económicos del siglo XXI. En ciencias como en arte y deporte China ha superado a sus maestros. En menos de dos décadas su cine alcanza estatura mundial; se nutre además de una riquísima historia y diversidad sin límites, se desarrolle el esquema en la vieja Shangai o en el desértico norte cuyos pueblos -fuera de contexto- podrían pasar por aimaras del yermo boliviano.
El progreso no es gratuito sin embargo. La construcción de la presa de Three Gorges, la mayor del planeta, anegará ecosistemas únicos y reliquias arqueológicas aún por descubrir. Mas la apuesta china es insensible e, igual que en tiempos de la Muralla, cualquier sacrificio vale. Sea Mao Zedong o el emperador que duerme debajo de la colina en inmóvil eternidad, en medio de fluyentes ríos de mercurio líquido y centenares de guardias y caballos en terracota, China refleja una síntesis exitosa y terrible.
30/1/06
Publicado en Opinión (Cochabamba), enero, 2006
Imagen: Li Tianbing/Lecture dans l'impasse, 2010
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